Lineaje II

14 años 11 meses antes #30926 por Iyanna
Lineaje II Publicado por Iyanna
Estos relatos los escribí para mi clan de Lineaje II, un videojuego on-line. Todos, absolutamente todos son los personajes que salen y pertenecen a Unión Eterna son jugadores del clan, aunque me tomé licencias con ellos. XDDDD

A ellos les gustaron, y lo que empezó como una mofilla acabó siendo algo medio serio. Son tres capítulos, así que postearé el primero a ver qué os parece.


[size=150:28tqu89i][u:28tqu89i]Ecos del Pasado[/u:28tqu89i][/size:28tqu89i]

Llovía copiosamente, así que en cuanto se abrió la puerta del taxi, pagó y salió corriendo hacia la entrada del castillo. Llamó al timbre y esperó a que le contestasen. Un serio mayordomo don cara de pocos amigos le abrió y se quedó mirándola con mucha flema.

- ¡Buenas tardes! ¡Soy… soy la Doctora Irons! – dijo – El señor Coldstone me llamó esta mañana invitándome a su casa.

El mayordomo no parecía impresionado en absoluto, pero se hizo a un lado y con un gesto la hizo pasar. El interior era realmente formidable. Enormes y antiguos tapices adornaban las paredes, y mil y una antigüedades de distintas épocas llenaban cada rincón de la sala. Dejó su empapada gabardina al mayordomo, en seguida se olvidó completamente de dónde estaba. Por dios… ¡eran auténticas cerámicas medievales! ¿Y aquel tapiz? ¿Doscientos cincuenta, trescientos años? Absorta, deambuló por la sala bajo la escrutadora mirada del mayordomo. No se explicaba como podía ser posible que alguien durmiese tranquilo con todo eso en casa…

- ¡Doctora Irons! Un placer volver a verla, si me lo permite.

El conde de Coldstone era un hombre maduro de vista cansada y cabellos prematuramente grises. Se habían conocido meses atrás en una cena de gala en la embajada Giraniana de Aden, donde se había presentado rompiendo su habitual rutina de ignorar cortésmente las invitaciones que regularmente la Real Academia de Arqueología le hacía, normalmente en busca de patrocinio. Era toda una eminencia en la baja edad media, una rareza entre la vieja nobleza continental, y por ende reputado historiador cuyos ensayos y trabajos eran motivo de largas tertulias entre los estudiantes de historia de la universidad. ¿Excéntrico? Hasta la médula. Como la llamada de esta mañana. Un enigmático mensaje solicitando que le visitase esa misma tarde. Con todo lo que estaba pasando, estuvo a punto de rechazar la invitación pero ¿cuándo tendría otra oportunidad así?

- Oh, señor Coldstone, en absoluto. El placer es mío. – señaló vagamente a la sala – Veo que lo que se dice por los museos de medio mundo es cierto.
- ¿Qué es lo que se dice? – preguntó
- Que les tiene muertos de envidia por quedarse las mejores piezas tardo-silvánicas del mundo – ambos rieron educadamente.
- Veo que usted no es sólo bonita sino también ingeniosa – le cogió la mano y se la besó – pero disculpe mi falta de modales, debe usted tener frío. ¿Wallace? Iremos a ponernos cómodos a la sala de lectura, traiga té para la Doctora.
- Oh… no se moleste, en realidad a punto estuve de rechazar su invitación. Ya sabe cómo están las cosas. – su tono se volvió un poco sombrío – He de volver cuanto antes, como comprenderá.
- Doctora Irons, después de lo que tengo que enseñarla – sentenció solemne – Creo que pasará la noche aquí. Wallace ya le ha preparad su cuarto y he mandado a Albert a por su equipaje del hotel. No. No insista. Y ahora, si me hace el favor…

Entraron en la sala de lectura, y la Doctora se quedó sin habla. Enormes estanterías cubrían las paredes de una enorme sala, todas ellas llenas a rebosar de libros y manuscritos de diferentes lugares y épocas. De una ojeada encontrón el ‘Mundus Movili’, el primer gran atlas del siglo XVIII, la traducción enanil de los ‘Diálogos perdidos de Plutarco’, y un negrísimo y gastado volumen que, si su vista no le fallaba, era una de las pocas copias que quedaban del ‘Semper Crumium Imperiam’. Contuvo la tentación de lanzarse a por ellos, pero tomó buena nota de los tesoros que allí descansaban. Quizás, con un poco de suerte, podía conseguir que los llevasen a un lugar seguro.

