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POR ANDY CHAMBERS, ANDY HOARE Y GRAHAM McNEILL para White Dwarf nº 80

Gracias a sus objetivos comunes y a su armamento de alta tecnología, los Tau han logrado muchos grandes victorias en busca deL Bien Supremo. En este artículo, Andy Chambers, Andy Hoare y Graham McNeill nos hablan de algunos de los triunfos tau más destacados y de su curiosa utilización de la propaganda.

LA GUERRA EN EL PUNTO DE UNIÓN

En el momento álgido de la primera fase expansionista de los Tau, un ejército de exploración partió de Dal'yth. Este ejército estaba dirigido por el explorador de la Casta deL Agua Por'o Dal'yth Kiv'rai, famoso por haber descubierto dos mundos artefacto ahora bajo el gobierno de la Casta Etérea. Unos vigías de la Casta deL Aire emplazados en las estaciones orbitales de Dal'yth habían estudiado una formación de planetas situados más allá de la Fisura Perdus y, tras muchos años de minuciosa planificación, se envió una expedición para explorar, estudiar y colonizar dichos mundos.

El viaje hasta el sistema más cercano de esta formación discurrió sin incidentes y O'kiv'rai decidió que sería mejor enviar a la flota en dirección al quinto planeta deL sistema. Este planeta resultó ser un gigante de gas de color rojo sangre, cuya segunda luna era la que tenía más probabilidades de permitir la vida. Al entrar en órbita, O'kiv'rai se sorprendió cuando los primeros escarceos del planeta mostraron una gran cantidad de restos flotando por una amplia zona de la atmósfera superior. Los consejeros de la Casta de la Tierra le aconsejaron precaución y se recogieron muestras de dichos restos para ser analizadas. Se determinó que se trataba de los restos de una nave espacial que había explotado recientemente.

Desembarcando un Equipo de Armaduras "Crisis", O'kiv'rai observó a través de la conexión la superficie de la luna. Bajo un cielo carmesí, los Shas'ui descubrieron un paisaje desolado, un asentamiento reducido a ruinas ennegrecidas, Harto de ver solo escombros, O'kiv'rai ordenó a los guerreros buscar entre las ruinas, donde descubrieron los restos mutilados de cuerpos alienígenas desconocidos.

O'kiv'rai hizo volver a los equipos y ordenó una exploración completa de la superficie con sensores. Las lecturas mostraron evidencias de más destrucción en otros muchos lugares y O'kiv'rai declaró que la luna no era adecuada para ser colonizada. La flota siguió adelante y, en poco tiempo, encontraron más pruebas de que un invasor violento había arrasado esa parte del sistema hacía poco. O'kiv'rai empezó a sospechar que la región sería demasiado peligrosa para establecer colonias.

Cuando la flota se acercaba a los sistemas centrales de la formación, las alarmas empezaron a sonar y se detectó un grupo de naves acercándose en posición de ataque. Después de años de explorar las fronteras del espacio tau, O'kiv'rai supo reconocer las bastas construcciones de la raza orka y, como ya sabía cómo encargarse de los piratas orkos, los interceptores de la Casta del Aire acabaron rápidamente con la destartalada flotilla. Sabiendo por fin quién había causado la devastación de la zona, O'kiv'rai consideró seriamente la opción de abandonar por completo la misión, pero una parte de sí mismo no le permitía dejar partir la flota sin antes descubrir la identidad de las víctimas de los Orkos.

Tras establecer las coordenadas del próximo sistema, O'Kiv'rai puso la flota en alerta máxima. Pronto se encontraron con grupos dispersos de guerreros orkos inmersos en desquiciadas carreras a través de los cinturones de asteroides del sistema. El ejército expedicionario, más potente, no tuvo problemas para eliminar a estas bandas desorganizadas. Cuando la flota se adentro en el sistema, no encontraron resistencia alguna, así que O'kiv'rai llegó a la conclusión de que las naves orkas simplemente representaban un pequeño ejército de exploración y que, por consiguiente, podía reclamar los planetas en nombre del imperio tau.

