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Sacado del codex Cazadores de Demonios.

 

"Algunos integrantes de nuestro Ordo dicen que solo busco mi propio beneficio. Tienen razón. Mi beneficio es acabar con lo demoníaco y, si para ello debo llevar a la guerra a un sector entero, lo haré. Soy un humilde sirviente del Emperador y solo aquellos que tengan tratos con el Caos deben temer mi ambición".
Inquisidor Díaz de Torquemada

Aunque ya era un hombre temido en todo el sector Formosa, fue en la sala de mármol del Cónclave de Varoth cuando el Inquisidor Torquemada cimentó su reputación ante los señores supremos del Ordo Malleus. El Inquisidor Laredian, Alto Protector del sector Formosa, había convocado el cónclave a causa del descubrimiento de un cristal poseído demoníacamente que había encontrado en manos de los integrantes de una secta que había purgado unos meses antes. El Inquisidor Laredian propuso que se estudiara el artefacto y que el Ordo lo utilizara para localizar y destruir a los seguidores de los Poderes de la Ruina. Cuando Laredian acabó de dirigirse a los inquisidores allí reunidos, Díaz se levantó de su asiento y se dirigió hasta el centro del auditorio, con su martillo demonio apoyado de manera chulesca sobre su hombro y seguido por varios querubines que revoloteaban a su alrededor. Sin previo aviso, dejó caer su martillo sobre el cristal demoníaco y lo rompió en mil pedazos.

"¡Laredian es un blasfemo y tiene tratos con las abominaciones del Caos! ¡Declaro a él y a sus estudios Extremis Diabolus!"

El cónclave estalló en un clamor ante esta flagrante ruptura de protocolo y Torquemada fue objeto de las más airadas frases de desaprobación por parte de todos los allí presentes. Sin inmutarse, pidió un reloj de arena que marcase una hora de tiempo y, tras darle la vuelta, dijo que probaría que sus afirmaciones eran ciertas antes de que cayera el último grano de arena. Laredian era un inquisidor con gran experiencia y reputación, pero no tanta como para escapar a una acusación de Extremis Diabolus, y no le quedó más remedio que enfrentarse a las acusaciones vertidas sobre su persona. En la exposición de Torquemada se probó que Laredian no solo había hecho uso de huéspedes demoníacos, sino que también había prohibido textos religiosos y había utilizado los métodos del enemigo. Ante tal evidencia, Laredian fue hallado culpable de Afinidad con lo Disforme, de practicar las artes prohibidas y de Herejía contra el Dios Emperador. Fue ejecutado por el propio Díaz y sus cenizas fueron lanzadas al corazón de una estrella.

Durante los siguientes años, Díaz de Torquemada fue laureado por desenmascarar a Laredian y llegó incluso a ocupar su puesto como Alto Protector del sector Formosa, un puesto que siempre había ansiado... Aunque hubo voces en el Ordo Malleus que desaprobaron su rápida ascensión, nadie podía negar que los métodos de Torquemada eran expeditivos. Pero la ambición de Torquemada no tenía límites: para combatir mejor al Caos tenía que tener un alto cargo. El reloj de arena y su martillo demonio se convirtieron en símbolo de su autoridad y no había hereje que no confesara sus crímenes antes de que la arena acabara de caer. El inquisidor se convirtió en el Azote de los Xetoritas tras exterminar su civilización durante la Rebelión de Lorgamar y bajo su mando se purgaron las Nebulosas de Medarea, acto por el que fue nombrado Gran Inquisidor por los Maestres Secretos del Ordos Formosa. Limpió las colmenas de Opridia de la corrupción extendida por el Señor de la Plaga durante la Gran Purga de 956.M41. En la década siguiente, acabó con los ingenieros demoníacos del mundo forja Glovoda. En señal de agradecimiento por este último acto, el Adeptus Mechanicus recompensó a Díaz de Torquemada con una ciberáguila psíquica bicéfala, una criatura augmética a través de la cual el inquisidor puede canalizar sus ya de por sí extraordinarios poderes psíquicos. Dedicado y cruel más allá de todo límite, Díaz se convirtió en una figura temida en todo el sector y la mera visión del reloj de arena aterrorizaba a aquellos que tenían que enfrentarse a él, por lo que muchos confesaban los pecados que habían cometido sin que el iquisidor tuviera que girar el reloj siquiera.

El séquito de Torquemada está compuesto por cientos de cofrades. Bajo su mando tiene algunos de los hombres más puros y algunas de las mentes más portentosas del Collegias. A lo largo de sus años de servicio para el Ordo Malleus, nunca ha renunciado a enfrentarse en batalla a aquellos que adoran al Caos, a aplastarlos con su martillo o a torturarlos en las mazmorras de la fortificación inquisitorial de Némesis Tessera. Se dice que la simple mención de su nombre hace que los demonios tengan que abandonar el plano material.