Los Mil Hijos estaban acostumbrados a utilizar argucias y triquiñuelas mientras otras legiones se enfrentaban al enemigo directamente. Estas tácticas quedaron de manifiesto cuando Mordant Hex, Señor de Hechiceros de los Mil Hijos, dirigió una incursión sobre un mundo distante llamado Etiamnun III y situado cerca de la Franja Este. Este árido planeta carente de aire era el hogar de una pequeña comunidad de eremitas que, durante milenios, había llevado una vida de estudio y contemplación.

Pero esta paz se rompió para siempre cuando las barcazas de desembarco de los Mil Hijos aparecieron en los cielos. Imágenes recuperadas de un videograbador recogen la escena inmediatamente siguiente al aterrizaje, cuando todo el lugar se llenó de soldados vestidos con servoarmadura que avanzaban implacablemente.

Las imágenes demuestran que la reacción de los eremitas fue pacífica y de aceptación. Mientras los Marines Espaciales ocupaban los pasos de montaña que llevaban al hogar de los ermitaños, sus pobladores no mostraban los síntomas de pánico que habían sido normales ante un ataque del Caos.

 

Una figura con una armadura y una túnica brillantes se acercó a las grandes puertas de adamantio del monasterio y se mantuvo frente a ellas durante varios minutos antes de llamar nueve veces. Un grupo de agradables monjes se había congregado en la sala de apertura de la puerta y, cuando sonó el noveno aldabonazo, activaron el ritual de despresurización. En la cámara de apertura se observa serenidad en la cara de sus ocupantes cuando empieza a entrar la atmósfera. Las imágenes muestran cómo los monjes intentan respirar ante la ausencia de aire del exterior.

A continuación, las grandes puertas se rompen y, durante un solo segundo, se ve a los ancianos esforzarse por respirar mientras tras ellos se alzan las siluetas de guerreros con servoarmadura. Un instante después, las piernas de los eremitas se quiebran y estos caen al suelo de la cámara por culpa de los gases, solo para ser rematados por las estatuescas figuras vestidas con servoarmadura.

El resto del asalto fue poco más que una masacre. Los Mil Hijos entraron en el reclusorio y dispararon a todo aquel que permaneceise en pie. Poca, o ninguna, fue la resistencia que se ofreció.

Hex y su fuerza entraron en el interior del complejo excavado en la montaña y en lo más profundo de esta encontraron aquello que habían ido a buscar. La cámara central albergaba una entrada a la telaraña eldar hace tiempo olvidada: lo que no se sabe es si fue olvidada por los Eldars o si la habían cerrado ellos mismos. Y algo que solo puede llegar a imaginarse es el daño que el Señor de Hechiceros de los Mil Hijos puede llegar a ocasionar ahora que tiene acceso a los caminos de los Eldars.