Se inició una charla intrascendente mientras la Doctora se acomodaba. Algo de filosofía, historia antigua y el omnipresente tema de la Guerra. Le sorprendió que el Conde supiese tan poco de lo que sucedía en el mundo, pero le pareció normal. Normalmente, a los estudiosos del pasado les resultaba difícil – si no imposible – estar al corriente de lo que sucedía en el día a día de nuestro cada vez más convulso mundo.

- Me perdonará si soy impertinente, señor Conde…
- Henry. Creo Doctora que a estas alturas nos conocemos lo suficiente como para que podamos tutearnos sin que sea una incomodidad. – sonrió conciliador
- De acuerdo, Henry. Pues entonces llámeme usted Johanna al cambio – asintió divertido – Quería preguntarle por los libros que… bueno… es increíble…
- ¿Se refiere a alguno en especial? – hizo un ademán abarcando toda la sala - ¿Le interesan de verdad? Pues puede llevarse el que quiera, Doctora. Mañana por la mañana haré que empaqueten todo lo que ve y se lo lleven a un barco, al otro lado del mar. Si promete cuidarlo, ¡es suyo!

La Doctora guardó silencio. Si… ya sabía a lo que se refería. Ella misma estaba destinada en el Museo de Gludio para inventariar y salvar todo lo posible antes de que la Guerra acabase con los siglos de historia allí almacenados.

- Entiendo… yo… - no supo qué decir – ¡Es cómo tener cinco años y estar en una tienda de caramelos sin nadie mirando! – trató de sonar divertida
- Si, sí, la entiendo. Pero esto no es más que literatura barata, Doctora. No son más que libros, y de ellos hay muchas copias y multitud de estudios al respecto.

En ese momento llamaron a la puerta y entró el mayordomo. Con su habitual seriedad, depositó la bandeja con el té y susurró algo al oído del Conde. Éste suspiró con tristeza y le despidió con un gesto cansado. En cuanto abandonó la sala, le dio las malas noticias.

- Goddar ha roto las defensas del Cuarto Batallón en el norte y sus ejércitos han tomado Aden. Dice la radio que avanzan a gran velocidad hacia Oren, que está siendo evacuada en este mismo momento. Dentro de dos días les tendremos a las puertas de Giran. Mal asunto. Si no recuerdo mal, el General Koril y el Tercero de Innadril, estaba destinado allí con su regimiento.
- ¡Dios mío, Bastian! – exclamó la Doctora
- ¿Le conoce? ¡Oh, por supuesto que sí! No se preocupe, conozco a ese rufián. Es el hijo de perra más duro que conozco. – tosió para dejar pasar su impertinencia – Bueno, veo que al final acertó, Doctora, y no tendremos oportunidad de tenerla como invitada por mucho tiempo. Permítame que el enseñe el verdadero tesoro del Castillo de Gludio.
- ¿Cómo? ¿tiene algo más sorprendente que la biblioteca?
- Oh… sí querida. Esto solo es papel. Sígame por favor.

Salieron por una puerta anexa y empezaron a caminar por un estrecho pasillo. Pronto dejaron atrás las salas dedicadas a la vivienda para dirigirse al sótano, donde cogieron una linterna de petróleo y se dirigieron directas a los sótanos. Tras un par de vueltas y complicados giros, se plantaron ante una enorme puerta de madera.

