Guardia del Cuervo (gracias a maktub de El-cubil)
Este transfondo es radicalmente distinto al actual.Es mucho mas antiguo y es muy interesante.

Disfrutadlo.



Corax

La Guardia del Cuervo, Capítulo 19, fue fundada en los últimos años de la Gran Cruzada. El Emperador y sus Legiones llegaron a Deliverance, un mundo selvático en el extremo occidental del Segmentum Obscurus. Los escáneres orbitales descubrieron una única Ciudad Colmena de proporciones enormes, pero sin defensas de ningún tipo. Equipos de investigación liderados por el propio Emperador aterrizaron para descubrir habitantes humanos y artefactos de la Era Oscura de la Tecnología. Las máquinas no eran empleadas por los nativos, que vivían en comunidades tribales al pie de las gran pirámide. Las comunicaciones iniciales con los lugareños proporcionaron la historia reciente del planeta a los investigadores. De acuerdo con esas historias, el planeta se había librado recientemente de la dominación de los habitantes de la Ciudad Colmena, que empleaban a las tribus como mano de obra esclava.
Los pueblos que vivían alrededor de la gran ciudad habían sufrido semejante estado durante siglos, hasta que el jefe de una de las tribus, Corax, las unió alzándolas en rebeldía. Entraron en masa en la Ciudad Colmena, rompiendo sus grilletes y empleando lanzas y espadas contra las armas láser de los defensores. Diez mil guerreros murieron en el ataque inicial, pero mientras seguían su avance hacia los pisos superiores de la ciudad, consiguieron destruir la grandiosa planta de energía que proporcionaba abastecimiento a todos los niveles. Con las salas a oscuras, y su munición escasa, los defensores cayeron mientras los tribales los cazaban por las calles y salones a oscuras. Los mejores soldados de la ciudad se refugiaron en las esferas más altas de la ciudad. La victoria pareció decantarse hacia los insurrectos hasta que comenzó un bombardeo vírico de los niveles más bajos de la ciudad.
Los antiguos esclavos murieron por centenares, sin medios para defenderse de la enfermedad. Con el ataque detenido por la plaga, los nativos hicieron lo que pudieron para defender lo que habían conquistado mientras los defensores de la ciudad contraatacaban por primera vez en meses. Su victoria tan cercana parecía condenada, mientras los esclavos liberados, enfermos y desmoralizados, eran aniquilados por las tropas de refresco. Una fuerza expedicionaria salió de la ciudad y masacró a las mujeres y niños que estaban en los campamentos cuidando a los heridos.
Entre estos muertos estaban Felinon y Tigrissa, los viejos padres adoptivos del Jefe Corax. El mensajero temblaba mientras relataba tal noticia al gigantesco líder de los rebeldes, pero no tenía por qué haber sentido miedo. Con el rostro pálido, Corax estuvo un rato mirando al vacío, y luego con movimientos bruscos se acercó a su estante de armas. Cogiendo sus jabalinas y su espada, abandonó la estancia. Los centinelas fueron los últimos en verle mientras desaparecía por los desiertos corredores de la Ciudad Colmena.
Con la marcha de Corax, los demás jefes no estaban seguros de lo que hacer. Enviaron exploradores para localizar a sus enemigos, y fueron estos los primeros en ver las señales de la masacre. En la oscuridad de las salas se encontraron con el primer destacamento de las fuerzas de la ciudad, desmembrados por una fuerza inimaginable. Éste fue el primer acto de lo que las tribus llamaron La Venganza.
Corax, ciego de furia por las muertes de su familia y su pueblo, comenzó una guerra de un solo hombre contra la Ciudad. Acechó en las avenidas en silencio, descendiendo de los pozos de ventilación para masacrar a todos los hombres con los que se cruzaba. Batallones enteros cayeron ante su espada mientras ascendía más y más por la ciudad llevando la muerte a todas partes. Los exploradores lo siguieron hacia lo alto de la cúpula y fueron ellos los que contaron con detalle su batalla final. Como una fuerza de la Naturaleza Corax se abrió camino por entre la élite de los guerreros de la ciudad para enfrentarse al gobernante de la ciudad, Lord Cortez.
Con sus guardaespaldas muertos o huidos, estaba atrapado en sus propias habitaciones. Los exploradores llegaron a las grandes puertas dobles a tiempo para escuchar el último intercambio de palabras entre los dos. Cortez se encontraba apuntando una pistola láser al pecho del jefe tribal cuando los exploradores entraron. Antes de que pudiesen actuar, el cruel líder le disparó en pleno pecho. La lanza luminosa le impactó en el centro de su cuerpo, quemando un brillante agujero a través de él. Pero Corax no cayó. Cubierto de heridas por sus batallas a lo largo y ancho de la Ciudad Colmena, miró a los ojos a Cortez y dijo: 'La venganza no termina con la muerte'. Los ojos del dictador se abrieron de par en par cuando el brazo del Primarca se alzó y cayó de nuevo para decapitarlo limpiamente. Permaneció mirando el cuerpo durante un instante, y entonces se volvió con los ojos en blanco, caminando fuera de la habitación. Cuando sus guerreros intentaron seguirle, no encontraron ninguna pista del lugar al que podía haber ido. Los exploradores regresaron ante sus jefes y les contaron lo que había ocurrido, y que la guerra había terminado.
De Corax no había ni rastro. No se había reunido con su gente, si no que parecía haberse internado en la jungla. Los jefes declararon maldita la ciudad y nadie excepto los más valientes o locos se atrevían a vivir en su nivel inferior. La gente creía que las partes altas de la ciudad estaban encantadas por el derramamiento de sangre que se había producido y por el mal que allí había vivido. Sin embargo nadie podía decir qué había sido del gran guerrero que había purgado la ciudad de su mal, aunque muchos creyeron que había muerto finalmente por la terrible herida que Cortez le había infligido. Otros decían que su corazón ya estaba roto por la muerte de su familia, y que había abandonado el mundo de los hombres para vagar con los espíritus de la jungla.
Los investigadores informaron al Emperador de que tales hechos habían ocurrido probablemente en los últimos diez años estándar.
Sintiendo curiosidad sobre este jefe perdido Corax, y quizás presintiendo su verdadera naturaleza, el Emperador ordenó una búsqueda masiva. Los nativos, aunque suspicaces por el despliegue tecnológico de la fuerzas Imperiales, los condujeron al lugar donde su familia había sido asesinada. Era el único lugar que se les ocurría para empezar a buscar.
Contra el consejo de sus ayudantes, el Emperador buscó en solitario por toda la zona de selva que según los tribales había sido el hogar del gran Jefe. Fue allí, entre los humeantes claros de la jungla, donde una lanza se clavó a escasos centímetros de la cabeza del Señor de la Humanidad.
Completamente quieto, el Emperador observó los árboles con sus penetrantes ojos, pero su atacante permanecía oculto. Repentinamente una rama se partió a sus espaldas. Girándose bruscamente, vio una figura humana gigantesca, de pelo color cuervo, con una basta espada en su mano. El Emperador reconoció a su hijo, pero antes de que pudiese hablar el bárbaro se abalanzó sobre él. Incapaz de hacer otra cosa, el Emperador golpeó con su mente, despedazando la espada que llevaba su atacante. Los ojos del Primarca se abrieron como platos y cayó de rodillas.
Como un poseído, el impredecible Primarca comenzó a hablar como si hubiese caído en trance. Suplicó el perdón del Emperador, diciéndole que había tenido visiones en las que se le había anunciado su llegada. Explicó que un espíritu le había hablado, anunciándole que llegaría un gran pájaro del cielo, con el poder de matar con la mirada. Dijo que era el poder del sol, de las estrellas y de todo el cielo. Que entonces se lo llevaría al mundo de los espíritus, donde se uniría a su familia, su verdadera familia.
Allí, en el bosque, el Emperador perdonó a su hijo por el ataque y le explicó sus verdaderos orígenes. Corax acompañó a su creador de vuelta a la gran nave que orbitaba sobre el planeta. En Deliverance quedaron muchos misioneros y predicadores que ayudarían a reconstruir la infraestructura y educación del populacho. Corax recibió más tarde el mando de la 19ª Legión de Marines Espaciales, que fue llamada la Guardia del Cuervo.