Tras meses de exploración infructuosa, los colonos de la Casta de la Tierra se alegraron de poder empezar el proceso de colonización, de modo que varias lanzaderas se prepararon para aterrizar. Lo que ocurrió luego quedó grabado en la historia de los Tau como una de las mayores tragedias de ese periodo. Los técnicos en sensores de O'kiv'rai informaron de la aproximación de una enorme nave alienígena de forma esférica. Al abrir los canales de comunicación y prepararse para saludar a la nave de parte del imperio tau, O'kiv'rai se dio cuenta de que esta estaba siendo perseguida por un ejército de navíos de guerra orkos de considerable tamaño. Mientras maldecía a los guerreros pieles verdes, O'kiv'rai ordenó una maniobra evasiva de la flota, puesto que la nave alienígena que huía seguía un rumbo que la llevaría a chocar contra su flota.

Toda la flota se dispersó, excepto la nave de transporte de colonos Sha'tiro Suli, que casi acababa de completar el desembarco de los pasajeros. La esfera se dirigía directamente hacia el transporte y, durante un segundo, O'kiv'rai se enfrentó a un trágico dilema: o bien destruía al navío alienígena para salvar las vidas de la dotación básica que aún tenía que desembarcar de la nave tau o bien intentaba salvar el mayor número de vidas de la tripulación de la nave alienígena disparando al Sha'tiro Suli.

Pero los Orkos decidieron por él.

Uno de los navíos de guerra de los Orkos se situó en posición de embestir a ambas naves. La tripulación del puente de O'kiv'rai contempló horrorizada cómo la nave orka golpeaba el transporte tau, haciendo que se desintegrara, arrojando al vacío al resto de los pasajeros. Los Orkos siguieron su camino y los canales de comunicación se llenaron con la risa demente de los miles de chikoz excitados ante la batalla, preparándose para abordar la esfera. La nave orka pareció chocar contra el casco de la esfera a cámara lenta. La superficie se curvó hacia dentro a la vez que la nave orka penetraba en las entrañas de la nave alienígena hasta entrar casi por completo, dejando solo visible la parte posterior. Una serie de explosiones iluminó la grotesca escena desde dentro y la esfera salió volando en pedazos tras una

enorme explosión que destruyó ambas naves a la vez, esparciendo los restos sobrecalentados sobre los demás navíos de la flota tau.

O'kiv'rai ordenó que los sensores escudriñaran toda el área y se registraron multitud de fragatas orkas corriendo detrás de otra de las extrañas esferas alienígenas. El rumbo de las naves iba a hacerlos entrar en contacto de nuevo con la flota y O'kiv'rai no estaba dispuesto a presenciar la destrucción de ninguna otra de sus naves.

Maniobrando la flota, O'kiv'rai dejó que la esfera pasara a través de la formación. Mientras se acercaban, los Orkos se dieron cuenta demasiado tarde de que se dirigían de lleno al centro de un enemigo totalmente inesperado. Volando demasiado rápido como para cambiar el rumbo, los pieles verdes dispararon para pasar a través de la flota tau.

Sincronizando sus órdenes de forma precisa, O'kiv'rai lanzó una enorme andanada de mísiles. Surgiendo de las naves tau, la descarga de los cientos de proyectiles siguió infaliblemente la trayectoria de sus objetivos. Los Kazabombarderoz orkos intentaron desesperadamente interceptar los misiles, pero fueron demasiado lentos y demasiado pocos. Muy pocas naves orkas consiguieron escapar.

Un kai'rotaa después, O'kiv'rai, escoltado por los mejores cazadores de la Casta del Fuego de los que disponía, se encontraba oteando a través de una llanura azotada por el viento. Observó en la distancia un grupo de alienígenas altos y crestados caminando en su dirección.

