OPUS-Recopilado por Benethor  de la Colmena del Index astartes IV de los Salamandras

De entre la de todos los primarcas del Emperador, la leyenda de Vulkan es una de las más conocidas. El Opues Prometero (fuente de muchos de los datos conocidos sobre Vulkan por el Imperio) habla de un cometa que descendió a gran velocidad sobre Nocturne y dejó una estela de fuego en el cielo durante el Tiempo de la Prueba, un periodo de gran agitación en la que el planeta sufría a menudo fuertes terremotos y erupciones volcánicas. Nadie puede precisar si esto se debió a la llegada del primarca o si tan solo fue un aviso de su llegada. Nocturne era un árido planeta volcánico, una tierra rocosa surcada de riscos, acantilados y montañas de basalto, que poco podía ofrecer a sus primeros pobladores excepto la riqueza de sus vastos depósitos de mineral. desde tiempos inmemoriales, los piratas Eldars habían atormentado a las gentes de Nocturne mediante constantes incursiones a los pequeños asentamientos en las que hacían prisioneras a todos los niños que podían, Por tanto, la gente del planeta era fuerte y práctica y apenas tenía tiempo para el ocio y el descanso.
Narra el Opus Prometeo que el primarca fue encontrado una mañana por un herrero llamado N´bel cuando este entraba en su herrería. No se sabe si encontró un niño en pañales o un joven infante, pero la presencia de un niño en la herrería era lo suficientemente extraña como para que N´bel lo llevase ante el concilio de su asentamiento. Durante muchos de los largos años de Nocturne, los sabios habían profetizado la llegada de un salvador, un guerrero que llegaría hasta ellos desde los cielos para librarles de los decadentes Eldars. Por eso la población reconoció inmediatamente la grandeza del niño encontrado por N´bel. Nadie se atrevía a reclamar como suyo al primarca, por lo que se decretó que N´bel lo tomaría como hijo y aprendiz. El maestro herrero le puso el nombre de Vulkan, como el rey de las salamandras, los lagartos gigantes que vagaban por los volvanes de Nocturne.

El crecimiento de Vulkan fue extraordinario. En solo tres años ya era más alto y fuerte que cualquiera de los hombres del asentamiento y su pensamiento era más afilado y preciso que el de las hojas forjadas en Nocturne. Aprendió con rapidez todo lo que N´bel le enseñó sobre cómo trabajar el metal y no tardó en superar la reconocida habilidad de su padre adoptivo. Fue Vulkan quien enseñó a las gentes de Nocturne los mayores secretos de los metales, los misterios de su manejo, cómo doblarlos, las aleaciones y los enlaces; lo que incrementó notablemente la ya de por sí considerable habilidad para forjar armas y artilugios de esta gente.

El Opues cuenta que, durante el cuarto año de Vulkan , los Eldars llegaron hasta su asentamiento para saquearlo y arrasarlo. Hacía tiempo que los habitantes del asentamiento se habían acostumbrado a los ataques de los Eldars y habían diseñado varios e ingeniosos métodos para esconderse de los atacantes. Pero Vulkan, a pesar de los ruegos de los sabios, dijo que no se iba a esconder de nadie y se quedó en pie en el centro del asentamiento, con sus dos martillos de faena cruzados sobre sus hombros. Acicateados por su coraje, los hombres del asentamiento abandonaron sus escondites y se dispusieron junto a Vulkan para desafiar a los atacantes. Vulkan se mantuvo a la cabeza de la defensa durante todo el día y acabó con cien Eldars con la única ayuda de sus martillos de herrero. Los asaltantes se dieron a la fuga ante la ira de Vulkan y la historia del triunfo del asentamiento se extendió como la pólvora por todo Nocturne. Los líderes de los siete asentamientos más importantes viajaron rápidamente hasta allí para rendir homenaje a Vulkan y pedirle que les enseñara a combatir a los Eldars. Juraron no volver a esconderse y plantar cara y destruir a su enemigo. Se tomó la decisión de llevar a cabo una celebración de la victoria, en la que se incluiría un vasto torneo para demostrar la habilidad con las armas y la destreza en el oficio.

En un pasaje del Opus, con el título de "El extranjero", hay una historia que relata cómo se reunió Vulkan con el Señor de la Humanidad. En él se dice que en la entrada del asentamiento de Vulkan apareció un extranjero durante la ceremonia de apertura de las celebraciones. Pidió que se le dejase tomar parte en el torneo y, aunque no confesó de dónde venía, le fue permitido participar. Su piel era pálida y sus atuendos extravagantes, y todo el mundo podía percibir que se trataba de un poderoso individuo. Proclamó ante los espectadores allí reunidos que podría vencer a cualquiera de los participantes del torneo y la concurrencia se rió ostentosamente, ya que pensaba que nadie podría igualar el intelecto, la psique y la habilidad de su sobrehumano líder. Vulkan y el extranjero convinieron que el perdedor habría de jurar obediencia eterna al vencedor.

