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 La llegada de Roboute Guilliman fue un buen augurio para la gente de Macragge. Los escribas grabaron muchos acontecimientos extraños y un pasaje en el diario de Konor ofrece una pista significativa respecto al misterio que rodea a los primarcas de los Marines Espaciales. Estos escritos han sido preservados por los bibliotecarios de los Ultramarines y su palabra ha iluminado y dividido a los historiadores imperiales en igual medida.

"Tales sueños, que podrían hacer pensar a un hombre que ha perdido la cabeza o, peor, que es presa de un demonio, me asaltan cada noche. Hace tres meses que no hay una noche en la que no me despierte al oír un grito tan terrible que no puedo creer que sea proferido por mí mismo. Cada noche oscuros terrores con garras y dientes intentan rasgar mi carne y darse un festín con mi alma. Los físicos me preparan infusiones de raíz de lassiam, pero esto tampoco me ayuda. Hasta anoche pensé que iba a enloquecer. Pero, mientras soñaba con monstruos que querían beberse el tuétano de mis huesos, vi una figura vestida con una armadura de hierro tocada por un águila tan bruñida que parecía de plata. Un yelmo de bronce oscurecía la cara del guerrero mientras él permanecía de pie, sosteniendo una espada que vibraba con poderosas energías. Las bestias oscuras se arremolinaban en torno a él, pero se las quitaba de encima fácilmente con su poderosa arma y estas desaparecían aullando. Cuando acabó con la última bestia, el guerrero se dio la vuelta y de repente me encontré junto a las Cataratas de Hera, en el Valle de Laponis. Mientras el rocío de la gran catarata me empapaba, vi un niño con cabellos dorados sentado en el suelo. El guerrero me pidió que protegiera al niño y, cuando estaba cogiéndolo en mis brazos, me desperté sintiéndome mucho más descansado que hace meses. ¿Un sueño o una visión? No lo sé, pero me desperté con la cara aún húmeda por el fresco rocío de montaña".

De acuerdo con la leyenda, el Valle de Laponis era el lugar en el que se había coronado al primer Rey Guerrero de Macragge y, al día siguiente, Konor se dirigió a las Cataratas de Hera junto con su escolta. Semanas después, la expedición del rey llegó a las vastas cataratas cuyas glaciales aguas tenían una caída de miles de metros y producían un sonido como de truenos. Allí, y envuelto en pañales, descubrieron al niño que Konor había visto en su visión. Cómo llegó aquel niño a aquel aislado valle es un misterio que nunca podrá resolverse, pero en Macragge se consideró un muy buen augurio que el niño fuese encontrado en un lugar de tal significado histórico. Konor llevó el niño al palacio y lo llamó Roboute, que significa "el más grande".

 

Sacado del Index astartes de los Ultramarines.Por Me