- ¡Caray! Extraño lugar. ¿Qué es? ¿Una bodega?
- Dígamelo usted, doctora. – el Conde sonrió enigmático.

Examinó la puerta. Tras unos minutos de observación, la aparentemente anodina puerta de doble hoja comenzó a despertar su interés. La madera no era tan basta como en realidad aparentaba. Era madera de robleeterno, y su blancura estaba oculta bajo una capa de basto barniz. A demás, la cerradura y los refuerzos no eran simple acero, sino un cuidado mithril gravado con extraños pictogramas. Comenzó a leer, y según lo hacía, la puerta empezó a brillar. “Aquí yacen aquellos que murieron defendiendo el Reino de Gludio. Que sus almas descansen en paz.”

- ¡Oh Dios mío! – La doctora no pudo sino emitir una exclamación - ¿Son ellos, de veras que son ellos? – el Conde asintió – Pero… pero ¡no es posible! Los historiadores nunca han encontrado rastro alguno de ellos. Las leyendas sobre la cripta de la Alianza Eterna nunca han sido más que eso, ¡leyendas! ¿Cómo…?
- Hace dos años cayó en mis manos un libro en muy mal estado. Resultó ser el diario de un noble de la época, un tal… - sonrió deleitándose de lo que se avecinaba – Canciller Antak, si mi traducción es correcta…

Johanna necesitó apoyarse en la pared. ¡Demonios! Era demasiado para asimilarlo de una vez. Primero le enseñan el mayor descubrimiento arqueológico de la historia reciente, y después le dicen que han encontrado el Diario Perdido del Gran Canciller.

- ¿Pero cómo…?
- El Diario hablaba de la cripta. Con un poco de investigación logré traducir parte de las claves que destejían el conjuro de ilusión que protegía la entrada. Imagina mi sorpresa cuando me encontré que en mi propio sótano estaba el tesoro más grande del mundo.

- ¿Podemos…? ¿Podemos pasar? – Dijo casi balbuceando.
- Doctora, para eso está usted aquí.

Le miró sin comprender. La puerta estaba claramente defendida con poderosos encantamientos del pasado, si bien era evidente que el tiempo los había erosionado. Sin embargo, tratar de abrir las puertas de forma violenta podría dañar lo que había en su interior.

- ¿Qué insinúa? Abrir esta clase de sellos podría llevarme meses, y no estoy capacitada para ello. El Académico Jordann quizás…
- Por favor, señorita tenga un poco más de confianza en el destino.

Le cogió la mano y le hizo tocar la puerta. Ésta refulgió por un momento, y con un chasquido comenzó a abrirse de forma solemne. Polvo de mil siglos comenzó a inundar el suelo del pasillo. Johanna miró asombrada al Conde, sin compreder lo que estaba viendo.

- Doctora, creí que su especialidad era la Historia. – dijo sonriendo de excitación – Recuerde que las criptas medievales permiten el paso a los descendientes directos. Venía en el Diario. Cito de memoria: “… y así fue como Chasstity Iron Belt, sacerdotisa de Shilen, ofició el responso de…” – Johanna le miró asombrado.

Era ella, el nombre perdido en las genealogías antiguas. Un único miembro nunca vio su nombre registrado en un documento de la época, y ahora aparecía

- Vamos, no me mire así Doctora. No se puede imaginar lo que me costó encontrar una rama familiar élfica pura de los Iron Belt.

Johanna se sintió molesta por la flagrante intromisión en su vida privada. No le hacía gracia recordarlo, pero era cierto. Tal y como su padre le repetía cientos de veces, ella era la última de un viejo linaje. No obstante, nunca sospechó que por sus venas corría la misma sangre que uno de los héroes que configuraron el Reino que hoy conocemos.