La Herejía de Horus

Durante la rebelión de Horus contra el Emperador la Guardia del Cuervo luchó a lo largo de los Bordes Sureños contra un Waaaaagh! Orko liderado por el Señor de la Guerra Kruk Piñozgrandez. Cuando las fuerzas de Marines Traidores cayeron sobre la Tierra, la Guardia del Cuervo estaba demasiado lejos del núcleo del Imperio como para tomar parte en la lucha. Fue tras la última lucha a bordo de la nave insignia del herético Horus, cuando los Cuervos llegaron apresuradamente en ayuda de su señor. Los Ultramarines y los Lobos Espaciales les habían precedido y los Marines del Caos estaban siendo empujados de vuelta al área conocida como el Ojo del Terror.
Lleno de amargura por haber fallado a su voto de proteger al Emperador, el Primarca llegó en audiencia al Trono Dorado. Allí, entre su verdadera familia, el Primarca de la Guardia del Cuervo juró venganza contra los asesinos de su padre. Rogal Dorn, Jaghatai Khan, Ferrus Manus y Vulkan estaban presentes en tal ceremonia. Roboute y Russ estaban persiguiendo aún a los traidores. Fueron los últimos en ver a Corax con vida, y las palabras exactas que se pronunciaron sólo están vivas en sus recuerdos.
A la mañana siguiente el Alas de Oscuridad, la nave insignia de Corax, junto con la 1ª Compañía de la Guardia del Cuervo, hicieron un salto a través de la Disformidad hacia el Ojo del Terror. Corax no compartió sus planes con ninguno de sus hermanos, pero los demás Primarcas susurraban que el Cuervo (apodo informal por el que llamaban a Corax) había comenzado otra guerra en solitario. Ni el Primarca ni los Marines que lo acompañaron fueron vistos de nuevo jamás. Después de diez años Roboute Guilliman, el primer Alto Señor de la Tierra, los declaró oficialmente desaparecidos.

