Articulo de trasfondo sobre las Adepta Sororitas

A spiritu dominato,

Domine, libra nos,

del rayo y la tempestad,

Emperador, libranos

de la peste, la tentación t la guerra.

Del azote del Kraken.

Emperador, libranos.

De la blasfemia de los Descarriados.

Emperador, libranos.

De los engendros demoniacos.

Emperador, libranos.

De la maldición de los mutantes.

Emperador, libranos.

A morte perpetua,

Domine, libra nos.

Porque solo la muerte pueden esperar de vos,

ninguno se librará de vos,

ninguno será perdonado por vos,

te lo rogamos, destrúyelos.


Invocación del Fede Imperiales, generalmente denominada Oración de Batalla del Adepta Sonoritas.

 

 

El Adepta Sororitas está formado exclusivamente por mujeres, recibiendo en ocasiones el nombre de Hermandad, aunque hay quien prefiere utilizar el nombre original de Hijas del Emperador. La Hermandad normalmente se asocia con las Hermanas de Batalla de la Orden Militante, pero ésta no es su única función dentro del Imperio. Existen otras tres órdenes mayores en el Adepta Sororitas, y muchas órdenes más que quizás sólo cuentan con unos cien miembros cada una.
Todas las Órdenes de la Hermandad están repartidas entre los dos mundos principales de la Eclesiarquía: la Tierra y Ophelia VII. El Adepta Sororitas posee un gran Convento en cada uno de los planetas, que sirve de hogar para los miembros de todas las Órdenes. La mayor parte del tiempo, las Hermanas no viven es ese convento, si no que están cumpliendo alguna misión en lugares remotos del Imperio. Sin embargo, todo el Convento bulle de actividad con las nuevas reclutas y el personal administrativo, incluso cuando la mayor parte de sus miembros están combatiendo en una Guerra de la Fe o cumpliendo alguna otra misión.
Al frente de cada Convento se encuentra una Priora, que sólo debe responder ante el mismísimo Eclesiarca. Las Prioras tienen a su servicio un gran equipo de personal administrativo y entre ellas forman la autoridad espiritual de la Hermandad, después del Eclesiarca. Las Prioras son elegidas de entre las Hermanas de las diversas Órdenes. Se ha dado el caso de que una Priora acompañe a sus subordinadas en caso de necesidad. Por ejemplo, es raro pero no infrecuente que una Priora acuda junto a sus Hermanas de Batalla a un Guerra de la Fe. Los servicios religiosos y las ceremonias más importantes son oficiadas por la Priora, que también es la principal guardiana de las almas de sus Hermanas.
Cada Orden está dirigida por una Canonesa y sus Hermanas Superioras. Ellas se encargan del entrenamiento de las nuevas reclutas, del cumplimiento de las sesiones de rezos regulares (normalmente varias al día) y el mantenimiento de sus propios asuntos. Parte del puritano estilo de vida de la Hermandad se basa en el aislamiento, por lo que tan sólo la Canonesa y las Hermanas Superioras más experimentadas se encargan de las relaciones con el exterior, incluso con otras Hermanas de Órdenes distintas. Las Hermanas están totalmente consagradas a una misión o disciplina, y no toleran distracción alguna de sus estudios.
Las Órdenes más conocidas de la Hermandad son las Órdenes Militantes. Estas Hermanas de Batalla siguen las doctrinas originales de las Hijas del Emperador. Buscan la perfección en sus habilidades marciales para purificar sus mentes y consagrarse al Emperador. Las Órdenes Militantes están divididas en unidades militares. Cada escuadra está al mando de una Hermana Superiora. La Hermana Superiora más veterana puede ostentar el control organizativo sobre varias escuadras tácticas, pero en combate cada escuadra es considerada generalmente como una entidad individual. Las Hermanas de Batalla de mayor habilidad y experiencia reciben un entrenamiento especial, aprendiendo los ritos más antiguos de la Orden. Estas tropas de élite son conocidas como Serafines, y las más fiables y espirituales de entre ellas se convierten en la guardia personal de la Canonesa de la Orden.
Cuando Sebastian Thor ocupó la posición de Eclesiarca apenas tenía 4.000 Hijas del Emperador a sus órdenes. Después de la fundación del Adepta Sororitas, estas guerreras fueron divididas entre los Conventos de Ophelia VII y la Tierra (el Convento Sanctorum y el Convento Prioris, respectivamente). Cuando las reclutas volvieron a llegar desde la Escuela Progenium, las filas del Adepta Sororitas aumentaron hasta disponer de más de 10.000 combatientes, y el Eclesiarca que sucedió a Thor (Eclesiarca Alexis XXII) dividió cada uno de los Conventos en dos Órdenes, fundando las Órdenes Militantes del Cáliz de Ébano, del Corazón Valeroso, del Corazón Ardiente y del Sudario de Plata.