- Lamento tener que romper sus meditaciones, pero Goddar no esperará a mañana. Doctora, si me lo permite, debemos acceder a la cripta…

Envio editado por: Iyanna, el: 2009/05/11 13:32

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14 años 11 meses antes #30927 por Iyanna
Respuesta de Iyanna sobre el tema Ref:Lineaje II
La situación era tensa e incómoda. A lo largo de la sala del trono se entremezclaban murmullos y juramentos, que aumentaron de intensidad cuando la puerta exterior se abrió y apareció el emisario de la Alianza rival. Era un elfo oscuro orgulloso, de brillante armadura y fenomenal porte. Todo el mundo le clavó la mirada en cuanto empezó a caminar por la delicada alfombra hacia el trono. Con una sonrisa petulante y una mirada de desprecio, se volvió hacia el resto del clan hizo una insultante reverencia, y por fin se volvió hacia el señor del castillo.

Sus palabras sonaban hirientes. Tenía el don de la palabra, pero la arrogancia de un rey desterrado. Durante su discurso trató de asustar y amenazar de forma sutil a los presentes, se mostró prepotente y acabó por exigir la rendición del castillo y sus ocupantes. Nadie se movió de sus sitios, aunque muchos tenían la mano en el pomo de la espada y les rechinar de dientes por la vergüenza. Antes de que acabase de hablar, Edwin avanzó unos pasos, le miró, levantó la bota y se la estrelló en la cara, estrellando al elfo contra el suelo.

- ¡Esto es GLUDIO! ¡Si queréis guerra, la tendréis!

Devolvieron la cabeza del elfo en un canasto lleno de víboras, lo cual parecía una buena idea en aquél momento…



El cielo se oscureció de repente, y con un silbido letal miles de flechas cayeron sobre los valientes defensores. Varios soldados de la milicia cayeron abatidos de sus puestos en la muralla. O, si… había sonado tan bien entonces… ahora casi se había arrepentido. Mucha gente estaba muriendo por su bravuconada. Demasiada. ‘No’ se dijo ‘prefiero morir de pie a vivir de rodillas’.

El ruido era ensordecedor. Entre los gritos de agonía de los muertos y el estridente sonido de las colosales máquinas de asedio, era casi imposible oír nada. Pero no importaba. Edwin salió del la torre en al que estaba escondido, murmuró unas palabras arcanas, y dirigió su voluntad contra un grupo de arqueros enemigos. Las oscuras energías desatadas alcanzaron a varios de ellos, y su carne empezó a ser arrancada a trozos, convirtiendo sus cuerpos en una masa sanguinolienta. Asustados, los restantes arqueros se retiraron hasta quedar lejos de su alcance.

- ¡Edwin! – gritó alguien entre la multitud - ¡Atacan el muro este! ¡Antak, Sharisa y ‘Orc’ han ido a reforzarlo, pero dicen que no aguantará mucho!

Edwin se volvió y se encontró con ‘Busca’. Su armadura estaba destrozada, llena de sangre, y al menos dos flechas sobresalían en su espalda.

- ¡De acuerdo! – respondió - ¡Agachate! ¡Vete a buscar a Zolex, creo que está con los demás magos cubriendo la puerta! ¡Llévate a los que puedas!
- ¡¿Estás de coña?! – el sonriente rostro de ‘Busca’ era una máscara de desesperación - ¡En la puerta ya no pueden más! ¡Se les agotan las fuerzas!
- ¡Mierda! ¡Joder! ¡¿Y que demonios esperas que haga yo?!

Un grito de aviso les hizo volver en sí. Una enorme esfera abrasadora golpeó la muralla con brutalidad, creando un infierno ardientes. Varios soldados salieron despedidos envueltos en llamas, y sus cuerpos golpearon el suelo con el chasquido seco de sus huesos al romperse.

- ¡Tienen onagros! ¡¿De donde demonios han sacado onagros?!

Se volvió un momento y se quedó helado. ‘Busca’ yacía bocabajo y no se movía. Asustado, se acercó y comprobó que se había golpeado la cabeza contra la muralla. Inconsciente pero viva. Suspiró. Cualquier otro tendría los sesos desparramados por todas partes.

