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EL LOBO DE FENRIS

Una de las historias más infames de los Corsarios Rojos alude a la captura del Lobo de Fenris. Atrapado en una emboscada, este crucero de asalto de los Lobos Espaciales cayó tras un intenso combate cerca de Parenxes.


Para poder combatir, Huron Blackheart y sus Corsarios Rojos necesitan naves más que cualquier otro recurso. Sin su flota, los renegados del Torbellino se verían incapaces de lanzar incursiones en el imperio y tampoco podrían burlar las flotas imperiales punitivas enviadas en su busca. Los corsarios rojos no necesitan cualquier tipo de nave, sino aquellas que sean capaces de efectuar viajes interestelares a través de la Disformidad y sus correspondientes tripulaciones. Las naves ancestrales de los Garras Astrales forman el núcleo de su flota, pero la mayoría del resto de naves son pequeñas naves mercantes que han sido modificadas para convertirse en naves de guerra. Cuando las naves exploradoras de Huron regresaron con informes de que una patrulla de Marines Espaciales les esperaba para interceptarle mientras viajaba para efectuar una incursión en el mundo de Parenxes, el Segador Sangriento decidió capturar una de las naves para su armada.

LA BATALLA DE PARENXES


Al estar prevenido de la fuerza operante Astartes, Huron dejó a varias de sus naves en reserva. A continuación, tomó una ruta más larga hasta Parenxes, para alcanzar el sistema por el lado opuesto de la estrella. Como las naves de los Halcones de la Muerte y de los Lobos Espaciales se desplazaron para interceptar a la flota de los Corsarios Rojos, los refuerzos de Huron atacaron desde la dirección opuesta. Los Marines Espaciales fueron atrapados entre dos flotas renegadas y trataron desesperadamente de huir de la trampa. El combate a corto alcance fue encarnizado y varias de las naves de los Marines espaciales lograron abrirse paso a través de ellos. En lugar de perseguirlos como hubiera hecho normalmente, Huron decidió concretar sus esfuerzos en las dos naves restantes.
Huron envió una de sus naves a vigilar a las naves de los Astartes que se retiraban, en caso de que volvieran. Entretanto, maniobró con sus flotas para formar una amplia red que obligo a los Marines Espaciales a acercarse cada vez más a la estrella de Paranxes. Como sabía que los Marines girarían y combatirían, y con toda probabilidad autodestruirían sus naves antes de permitir que cayeran en manos enemigas, Huron dejó deliberadamente una brecha abierta en su flota, o al menos así lo parecía. En realidad, situó allí su nave insignia a potencia mínima para que no pudiesen detectarla a largo alcance. Efectivamente, los Marines Espaciales notaron la brecha y arremetieron a través de ella. Uno de ellos, un crucero de los Halcones de la Muerte quedó tan dañado en su huida que Huron lo dejó escapar, pues tampoco disponía de recursos para repararlo. La otra nave, el crucero de asalto Lobo de Fenris, sufrió un impacto que dejó inoperativos sus motores.
Era muy posible que los Lobos Espaciales destruyeran su nave si pensaban que podían ser capturados, así que la barcaza de combate de Huron permaneció escondida. En lugar de realizar un ataque de abordaje a gran escala, Huron envió a sus Corsarios Rojos en torpedos de abordaje un total de ciento veinte guerreros.


EL ASALTO INICIAL


Deslizándose casi silenciosamente a través del vacío, los torpedos de abordaje de los Corsarios Rojos se dividieron en tres oleadas. Cinco de ellos, junto a sus cincuenta renegados utilizaron explosiones pequeñas en sus impulsores para dirigirse hacia la sección de popa del Lobo de Fenris. Su misión era capturar la sala de maquinas y los reactores de plasma para que los Lobos Espaciales no pudieran destruir la nave por métodos más rápidos.
Solo cuando los torpedos estuvieron a menos de doce kilómetros fueron detectados por los augures de la nave de los Lobos Espaciales. Durante varios segundos las torretas de defensa abrieron un bombardeo furioso alrededor de la oleada de torpedos. A pesar de la intensa cortina de fuego, solo consiguieron destruir un torpedo, y los cuatro restantes dieron en el objetivo. Con las cargas de fusión, los torpedos de abordaje se abrieron paso a través del casco blindado del crucero de asalto. Los descargadores de metralla montados en sus extremos explotaron inundando el interior de las cámaras de la nave con una tormenta de metralla que arrasó a los defensores. Los siervos del capítulo, armados ligeramente por que ellos formaban parte de la tripulación de la nave de Marine Espacial, fueron segados a docenas. A continuación, detonaron unos campos fotónicos estroboscópicos que cegaron a los supervivientes y los frontales de los torpedos se abrieron como los pétalos de una flor dejando paso a los Corsarios Rojos.
Como sus sentidos automatizados no se vieron afectados por la barrera de fuego desatada por la entrada de los torpedos, los Corsarios Rojos descargaron una lluvia de proyectiles Bólter. Los siervos que sobrevivieron a la descarga cayeron rápidamente bajo el hacha y la espada, y en cuestión de medio minuto los Corsarios Rojos se hicieron con el control de las antecámaras alrededor del núcleo de plasma. Un contraataque liderado por uno de los sacerdotes de hierro de los Lobos Espaciales tuvo poco éxito, ya que entonces los Corsarios Rojos atacaron con sus cañones laser y rifles de fusión. Después, utilizaron bombas de fusión para abrir una brecha en la cámara del reactor principal. Cinco minutos después de la primera detección, los guerreros de Huron habían tomado el control de la sección de popa del Lobo de Fenris.