Dos mil quinientos años más tarde Deacis VI creó dos Órdenes Militantes más (las Órdenes de la Rosa Ensangrentada y de la Rosa Sagrada), y los edificios de los Conventos tuvieron que ampliarse para acomodar a casi 15.000 guerreras en cada uno. En los últimos años, el número de miembros de las Órdenes Militantes ha disminuido ligeramente, y cada Orden posee entre 3.000 y 4.000 Hermanas de Batalla, de las cuales quizás entre 500 y 750 están entrenadas como Serafines. Estas guerreras están dispersas por toda la Galaxia en varias zonas de combate durante largos períodos de servicio. El número de miembros de una Orden crece y decrece irregularmente, dependiendo de la calidad de las reclutas disponibles y las bajas sufridas en combate. A veces, una Orden puede contar con no más de unos cientos de guerreras, mientras que en otras ocasiones puede llegar a alinear un máximo de seis o siete mil combatientes por el Emperador. Normalmente no todas están en primera línea, si no que se deja una reserva de unos miles de Hermanas de Batalla y Serafines por si se necesita su intervención.
Las Órdenes Hospitalarias acompañan a la Guardia Imperial y a la Armada Imperial para proporcionar apoyo médico. Están absolutamente dedicadas a la preservación de la vida, y muchos soldados hubiesen muerto de no ser por sus atenciones. Las Órdenes Hospitalarias no sólo actúan como cirujanos, médicos y enfermeras, si no que también proporcionan cuidados espirituales a los moribundos y llevan a cabo actos de profunda compasión.
Las Órdenes Hospitalarias ayudan a los pobres y marginados, fundando hosterías y albergues para los más necesitados. Mostrando su propia fe espiritual y su rígida disciplina a los demás, salvan muchas almas de los poderes de la oscuridad y convierten a los potenciales descontentos y criminales en buenos trabajadores Imperiales. Las Órdenes Hospitalarias trabajan en coordinación con el Misionarius Galaxia para fundar clínicas y hospitales en planetas recién colonizados, llevando las maravillas de su ciencia y creencias a los nativos.
El lenguaje y los idiomas son la especialidad de las Órdenes Dialogantes. Aquellas que tienen una mayor aptitud para la traducción encuentran un lugar entre sus filas, donde aprenden aún más idiomas. Aunque existen departamentos del Adeptus Terra dedicados al estudio de todas las formas de comunicación, las Órdenes Dialogantes utilizan sus talentos de forma más práctica. Aunque el Imperio posee un único idioma, el Gótico Imperial, en sus fronteras coexisten miles de dialectos, jergas, idiomas minoritarios y lenguajes de batalla. Cuando un Misionero encuentra una nueva civilización, se le asignará una Hermana Dialogante para ayudarle a aprender el idioma nativo y poder comunicarse sin trabas. Las Hermanas Dialogantes acompañan a la Armada y a la Guardia Imperial, traduciendo las órdenes del alto mando a la lengua vulgar y a los dialectos de los soldados que componen cada regimiento. Las Órdenes Dialogantes también son hábiles negociadoras y muchas veces colaboran con el Adeptus Terra para favorecer el diálogo entre organizaciones e individuos.
La cuarta Orden principal es la Orden Famulata. Las integrantes de esta Orden están dedicadas a la organización de las dependencias de los altos funcionarios. Sirven a los nobles y Comandantes Imperiales como delegadas y consejeras. Gobiernan los asuntos de las familias nobles y dirigen sus negocios en su nombre o cuando están ausentes. De esta forma la Eclesiarquía mantiene un control férreo sobre los individuos más poderosos del Imperio. Las Famulatas imponen un estricto estilo de vida e intentan controlar los excesos de aquellos a los que han sido asignadas. Conciertan matrimonios y tratados entre las familias, apaciguando las disputas y enemistades ancestrales, y resuelven problemas que de otra forma podrían acabar con la estabilidad en determinadas zonas.
Con sus miembros en todos los estratos de la sociedad, la Hermandad consigue mantener un cierto control en los asuntos del Imperio. Las Órdenes Famulatas informan de las actividades de las casas nobles; las Órdenes Dialogantes pueden informar a sus superiores de las negociaciones y los acuerdos que se llevan a cabo por todo el Imperio; las Órdenes Hospitalarias presencian muchas situaciones a pie de calle que pueden pasar desapercibidas pero que son importantes, como un repentino aumento de descontentos entre las capas sociales más bajas. Por todo ello el Adepta Sororitas es una herramienta muy útil política y socialmente, y con el brazo armado de las Órdenes Militantes, la Hermandad dispone de la protección y el poder necesarios para mantener sus actividades.