- ¡Soldado! ¡Encárguese de la enana! ¡Tú, toca retirada! ¡Todo el mundo al alcázar! ¡Moveos, moveos, moveos!

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14 años 11 meses antes #30928 por Iyanna
Respuesta de Iyanna sobre el tema Ref:Lineaje II
- Te he dicho que estoy bien… no me pasa nada… sólo he roto una pared con la cabeza…

Chass no sabía lo que pasaba. Hacía dos días que no la dejaban salir fuera, y todo el mundo gritaba, estaba cansado, y volvía bañado de sangre. Incluso había visto a personas que conocía del castillo muertos, heridos o llorando desesperados, escondidos en los sótanos. Había tratado de preguntar qué estaba pasando, pero nadie le respondía. Había aguantado hasta que trajeron a ‘Busca’ y la depositaron en una improvisada camilla en la bodega del castillo. Llevaba ya un buen rato llorando encima tratando de que se despertase, y había llegado al punto de golpearla para despabilarla, pero sin resultado. Sin embargo, al caer la noche despertó.

- ¡No te duermas ‘Busca’! – gritaba Chass - ¡No me dejes sola!
- Que no… que no… pero deja de pegarme, ¿quieres?

‘Busca’ giró su cabeza un poco y miró alrededor. Reconoció la sala, pero se apesadumbró al ver varios cuerpos cubiertos por sábanas. Trató de incorporarse, pero Chass la empujó de nuevo contra el suelo.

- ¡No te muevas! – dijo – Tiita Hertru dice que te pondrás bien, que tienes la cabeza dura como las piedras, pero que tienes que descansar.

No se negó. No servía de mucho tratar de ponerse de pie cuando la sala se movía por voluntad propia. Trató de sacar algo a Chass de lo que estaba sucediendo, pero lo único que sabía la pobre cría era que “había mucho ruido” y que “había muchos heridos”.

- Tiita Hertru dice que te cuide. Dice que si te pegas otro golpe así no vas a crecer más, y si no creces no podrás montar a caballo. Porque me ha dicho tiito Fraxi…

‘Busca’ comprobó que los ojos de Chass volvían a estar totalmente ausentes, lo cual era buena señal. Posiblemente seguiría con su perorata un buen rato. Tras unos instantes, Chass parecía haberse olvidado por completo de ‘Busca’, agarró el pequeño draco entre sus brazos y se puso a contarle una historia incongruente sobre caballos, huevos y melones.

- ¡Hey, tapón! ¿No te has muerto todavía?

La potente voz de Akrasia resonó en el pasillo. ‘Busca’ trató de moverse para ver de dónde venía la voz, pero sólo consiguió marearse. Momentos después, una figura desproporcionadamente grande pasó agachándose por la puerta. Una orca de estilizada figura pero fuerte musculatura hizo su aparición. Colgaban de sus ropas multitud de amuletos, huesecillos y plumas, que hacían ruido cada vez que se movía. Era una de las misteriosas chamanes orcas, una curiosa mezcla entre curandera y consejera tribal de extrañas habilidades que se decía era capaz de hablar con los espíritus de las montañas. Decía que había venido hasta Gludio guiada por sus visiones. Si era o no verdad, eso poco importaba ahora.

- ¿Vienes a reírte de mí? ¿o darme un sermón?
- No tendrás tanta suerte – respondió con una risotada – he venido a darte una buena medicina. Ayuda a soldar los huesos.

Akrasia soltó un saquillo que le colgaba del cinto y lo abrió. Metió los dedos dentro y los sacó manchados de un extraño mejunje. Sin miramientos, le quitó la venda de la cabeza y los esparció por toda la herida.