La comunicación entre las dos partes fue complicada al principio. Sin embargo, O'kiv'rai era un excelente diplomático y los alienígenas parecían tener una habilidad innata para los lenguajes y aprendieron rápidamente imitando las palabras y los gestos de O'kiv'rai. Los dos grupos pronto encontraron puntos en común y los Tau quedaron impresionados por la nueva raza, aunque aún les quedaba por presenciar sus costumbres carnívoras más repugnantes.

Los alienígenas recibieron el nombre de Kroot y, a través de las negociaciones, se descubrió que el planeta, al que los Kroot llamaban Krath, formaba parte de una región más grande bajo su dominio. O'kiv'rai se dio cuenta de que esta raza podría representar un papel importante para el imperio tau y se ofreció para hacer de delegado de los Kroot, con permiso de la Casta Etérea.

Sin embargo, los acontecimientos tomaron un rumbo distinto y los dos pueblos se vieron obligados a esperar un tiempo antes de poder negociar adecuadamente una alianza. La nave principal de O'kiv'rai recibió una señal que informaba de la aparición de una armada de navíos orkos que se dirigía hacia Krath a toda velocidad. La flota tenía pocas posibilidades contra tal superioridad numérica, de manera que O'kiv'rai ordenó aterrizar a todos los que pudieran y a los que eran demasiado grandes para entrar en el planeta les ordenó trasladarse con lanzaderas. Los mejores exploradores de la Casta del Aire recibieron la orden de atravesar el bloqueo y de ir a pedir ayuda al imperio tau tan rápido como fuera posible.

Durante los siguientes ochenta kai'rotaas, los ejércitos tau y kroot lucharon conjuntamente contra las hordas de Orkos. El número de víctimas fue elevado para ambas partes, pero los Tau aprendieron rápidamente a apreciar las habilidades de lucha y el dominio del terreno de sus nuevos aliados. Con el tiempo, y mientras seguían esperando la ayuda del imperio tau, los Tau llegaron a confiar a los Kroot determinadas misiones en situaciones de combate y sus tácticas se fueron integrando cada vez más. Justo al conseguir su primera victoria conjunta, los guerreros de la Casta del Fuego tuvieron que presenciar cómo los guerreros kroot se comían los cadáveres de los caídos en combate. Esto provocó cierta tensión y los comandantes de la Casta del Fuego estuvieron a punto de renunciar a luchar junto a los Kroot. O'kiv'rai jugó un papel fundamental a la hora de defender las ventajas de seguir cooperando, argumentando que el contacto con la civilizada Casta del Fuego acabaría por influenciar a los alienígenas menos civilizados.

En el octogésimo kai'rotaa, los Orkos habían reunido un ejército enorme con la intención de destruir de una vez por todas a los molestos aliados. Impacientes por empezar a saquear Krath, los Orkos se agruparon y, al caer la noche, empezaron el asalto contra el frente combinado.

La batalla tendría que haber terminado en masacre, ya que el ejército aliado se encontraba en desesperante inferioridad numérica frente a la horda orka; pero, en la cumbre de la batalla, los cielos nocturnos se iluminaron de repente por lo que los testigos creyeron que era una espectacular tormenta de meteoritos. Cuando los rastros de fuego que cruzaban el cielo se hicieron más brillantes, los combatientes de ambos frentes se dieron cuenta de que las luces pertenecían a una flota de Cazas de Superioridad Aérea Barracuda de los Tau. Las hordas orkas fueron diezmadas por el bombardeo concentrado que siguió a su llegada. En el último momento, Equipos de Armaduras de Combate "Crisis" cayeron desde sus Destructores Mobula rodeando a los Orkos y partiéndolos en dos con una precisión implacable.

Durante los doce FTau'cyrs siguientes, los Guerreros de la Casta del Fuego de Sa'cea se embarcaron en una campaña para eliminar totalmente los Orkos del planeta. La campaña culminó cuando el líder guerrero kroot Anghkor Prok juró lealtad al imperio tau sobre la Piedra del Juramento. O'kiv'rai atestiguó el espíritu del pueblo Kroot y las dos razas empezaron una nueva etapa de paz y colaboración.