 

EL ATAQUE PRINCIPAL


Ayudado por su conocimiento de la doctrina de combate de los Marines Espaciales y el diseño común de los cruceros de asalto de los Marines Espaciales, Huron había dirigido este segundo ataque sobre un punto que se encontraba un tercio del camino de la proa de la nave. Tras atravesar las bóvedas de almacenamiento, treinta Corsarios encontraron resistencia inicial de dos escuadras de Lobos Espaciales en el muelle. Los dos bandos se enfrentaron intercambiando ráfagas de disparos de bólter a corta distancia y después se lanzaron a un encarnizado combate cuerpo a cuerpo. Lucharon con pistolas Bólter, espadas sierra, cuchillos, y en el caso de los Lobos Espaciales, con los colmillos. Aunque el combate fue sangriento, también fue breve, ya que los corsarios Rojos rápidamente invadieron la cámara y extendieron un perímetro en los corredores y cámaras de los alrededores. Como Huron había calculado, para este momento el contraataque de los lobos espaciales con los Corsarios Rojos en la sala de máquinas ganaba en velocidad. Los Corsarios Rojos habían improvisado barricadas adicionales en las que habían colocado sus armas pesadas para disparar con sus bólteres pesados y cañones laser en los corredores de acceso. Avanzando lentamente hacia el núcleo de resistencia, las escuadras de Lobos Espaciales vacilaron, y finalmente, fueron reducidos en vareas áreas que rodeaban el reactor de plasma de la nave y las antecámaras contiguas.
Fue entonces cuando Huron lanzó la tercera fase de su ataque. A la cabeza de las restantes escuadras de Corsarios Rojos, los Segadores Rojos atacaron directamente en el puente. Huron guio a su flotilla de torpedos de abordaje para abrir una brecha de al menos cincuenta metros en la cubierta de control, donde Huron lideró la carga por las enormes puertas blindadas hasta el puente abriéndose paso despiadadamente ante una escuadra de Lobos Espaciales que le bloqueaba el camino. Una vez asegurado el portal de entrada, los Corsarios Rojos llevaron un generador de campo para volar las puertas reforzadas de titanio que habían sido colocadas por el antiguo líder de los tecnomarines de los Garras Astrales, Armaneus Valthex. Como el generador de fase se estaba preparando, Huron dispuso a sus hombres a la espera de la respuesta de los Lobos Espaciales.
Los comandantes del puente pidieron refuerzos procedentes de los muelles de motores. Tras dejar a varias escuadras atrás para asegurar que no se lanzase ningún contraataque desde las secciones de popa, los Lobos Espaciales avanzaron para atacar la posición de Horus (supongo que será una errata y será Huron) en el exterior del puente. En este punto, las tres escuadras de la segunda oleada de los Corsarios Rojos les tendieron una emboscada y atraparon a los Lobos Espaciales entre su asalto y la retaguardia de las escuadras de los Segadores Sangrientos de la proa. Los Lobos Espaciales sufrieron graves bajas en los primeros minutos de la refriega y se vieron obligados a desviar los combates hacia Huron atravesando las cubiertas de estribor. Allí, los Lobos Espaciales estaban arrinconados debido al fuego continuo del segundo ataque de los Corsarios Rojos, reforzados por dos escuadras más enviadas por Huron.


EL LOBO CAE


Una vez asegurada su retaguardia, Huron dispuso a sus tecnomarines para que activasen el generador de campo. Después de proyectar un campo disforme localizado, el generador vaporizó un círculo perfecto alrededor de la puerta blindada. Iniciaron el ataque con un puñado de granadas de fragmentación, y a continuación, los Corsarios Rojos irrumpieron en el puente con Huron al frente. La tripulación de cubierta la formaban únicamente por unos cuantos Lobos Espaciales, pero estos lucharon a muerte. El comandante de la nave, Gnyrll Bluetooth, golpeó a Huron repetidamente con su hacha de combate, pero no pudo dañarle seriamente gracias a la armadura pesada del Tirano. En respuesta Huron destrozó al comandante de los lobos espaciales con la Garra del Tirano y le arranco los colmillos para guardarlos como trofeo. Con el puente y motores bajo su control, Huron dejo al Lobo de Fenris totalmente parado y señalo a su barcaza para conectarla y prepararla para un abordaje a gran escala.
Como su superioridad numérica era realmente aplastante, Huron pudo limpiar el vehículo de proa a popa eliminando toda resistencia. En los muelles armados del puerto, los Lobos Espaciales vendieron caras sus vidas mientras los sacerdotes rugían y aullaban su odio a los renegados. A estribor, al principio pareció que podría contenerse a los Corsarios Rojos en las cubiertas. Entonces sin previo aviso, varios Lobos Espaciales se revolvieron contra sus hermanos atacándoles desde atrás antes de que pudieran rendirse a la piedad de los Segadores Sangrientos. Ellos se retractaron de los votos hechos al Emperador, a Leman russ y a Los lobos Espaciales e hicieron nuevos juramentos de fidelidad a Huron. Como recompensa a su traición Blackheart los puso al mando del Lobo de Fenris.
El abordaje había llevado casi cuatro horas y había costado la vida de muchos Corsarios Rojos. Se recogió su semilla junto a docenas de esclavos lobos espaciales y se la dieron a lord Garreon, el que antiguamente fuera el apotecario de los Garras Astrales y ahora conocemos como Maestro de cadáveres. De esta forma Huron consiguió su mejor recompensa, el Lobo de Fenris.


Sacado del Codex Marines del Caos 5ª  por  BRAGO de la Colmena