LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE

15 años 4 días antes #29427 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
[i:2alajx4q]Día 4. 9:00h.[/i:2alajx4q]

Una mano apartó la tenue cortina de gasa que servía de puerta al sótano. Dos hombres cruzaron el marco. Las dos figuras bajaron por unas escaleras de cemento desgastadas, con los cantos de los peldaños totalmente rotos. En el aire, había un penetrante olor a humedad, haciendo que el frío se calara en los huesos. La escalera sólo estaba iluminada por la luz que llegaba de la habitación hacia donde se dirigían.

Finalmente, llegaron al piso inferior. Era el sótano de una casa comunitaria de los trabajadores. De poco más de dos metros de alto, con las paredes pintadas con pintura blanca barata. En muchos sitios, ésta caía en placas. Las manchas de humedad oscurecían el yeso con el que se habían tapado las grietas del hormigón barato, y las algas crecían como una infección de color verde oscuro. La luz provenía de dos focos incandescentes estándar de campaña de la Guardia Imperial.

La habitación ya era claustrofóbica de por sí, con el techo bajo cubierto de conductos de ventilación y cañerías, pero la sensación se veía multiplicada por la multitud de cajas y archivadores que había. Las cajas eran modelos estándar para las municiones, de metal verde mate con el Águila y el número de registro pintados de blanco deslucido. Los archivadores provenían de orígenes bien diversos, a juzgar por su aspecto: desde taquillas metálicas sacadas de alguna oficina, a algún elegante mueble de madera noble con todo el aspecto de provenir de un lujoso despacho.

En el centro de la sala, cerca de los focos, se encontraba una mesa de oficina desvencijada, con una pata rota arreglada con cinta adhesiva. Los dos hombres se acercaron a la mesa. Allí les esperaba un hombre sentado en un balancín que se mecía suavemente. Era ya maduro, cercano a la cuarentena, con una barba incipiente y el pelo muy corto. Una coronilla asomaba, y tenía profundas entradas, acentuadas por su rostro estirado. Iba vestido con un uniforme verde oliva con estrías pardas. En el brazo llevaba las insignias de subteniente.

Los dos hombres se pararon frente a él. Uno, el más alto y fornido, llevaba el mismo uniforme, con casco y el rifle láser cruzando la cintura, sin seguro y con los dedos en el gatillo. El otro llevaba un mono de combate verde y la boina negra propia de las unidades blindadas. En el bolsillo del pecho llevaba el código de su vehículo, y en la boina, una insignia de latón con un puño claveteado.

“Otro narmeniano”, pensó el subteniente Rudrek. Hurgó en su bolsillo, se sacó el paquete de tabaco, y extrajo un cigarrillo que había liado la noche anterior y había guardado para otra ocasión. Se lo puso en la boca. Buscó de nuevo en sus bolsillos, y sacó el encendedor. Encendió el pitillo, aspiró una bocanada de aire, los exhaló. Lo hizo sin prisas. Luego clavó sus ojos duros en los del narmeniano.

-¿Qué me traes?

El hombre se descolgó un petate del hombro, lo abrió, y vació su contenido sobre la mesa.

Como un tallista que examina el diamante en bruto que va a pulir, Rudrek miró cada una de las piezas que había sobre la mesa. La mayoría eran bagatelas de latón o peltre, cubiertas por pintura dorada y decoradas con cuentas de cristal multicolor que imitaban piedras preciosas. Puede que para un campesino inculto que no conocía nada aparte de su granja y su tanque aquello pareciera magnífico, pero Rudrek llevaba muchos años en eso, y no lo iban a engañar.

Dejó el pitillo que le colgaba del labio en el cenicero y pasó a examinar las piezas más prometedoras. Encontró un jarrón mung de cerámica blanca del tamaño de su puño con aspecto de ser una antigüedad medianamente cara. Su precio sería razonablemente atractivo si no fuera por el asa rota y los dibujos ya deslucidos, de los que apenas se distinguían más que unos motivos florales. Aunque, quién sabía, algún idiota la compraría.

Tomó un collar de plata con una hermosa perla engarzada. A un soldado no le sería muy práctico, pero más de un oficial de alto rango (con los cuales tenía contactos Rudrek, aunque lo negaran) se interesaría para regalar a una de sus amantes o cortesanas de lujo. Pensó en que le saldría caro, porque ni siquiera el idiota que se lo había traído sería tan tonto como para no valorarlo. Pero luego sacaría más tajada.

El último objeto que le quedaba por examinar era una escultura de Santa Sabbat. Primero pensó en que la pieza no era nada más que madera cubierta de pan de oro, pero cuando la tomó entre sus manos notó su peso. Sorprendido, sacó su navaja e hizo un arañazo en la superficie. Oro macizo. Era su día de suerte.

-Vaya, sacrílego. Un comisario te reventaría la tapa de los sesos por robar esto de una catedral.

El narmeniano se puso tenso.

-Lo encontré en un sótano.- Respondió con su inconfundible acento. Rudrek torció la cara: odiaba esos paletos y su manía en marcar tanto las vocales.- En una casa rica. Muy rica.

-¡Tranquilo, que no pasa nada! A mí me da igual. Yo estoy aquí por el negocio.- Sacó una hoja y empezó a escribir.- A ver… toda esa mierda de cristal y hierros llévatela, no me interesa. Busca algún paleto de tu regimiento para encasquetársela.