REMINISCENCIAS DEL MONT'AU

Extracto de "El libro de la Guerra memorias del Comandante de los Guerreros de la Casta del Fuego Shas'o Sa'cea Tsua'm, una auténtica y gloriosa historia de las nobles acciones de los Guerreros de la Casta del Fuego de la Academia Kaisshi de Sa'cea, donde se relatan los acontecimientos que tuvieron lugar durante la invasión de Ke'lshan por parte de los ejércitos del Mont'au".

"Escuchad con atención, mis guerreros, y aprended de los métodos de guerra de aquellos que no se preocupan por el cumplimiento de un objetivo común y luchan por el mero placer la violencia y la maligna recompensa de regocijarse con el ultraje a los vencidos. Es una historia con moraleja, pero una inspirará a otros y proporcionará una advertencia útil para no apartarse del Tau'va, el Bien Supremo.

El planeta de Ke'lshan es un lugar de clima turbulento y de paz incierta. Todo tipo de enemigos habitan en la cercana Fisura Perdus: alienígenas, piratas y seres demasiado terribles para ser siquiera mencionados. Es una región del espacio traicionera, que cualquier piloto se limita a evitar y muchos de entre los Kor susurran que puede estar maldita. Sin embargo, nadie sabe decir qué tipo de maldición se cierne sobre ella y, hasta la batalla del Mont'au, estaba seguro de que tales historias no eran más que cuentos apócrifos. Ahora ya no estoy tan seguro de ello.

Las fecharías de los que se atreven a salir de la Fisura de Perdus son bien conocidas, pues todos persiguen saquear y matar sin pensar ni un momento en lo que hacen. Aunque no apoyo en ningún caso los métodos de O'shova y no podría perdonar nunca sus actos, mentiría si afirmase que los desapruebo del todo. Lo que he visto ahí fuera, en la frontera, me ha dado la suficiente claridad de pensamiento como para, como mínimo, llegar a comprender de qué habla la gente y esto no fue nunca tan cierto como cuando tuvieron lugar los hechos de Ke'ishan que ahora me dispongo a relatar. En numerosas ocasiones, aquellos bajo la tutela de Kaisshi habían realizado expediciones para proteger a nuestros hermanos de las otras castas y en cada ocasión habían salido airosos. Cuando recibí órdenes del Shas'ar'tol de dirigir seis Cuerpos hacia Ke'lshan, me sentí lógicamente muy honrado por ponerme al mando de la misión, ansioso de derrotar a cualquier amenaza que hubiera surgido de la Fisura.

Mientras nos dirigíamos hacia allí, se incorporó a nuestro grupo una esfera de guerra kroot y, aunque me alegré de recibir su apoyo, no tenía constancia de la existencia de esferas de guerra en aquella región del imperio. Al llegar a Ke'lshan, quedó claro de inmediato que lo que había sucedido en aquel mundo era antinatural. Puestos de vigilancia y poblaciones enteras habían sido arrasadas hasta no dejar piedra sobre piedra; los cuerpos de los Tau muertos habían sido vejados de las maneras más inimaginables. Parecía improbable que la piratería hubiera sido el motivo del ataque, dado que no habían robado nada, los almacenes seguían llenos y las tiendas de máquinas estaban intactas. Era una carnicería sin propósito, salvo el injustificable horror de la destrucción y la mutilación.

Pero lo peor aún estaba por llegar. Los exploradores informaron haber visto enormes columnas de humo negro sobre el horizonte y nos dirigimos a velocidad máxima hacia dichos incendios. Llegamos a una colonia que más tarde supe que se llamaba Fio'kai y descubrí una parte del ejército invasor aún acampado entre las ruinas humeantes. Aunque a primera vista tenían un cierto parecido con los Gue'ia, existía entre ellos una mezcolanza de formas y anatomías que no había visto nunca anteriormente y apenas podía creer que fuera posible que existieran. Cada criatura poseía largas extremidades, órganos retorcidos y fauces farfulleantes, cada una profiriendo malignas exhortaciones de complacencia.