Alpharius

Es sabido que muchas de las Legiones que tomaron parte en la Gran Cruzada verían la competición como una sana expresión de su devoción hacia el Culto Imperial. Incluso hoy en día muchos Capítulos ven a los demás como rivales. Los Ángeles Oscuros y los Lobos Espaciales, pro ejemplo, mantienen agravios de hace eras que comenzaron con las disputas de sus Primarcas fundadores.
El Primarca Alfarius, sin embargo, fue un hombre conducido a la desesperación por su propia naturaleza competitiva. El último de los Primarcas, fue nombrado Comandante Imperial de la 20ª Legión de los Adeptus Astartes unos pocos años antes del final de la Gran Cruzada y el comienzo de la Herejía de Horus. Habiendo entrado tan tarde en juego, sentía la necesidad de combatir más duramente y conquistar planetas más rápidamente que ninguna otra Legión. Es dicho por los historiadores Imperiales que fue esto lo que provocó su caída final.
Pero nunca pudo igualarse a los demás Primarcas, algunos de los cuales ya habían estado reconquistando planetas para el Imperio décadas antes de que el Emperador lo encontrase. Sólo Corax, que había sido encontrado un año antes, estaba más o menos al mismo nivel. Alpharius se obsesionó con superar en todo las hazañas del Primarca de la Guardia del Cuervo. Por cada mundo que Corax conquistaba, Alpharius asaltaba dos. Pero durante la Campaña de Graecia su Legión Alfa había quedado tan dispersa y estaba tan mal dirigida tácticamente que la Guardia del Cuervo fue enviada para ayudarle. La Legión Alfa sólo pudo contemplar cómo la Guardia del Cuervo ocupaba su lugar y conquistaba las ciudades que ellos habían intentado tomar durante semanas.
Alpharius palideció de furia ante lo que él entendía como una ladina táctica para humillarle. Comenzó a imaginarse todo tipo de conspiraciones lideradas por Corax para minar su crédito a los ojos de los demás Primarcas. Al final, fue este cáncer de envidia y competitividad lo que hizo que la Legión Alfa se rebelase contra la humanidad y el Emperador.
No estaba en la naturaleza de Corax el competir así con sus camaradas, y por lo tanto nunca comprendió del todo la traición del Alpharius al Imperio. Simplemente se había limitado a seguir los deseos de su padre, y no buscaba otra recompensa más que la satisfacción del deber cumplido. Cuando la Legión Alfa se rebeló, rompió la fe que era sagrada para la Guardia del Cuervo. Desde entonces y hasta ahora la Guardia del Cuervo y sus descendientes han mantenido un vendetta sin fin contra los hombres de Alpharius, desviándose de cualquier curso de acción para ser destinados a cualquier conflicto en el que participen.

La Segunda Fundación

Durante la Segunda Fundación, las Legiones Leales originales fueron divididas en unidades más pequeñas, llamadas Capítulos. La Guardia del Cuervo generó tres nuevos Capítulos. Los Injuriadores y los Raptores son Capítulos del Codex Astartes, operando bajo el mando de Comandantes Imperiales y sirviendo como fuerzas leales al Emperador. Ambos Capítulos han demostrado su valía en miles de campos de batalla, siempre buscando venganza por el asesinato de su Emperador.
La Guardia Negra opera casi exclusivamente como una flota de élite. A diferencia de otras fuerzas de Marines, que luchan donde y cuando se las necesita, la Guardia Negra está en servicio permanente como escolta de las Naves Negras Imperiales. Actúan como protección y fuerza de choque de la flota que recorre la Galaxia en busca psíquicos para servir al Emperador. La Guardia Negra ha sido la encargada de llevar a cabo esta función desde su fundación, y tan importante es que ha permanecido inalterada durante diez mil años.