- ¡Agh! ¿Pero qué rayos es eso? ¡Huele como un establo!
- ¿De veras quieres saberlo? – respondió Akrasia entre risas
- Emmmm…
- Entonces te contaré cómo están las cosas ahí fuera. Hemos perdido la muralla, la puerta y los baluartes exteriores. No hay forma de que nosotros podamos salir ni forma de que ellos puedan entrar, a menos que hundan la puerta del alcázar, claro, pero Zólex, y unos cuantos más están lanzando conjuros de sellado. Dicen que nos dará tiempo. En cuanto a ti, tuviste suerte. Cuando nos replegamos alguien te metió dentro. – se calló un instante – tendrías que ver lo que han hecho a los supervivientes que no pudimos evacuar.

‘Busca’ sintió como la rabia ensombrecía el rostro de Akrasia. Sabía que los orcos podían ser brutales, pero jamás caerían tan bajo como para torturar a sus rivales como harían los elfos oscuros. Para ellos lo peor era morir encerrado y apresado, sin una oportunidad de defenderse.

- Tiita Akra… algo está pasando. Se mueven, se están moviendo. - Akrasia miró sorprendida a Chass, que parecía desconcertada.
- ¿Quiénes, Chass, quienes se mueven? – preguntó
- Ellos… hay Magia mala. Está allí…

Akrasia se levantó y salió corriendo por el pasillo. Nigromantes. Esos malditos tenían Nigromantes, y no les importaba usarlos. No había tiempo que perder. Debía avisar al resto.



Mientras, en la bodega, ‘Busca’ volvía a desmayarse mientras la medicina hacía su efecto. Chass sin embargo, permanecía absorta mirando a la nada.

- ¿De verdad? ¿He sido buena chica? Vale, es un secreto. ¿Tiito Antak? No lo sabe. Pero no te preocupes. Dice que sabe donde está la puerta y quiere ir a buscarla. No te preocupes, mamá, no tengo miedo…

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14 años 11 meses antes #30929 por Iyanna
Respuesta de Iyanna sobre el tema Ref:Lineaje II
La discusión duraba ya horas. Todos comprendían que estaban acorralados y que sólo podían esperar una lenta agonía hasta que las puertas del alcázar finalmente cediesen o las provisiones se agotasen. Podrían resistir meses, casi un año entero si era preciso, pero nadie parecía dispuesto a esperar pacientemente a la muerte. El escudriñamiento mágico hecho a última hora de la tarde, a poco de replegarse al interior del alcázar, arrojaba un resultado positivo, pero inútil. El ejército invasor había sufrido una considerable cantidad de bajas, pero las había asumido sin inmutarse. Al menos cuatro de cada diez hombres había dado sus vidas tratando de asaltar el muro, pero semejante presión había provocado el colapso de los defensores por la simple ventaja numérica. Por su parte, Unión Eterna había perdido casi a la mitad de sus fuerzas. Soportando el brutal proceso de desgaste que un enemigo con una amplia ventaja numérica podía permitirse y el incesante bombardeo de las máquinas de asedio, apenas un puñado de defensores había logrado replegarse en orden hasta el interior del alcázar. Se acababan las opciones, y muy pocos querían permanecer en la ratonera en la que se había convertido su antaño orgulloso castillo.

- ¡Yo digo que hagamos una salida! – Braverock golpeó fuertemente la mesa con el puño - ¡Prefiero morir con el arma en la mano que de hambre escondido tras un muro!
- No seas tan orgulloso, si por mí fuera habríamos acabado con esto hacía tiempo. Pero tenemos gente a la que proteger – le cortó Edwin – Nos comprometimos a…
- ¡Basta ya de tonterías! ¡Eso ya no vale de nada! – le contestó airado - ¡Son campesinos, pero también tienen manos! ¡ya es hora de que luchen por sus vidas!

Los gritos y reproches cruzaban raudos sobre la mesa como flechas. La preocupación era grande, o tan sólo la frustración de ser humillados de forma tan flagrante y ser incapaces de responder. Lo cierto era que tarde o temprano saldrían del alcázar a hacérselas pagar a los asaltantes. Sólo era cuestión de elegir el momento de morir. Tenían suerte: poca gente puede tener ese privilegio.