Caímos sobre ellos y los matamos a todos salvo a uno, que parecía regocijarse con el dolor que nuestras armas le habían infligido. Tenía el cuerpo retorcido y mutado más allá de las leyes físicas y nos escupía y juraba tales mezquindades, que me vi obligado a ordenar a mi Shas'ei que se retirara, por miedo a que ejecutara al prisionero en aquel mismo instante.

Yo mismo hablé con el prisionero durante largo rato y pude aprender muchas cosas que no mencionaré aquí para evitaros el horror que yo sentí al escucharlas. Bastará decir que decía ser el servidor de un señor oscuro, de una criatura conocida como Slaanesh, un ser que es la antítesis de todo en lo que creen los Tau. Según parece, sus acólitos eran animados activamente a perseguir objetivos hedonistas y el concepto del Bien Supremo les resultaba aborrecible. Una criatura como aquella no se sometería jamás al imperio tau, así que tuvo que ser destruida para que sus dogmas subversivos no pudieran extenderse. La criatura, dijo, poseía un poder considerable, puesto que era él (o ella, dado que el sujeto se refirió a la criatura como poseedora de ambos sexos) quien había reclamado Ke'ishan como propio. Tuve que poner fin al repugnante interrogatorio cuando el prisionero llegó a demostrar un placer enfermizo ante las técnicas de interrogación que me vi obligado a utilizar. Antes de ejecutar al prisionero, pude sonsacarle la localización de la fuerza principal de Slaanesh y reagrupé a mi ejército para enfrentarme a tan depravado enemigo.

Al salir al exterior, me topé con la visión de algunos carnívoros Kroot devorando los cuerpos de los que habíamos matado en la batalla. Aunque era repulsivo, no me sorprendió y no le di más importancia a su festín, que ya había presenciado en otras ocasiones. Los acontecimientos posteriores demostrarían el alto precio que llegué a pagar por no darle la importancia debida.

El camino del que me había hablado nuestro prisionero nos permitió situarnos rápidamente en posición de emboscar el ejército de Slaanesh y decidí emplear la estrategia Kauyon. Situé a los Kroot en el centro como señuelo y mis Equipos de "Crisis", un par de Cabezamartillos y yo mismo nos situamos tras una colina a la derecha de la trampa, mientras un

Equipo de "Apocalipsis" se situaba a la izquierda de los Kroot. Con las Armaduras "Sombra", los Guerreros de la Casta del Fuego y aún más Kroot protegiendo el extremo del flanco izquierdo, consideré que mi plan era, tácticamente, lo más sólido posible. Al cabo de una hora, los Exploradores informaron que habían entrado en contacto con la vanguardia del ejército de Slaanesh. Ordené al grueso de mis fuerzas permanecer bajo cobertura mientras los Kroot que hacían de señuelo avanzaban con cautela al descubierto. Entonces apareció el Manta Raya de los Exploradores con el enemigo pisándole los talones. Lo que había visto en Fio'kai me había dejado atónito, pero lo que vi entonces hizo que hasta mi alma se convulsionara.