El torneo duró ocho días y en él se incluyeron muchas muestras de fuerza y resistencia. Ni siquiera los hombres más fuertes consiguieron levantar el yunque más de una hora y media sobre sus cabezas en la prueba de alzamiento de yunque, mientras que Vulkan y el Emperador lo mantuvieron durante medio día, momento en que los jueces concedieron un empate para poder efectuar la siguiente prueba. Según avanzaban las pruebas, ambos individuos demostraron estar muy igualados tanto en habilidad como en fuerza. En algunas pruebas, uno de ellos ganaba por poco al otro, pero apenas había diferencia. Y entonces llegó la prueba definitiva: la cacería de salamandras. Cada uno de ellos tenía un día entero para forjar un arma con la que dar caza a la mayor salamandra que pudiera. Aquel que trajese de vuelta el animal muerto más pesado ganaría el torneo y obtendría la pleitesía eterna del otro.

El golpeteo de los martillos sobre el metal resonó en las colinas volcánicas durante todo un día. Ninguno de los dos hombres se detuvo ni un minuto, ni siquiera para descansar. Cuando el sol de Nocturne se hundió tras las montañas, los ojos de todos se giraron hacia los picos más altos en busca de escamas de fuego, signo de la presencia de salamandras gigantes. Vulkan fanfarroneó diciendo que subiría al Monte del Fuego Letal, lugar en el que se podía encontrar los mayores dracos de fuego, enormes monstruos con aliento de fuego que llegaban a pesar varias toneladas. El extraño asintió y dijo que él acompañaría a Vulkan allá donde este fuese.

Se dice que ambos escalaron las accidentadas montañas con una increíble rapidez y saltando de roca en roca con sus armas prestas para el enfrentamiento. El extranjero llevaba una espada extraordinariamente afilada y Vulkan un inmenso martillo de cabeza plateada. Aunque desaparecieron de la vista, los cielos no tardaron en llenarse con el clamor de la batalla y las llamas de los dracos de fuego lamían las nubes de humo que rodeaban los volcanes. Vulkan fue el primero en encontrar su pieza, ala que destrozó su blindada cabeza con un fuerte golpe de su martillo. El extranjero encontró una salamandra mayor que la de Vulkan en lo más alto de la montaña y se dispuso a darle caza. Mientras Vulkan llevaba su pieza al asentamiento, no podía imaginar que le esperara un horrible destino en el momento en el que el Monte del Fuego Letal decidió cobrar vida y lanzar rocas y lava a kilómetros de altura. Vulkan quedó colgado de un precipicio durante varias horas con una sola de sus manos, pues con la otra asía la cola de la enorme salamandra muerta. Vulkan no estaba dispuesto a perder su premio, fuera cual fuera el precio que tuviera que pagar para ello. Aunque el volcán seguía en erupción y este sabía que no aguantaría mucho más, se oponía a soltar su captura.
El extraño apareció gritando su nombre al otro lado de un río de lava justo cuando Vulkan estaba a punto de soltarse. Vulkan respondió al tiempo que alcanzaba a ver la pieza de su rival era mayor que la suya. El Primarca se encontraba ya muy débil tras toda una semana de torneo, pero era demasiado orgulloso para pedir ayuda, aunque empezara a temblarle la mano con la que se asía. Sin embargo, el extranjero se dio cuenta del peligro en el que se hallaba Vulkan y utilizó el cuerpo sin vida de su presa a modo de puente para atravesar el río de lava. El extranjero llegó hasta el Primarca dando grandes zancadas y consiguió asir su mano justo en el momento en el que se soltaba y caía al abismo. Cuando Vulkan sintió que los fuertes brazos del extranjero le estaban subiendo, buscó la presa de su rival con los ojos y vio que la lava la estaba convirtiendo en cenizas.

Cuando ambos volvieron al asentamiento del Primarca, los jueces declararon la victoria de Vulkan, ya que el Emperador volvía sin pieza alguna. La gente de allí reunida empezó a vitorear a su líder, pero Vulkan los calló a todos. Mientras le observaban atentamente, clavó una rodilla ante el extranjero y bajó la cabeza a modo de reverencia antes de proclamar que un hombre que valoraba la vida por encima del orgullo era justo merecedor de sus servicios. El extranjero pidió a Vulkan que se levantase y retiró la ilusión óptica con la que se había disfrazado, revelándose así como Santo Emperador de la Humanidad. La población de Nocturne cayó de rodillas sobrecogida y, desde aquel día, su planeta pasó a ser el mundo natal de la Legión de los Salamandras en memoria de las poderosas bestias que habían unido al Primarca a su señor.