Notó como el narmeniano le clavaba una gélida mirada. No sabía si por el rechazo de la mercancía o por el insulto a sus compatriotas. A él le daba igual. O callaba y aguantaba, o se quedaba sin comprador. Carecía de los contactos para vender cosas de valor sin llamar demasiado la atención.

-El jarrón está bien, pero deteriorado… no puedes pedir mucho por él. El collar y la estatuilla ya son mejores, así que te hago un precio razonable por todo. -Terminó sus cuentas en el papel- Serán dos mil por el jarrón, diez mil por el collar y veinticinco mil por la estatua.

Una sonrisa cruzó su rostro. Había hecho el negocio de su vida. Rudrek se rió para sus adentros del pobre idiota. En el fondo le daba lástima; seguro que en su vida habría visto tanto dinero. En una semana se lo habría gastado, sino era que otro guardia se lo robaba o lo mataba. O ambas cosas.

Se levantó y cogió el pitillo. Ya estaba casi consumido, pero por el emperador que iba a aprovecharlo hasta el filtro. Abrió un archivador detrás de él, y sacó un fajo de billetes. Empezó a contar, poniéndolos sobre la mesa.

Pronto la cara del narmeniano mudó de aspecto.

-¡Eh, nada de esa mierda de coronas locales! ¡Quiero tronos imperiales!

Rudrek levantó la vista y miró con gesto indiferente al tanquista. Detrás de éste, el otro soldado rió a carcajada limpia.

-¡Sunde, deja de reírte, que pareces un jodido cerdo! A ver, campesino… ¿Cómo te llamas?

La cara del tanquista reflejaba rabia en impotencia a partes iguales.

-Rudolf.

-Bien, Golfo, escucha. Te pago treinta y cinco mil coronas locales. Lo quieras o no. Las putas y el alcohol que te pagarás en los tiempos libres pueden comprarse con mierda de moneda local. Así que no me toques los huevos.

Un débil gemido salió de su boca. Parecía casi a punto de llorar.

-Pero yo necesito imperiales…

Rudrek le clavó una mirada asesina.

-¡Es que no entiendes mi idioma! ¡Vale que no sepas hablar, pero al menos escuchar sí! Los tronos no te sirven en este planeta para nada…- Paró en seco y volvió a mirar la cara desesperada del narmeniano. Era joven, muy joven, con un breve destello nervioso en los ojos. Rudrek lo entendió, y una sonrisa lobuna cruzó su rostro.- Sólo los comerciantes del astropuerto de Esperance exigen tronos… ¿Con qué ibas a desertar, eh, Golfo?

El soldado estalló en lágrimas, mientras se disculpaba a gritos. Era patético.

-Toma tus jodidos tronos. Al cambio son unos diez mil quinientos veinte. Cógelos, y vete ya.

El narmeniano cogió su petate y sus baratijas, dejando el jarrón, el collar y la estatuilla, le dio las gracias, y marchó seguido de Sunde. Rudrek se sentó de nuevo y se encendió otro pitillo. La escena había sido algo lamentable, pero no era la primera que veía. Los veteranos venían a darle cosas para pagarse alcohol y sexo. Los novatos para pagarse billetes y volver con sus mamás, a llorar a sus casas.

Dudaba mucho que Golfo consiguiera su objetivo. Lo más posible es que en unas horas yaciera con la cabeza reventada por algún comisario. Pero eso no importaba. Lo importante era el negocio. Ya le había estafado más de cuatrocientos tronos al pobre idiota. Ahora sólo faltaba encontrar un oficial de Estado Mayor derrochador, estúpido y hedonista para cargarle la mercancía.

Por suerte, de esos Rudrek conocía a patadas.

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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15 años 4 días antes #29433 por Grimne
Respuesta de Grimne sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Qué bonito. Te mereces un Karma. Y con el nuevo Códex TODOS los Comisarios llevan pistolas bólter de serie, nada de linternitas láser. ¡BOOOM! :laugh:

[img:3ppbkf6b]http://img33.imageshack.us/img33/6517/firma2joy.jpg[/img:3ppbkf6b]

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15 años 4 días antes #29442 por Ridli_Scott
Respuesta de Ridli_Scott sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Pobre narniano van a tener que usar muchas esponjas para recogerlo y meterlo en el ataud.

Sigue asi.

[url=http://ridliscott.wordpress.com/:rl5ziuli]Cañon de Plasma Lineal[/url:rl5ziuli]

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15 años 3 días antes #29495 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
¿Ataúd? Bolsa del súper como mucho. Que la madera va demasiado cara pa gastarla en GIs, y con lo mal que están las junglas y la de GIs que mueren de forma heroicamente inútil cada día...

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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15 años 3 días antes #29498 por Grimne
Respuesta de Grimne sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
¡CÓMO QUE INÚTIL! ¡Traidor! ¡Hereje! ¡A mí la Inquisicióoooon! :laugh:

[img:3ppbkf6b]http://img33.imageshack.us/img33/6517/firma2joy.jpg[/img:3ppbkf6b]

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15 años 3 días antes #29502 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Si al menos sus muertes y su derramamiento de sangre sirviera para invocar unas demonias pechugonas de mirada lasciva, escasa ropa interior de cuero negro ajustado, y expertas en destripar al personal, pues ya no sería tan inútil.

Pero para traer o bien a gigantes castrati o a monjas beatas puritanas con mala huva y sexualmente interesadas sólo por los lanzallamas, pues sí, muertes inútiles.

Y luego la inquisición se sorprende que la gente se pase al Caos...

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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