Cuando el ejército de Slaanesh se acercó a nuestros aliados, los Kroot empezaron a sufrir horrendos cambios anatómicos, a la vez que les surgían protuberancias a través de la piel y se convulsionaban y gritaban horriblemente, con la carne deformándose a causa de las mutaciones. En ese momento me di cuenta de que esos eran los Kroot que habían devorado la carne de los enemigos muertos en Fio'kai. El frente principal de los Slaanesh cambió de repente de rumbo y, en lugar de cargar contra los Kroot, empezó a aproximarse a mi posición. Y, lo que era peor, =los Kroot que había situado como señuelo empezaron a avanzar junto a las tropas de Slaanesh con la muerte brillando en sus ojos! Ordené inmediatamente el avance de las tropas situadas a mi izquierda para atacar el flanco del ejército de Slaanesh hasta unirse con mi equipo "Crisis". Las "Apocalipsis" dispararon andanadas de cohetes contra las masas que se agolpaban delante de ellas, matando a docenas de enemigos con cada explosión. Sin embargo, parecía que la carnicería que estaban sufriendo sus filas no les afectaba demasiado. Hasta había muchos que parecían gozar perversamente con las heridas sufridas. Los Cabezamartillos rodearon el flanco opuesto del ejército de Slaanesh y empezaron a masacrarlos con las descargas de fragmentación de los aceleradores lineales, pero el enemigo seguía avanzando.

La potencia de fuego que desplegamos estaba muy por encima de lo que la academia de Kaisshi nos había enseñado que era suficiente para vencer a un enemigo de ese tamaño y, sin embargo, las tropas enemigas seguían avanzando sin vacilar. ¡Esos guerreros eran valientes de verdad! La carnicería continuó, mientras mis guerreros se retiraban y seguían disparando contra la masa de criaturas. No importaba cuántos hubiéramos matado ya, siempre quedaban más para ocupar su lugar, hasta el punto de que temí no tener la potencia de fuego necesaria para enfrentarme a aquella superioridad numérica. Pero, entonces, la parte izquierda de mis fuerzas penetró en el flanco del ejército de Slaanesh, sembrando la confusión a la vez que los Kroot no contaminados abrían brecha entre sus filas, provocando una refriega turbulenta al caer sobre sus hermanos corruptos. Y, aprovechando la confusión, lancé un contraataque por mi cuenta.

Junto con mi escolta de Shas'vre, me abrí paso por el centro de la horda hasta unirme a los Kroot, que ya estaban empapados en sangre, para rodear a Slaanesh. En principio, como cualquiera de mis alumnos de Kaisshi podrá corroborar, me considero un Tau poco dado a las fantasías o a las nociones románticas de la belleza, pero, cuando me enfrenté al ser vestido de rosas y azules chillones, estuve a punto de sucumbir a los hipnóticos colores y olores almizcleros que parecían atravesar de algún modo la armadura de combate. Conseguí deshacerme rápidamente de su poder y liquidé a la abominación con un disparo de mi blaster de fusión. La muerte de este provocó que sus esbirros se desorganizaran y, en cuestión de minutos, no eran más que una masa de seres confundidos, que huían llenos de pánico. Sabía que no podía permitir que un enemigo así lograra escapar, de modo que ordené una persecución total y, al caer la noche, ya habíamos destruido todo vestigio del ejército de Slaanesh. Cuando volví a la zona de la emboscada original, me encontré a los Kroot ejecutando a sus camaradas contaminados y quemándolos en una gran pira de fuego. Sabía que era costumbre de los Kroot el devorar los cuerpos de las víctimas, pero, después de lo que había sucedido durante la batalla, no pude culparlos por su precaución. Los Kroot no quisieron marcharse hasta que la pira no quedó reducida a cenizas y los restos fueron esparcidos al viento. Cuando se apagó el fuego, recogimos a nuestros muertos y nos marchamos de Ke'ishan.

Me estremezco al pensar lo que podría haber pasado si se le hubiera permitido a Slaanesh tomar el planeta y agradezco a los Etéreos que su presencia permitiera a mis guerreros y a mí dirigirnos hacia ese planeta. Dejar existir una imagen tan degradada de nuestros antepasados hubiera deshonrado a todos aquellos que han luchado y muerto en aras del Bien Supremo".

DOCTRINA DE BATALLA DE LOS TAU

Por'ui Eisy'eir K'tadie se arregló la extraña masa del traje de protección después de que una explosión retumbara en la colina que se encontraba tras ella, acompañada del sonido de ráfagas de fuego dispersas. Echó una ojeada por encima del hombro y asintió con la cabeza a su compañero, manteniendo el grabáfono por debajo de su boca.

"¿La'je'ri, estás preparado?", preguntó.

El grabador, Por'la Eisy'eir Je'ri asintió: "Entramos en treinta dec'taa".

"Muy bien. Vamos a hacer unas tomas de la batalla", dijo Ui'k'tadie mientras empezaba a escalar la pendiente.

La'je'ri trepó tras ella, un poco más despacio debido al peso del equipo de grabación de imágenes. Vestido igualmente con un grueso traje de protección y sudando a chorros, rezó para que este trabajo no implicara correr tanto como el anterior.

"=Venga, date prisa!", le espetó Ui'k'tadie bruscamente. "Nos vamos a perder lo mejor".

La'je'ri consiguió llegar a la cima de la colina jadeando por el esfuerzo y dirigió el grabaimágenes hacia Ui'k'tadie. Las explosiones y los haces de fuego iluminaban el rostro de su jefa. Ui'k'tadie se arregló de nuevo la armadura personal, mientras sus rasgos faciales tomaban la expresión seria y mesurada de un corresponsal de guerra tau.

"Entramos en tres, dos, uno...".

"Me encuentro en la colonia Nimbosa, donde las fuerzas de Shas'o Tash'var OI'nan B'kak están allanando el terreno para la futura expansión del imperio tau. Como pueden observar, la batalla se encuentra en un punto de máxima actividad y el número de muertos es muy elevado. Se trata de una lucha muy dura, pero también muy noble ¡y los heroicos Guerreros de la Casta del Fuego están decididos a salir victoriosos!".

La'je'ri giró el grabaimágenes para obtener una toma panorámica del puesto fronterizo de los Gue'ia, evitando filmar los cadáveres de los Guerreros de la Casta del Fuego. El puesto enemigo estaba en llamas y las Armaduras de Combate seguían disparando cañonazos de plasma letal contra las frágiles barricadas. Un tanque Cabezamartillo rodeó uno de los edificios, apuntando a un tanque gue'ia con el acelerador lineal. El Cabezamartillo disparó y el proyectil a hipervelocidad destruyó el objetivo en medio de una bola de fuego cegadora. El grabador sintió una oleada de orgullo al comprobar la puntería del artillero de la Casta del Fuego. Luego giró el grabaimágenes para enfocar de nuevo a Ui'k'tadie, que seguía informando.

"Se ha ofrecido a los Gue'ia la posibilidad de unirse a la gloriosa expansión del imperio tau, pero, hasta el momento, se han negado a aceptar tal honor. Como podrán comprobar, los Cabezamartillo de la Casta del Fuego se están colocando en este preciso instante en posición y...".

Una explosión hizo temblar el suelo al impactar un proyectil de mortero veinte metros a su derecha. Laje'ri se tambaleó; la sangre le manaba de un corte en la pierna donde un fragmento de metralla había atravesado su mono de trabajo. Los rayos láser silbaron a su alrededor cuando los Gue'ia abrieron fuego sobre la zona donde se encontraban.

"¡Los Gue'ia nos están disparando!", gritó Ui'k'tadie excitada. "¡Venga, tenemos que acercarnos!".

La'je'ri siguió de mala gana a Ui'ktadie y bajó por la colina en dirección a la batalla con el grabaimágenes dando botes sobre su hombro. Mientras corría, Ui'k'tadie se volvió a Laje'ri y gritó: "Como pueden observar, los Guerreros de la Casta del Fuego han asegurado el perímetro exterior del puesto fronterizo y una escuadra de drones de combate está manteniendo a raya a los Gue'la. Otro grupo nos está disparando, pero veo que las "Apocalipsis" ya están a punto de encargarse de ellos".

El edificio delante de ellos dos se vio de repente envuelto en llamas al ser impactado por los misiles de las Armaduras "Apocalipsis", que lo redujeron a un montón humeante de escombros y planchas de metal retorcidas. Los gritos de los Gue'ia surgieron de entre las ruinas, en medio del ruido de los cargadores de munición que explotaban a causa de las llamas. Una oleada de fuego procedente de la explosión pasó por encima de ellos y Laje'ri pudo sentir el calor chamuscando su cabellera. Un rayo láser le atravesó el brazo y lanzó un alarido de dolor. Ui'k'tadie pareció no haberse dado cuenta y fue a pararse tras una barricada improvisada para seguir informando.

"Me encuentro en este momento en el borde del fuerte de los Gue'la y he de confesarles que esto es muy emocionante. Los Gue'ia han combatido con su típico arrojo, pero no pueden igualar la experiencia y dedicación de nuestros valientes Guerreros de la Casta del Fuego. ¡En estos precisos instantes, se están asaltando los últimos reductos de resistencia! ¡Estamos a punto de ser testigos presénciales de la victoria de las tropas del Comandante O'b'kak!".

La'je'ri siguió a Ui'k'tadie por encima de la barricada hasta los restos en llamas del fuerte de los Gue'la. Había cadáveres esparcidos por todo el lugar y sintió que el horror le invadía al contemplar la magnitud de la carnicería. Sabía que todo era por el Bien Supremo, pero eso no conseguía convencer a su estómago. Supuso que los Guerreros de la Casta del Fuego estaban acostumbrados a ver cosas así, pero él no, cosa que agradecía enormemente.

La'je'ri se encontró a sí mismo corriendo junto a Guerreros de la Casta del Fuego y el líder de la escuadra le lanzó una mirada de sorpresa. Él se encogió de hombros y siguió detrás de Ui'k'tadie mientras una ráfaga de rayos láser surgía de un edificio de enfrente. La cabeza del líder de la escuadra explotó de repente y Laje'ri sintió un martillazo en la barriga al ser alcanzado por un rayo láser. Las piernas dejaron de soportar su peso y vio que el suelo se le acercaba a gran velocidad, golpeándole en la cara. Las lentes del grabaimágenes se rompieron y, con un último esfuerzo, consiguió mantenerlo enfocado hacia Ui'k'tadie, al tiempo que observaba cómo el contador de tiempo que había en la esquina de su visor se iba acercando al cero. La conexión en directo con T'au estaba a punto de terminar.

Ui'k'tadie se acercó a su grabador y dijo: "La batalla casi se ha terminado. Los Exploradores han rastreado a los Gue'la que quedaban y allí... sí... creo que estoy viendo cuatro misiles dirigiéndose hacia su posición. Sí, ¡cuatro misiles acaban de impactar en la última defensa de los Gue'ia y creo que podemos concluir categóricamente que la resistencia ha terminado! Otra gloriosa victoria para el ejército del imperio tau y otro planeta que se añade a nuestra gloriosa expansión. En este preciso instante, me notifican que las bajas han sido mínimas y que no ha habido pérdidas graves".

La'je'ri lanzó un gemido y comprobó el contador otra vez. Cuando llegó a cero, aún consiguió decir: "Estamos fuera...".

Ui'k'tadie bajó el grabáfono y empezó a levantar a su subordinado del suelo.

La'je'ri lanzó un alarido de dolor. "¡Me han herido!", jadeó.

"No, no te han herido", le respondió Ui'k'tadie irritada. "La armadura ha absorbido el impacto. Estás perfectamente. Venga, vamos, no te hagas el remolón. Tenemos que entrevistar a los Guerreros de la Casta del Fuego para conseguir sus impresiones de la batalla".

La'je'ri lanzó otro gemido y se incorporó, doblándose por el dolor al recoger el grabaimágenes del suelo.

Seguro que existía una forma más sencilla de extender el Bien Supremo.

























































Tomado de la web de GW ES