Aunque esos oscuros pensamientos bailaban por la mente de Antak, no estaba dispuesto a ceder a ellos. Seguían vivos, y no había luchado tanto para reunir a este grupo variopinto de mercenarios, aventureros locos y seres de baja catadura moral como para rendirse sin más. El problema era el ‘qué’. Había algo que se le escapaba. Tenía otras opciones. Sabía que podía organizar algo, negociar, pero no estaba dispuesto a pagar el precio por mantener su castillo y sus riquezas intactas. Eso era, sencillamente, impensable. ¿Huir? Si, bueno. Existía una forma de abandonar el castillo. Lo descubrió por casualidad al revistar antiguos documentos del castillo y tan sólo tres personas los conocían. Ya tenía previsto que Denise y alguno más lo emplease en cuanto no tuviesen más opción. Pero… ¿a dónde irían? ¿y los que se quedaban atrás?

El sonido de unos pesados pies descalzos atrajo su atención. Akrasia entró en la sala, agarró sin miramientos a Antak y se lo llevó a una esquina. El pobre apenas tuvo tiempo de arreglarse la ropa antes de que la colosal shaman le empujase contra la pared y el mirase con unos ojos como ascuas ardiente.

- Tú, elfo… has dicho que no has visto nada anormal en su campamento – susurró
- ¿A que ha venido eso? – respondió – No, no había nada. Soldados, armas de asedio. Trataron de oscurecer mi visión pero fracasaron.
- ¿Fracasaron? ¿O te dejaron ver lo que quisieron? – Akrasia soltó una mueca
- ¿Qué quieres decir? ¿Insinúas que…?
- Chass ha sentido un cambio en el flujo de almas. Alguien está arrancando espíritus del Abismo, y los está controlando ahí fuera.

No necesitó muchas más explicaciones. Casi lívido, empujó a ‘Orc’ a un lado y despejó la mesa de un manotazo. Todas las conversaciones cesaron inmediatamente. Antak dejó caer un poco de agua que llevaba en un frasquito y comenzó a murmurar unas palabras de poder. Poco a poco, el agua comenzó a levantarse a varios centímetros de la mesa, hasta que con un autoritario gesto, comenzó a mostrar imágenes dispersas del castillo. Inmediatamente se percató de que la zona central del patio estaba extrañamente vacía. Con el ceño fruncido, trató de añadir más poder a su conjuro, pero en ese momento el agua se volvió oscura y corrupta, estallando todas direcciones.

- ¡Pero que demo…!
- No hay tiempo de tonterías. Tienen nigromantes –espetó Antak

Todo el mundo se quedó sin habla. ¿El ejército de Einsahad de Giran? ¿Usando Nigromantes?

- El único grupo lo suficientemente numeroso como para participar en una batalla de estas proporciones son la Sombra Escarlata – soltó Edwin - Esos hijos de perra han debido hacer un trato con los Inquisidores de la Einsahad. Puedo imaginármelo. A cambio de acabar con nosotros, mirarán durante un tiempo para otro lado. No queda mucho tiempo y los detalles sobran. Os podéis imaginar que puede pasar como lancen una marea de cadáveres contra las puertas. Esto es lo que vamos a hacer…





- Eummmm… esto… ¿Teti?
- ¿Si, Fraxi?
- ¿De veras te has presentado voluntaria para esto?
- Bueno, no había muchas opciones.
- Aham. Pero hay algo que no entiendo.
- ¿El qué?
- ¿Cuándo me he presentado voluntario yo?
- Nunca, cari. Eso es parte de la gracia de todo esto. ¿O creerías que me arriesgaría a morir sola? No puedes imaginarte lo aburrida que sería la vida sin ti en el Inframundo.

Fraxi ahogó una maldición. La verdad es que siempre había deseado hacer esto. Colarse por la ventana de la pared Este del alcázar. De niño soñaba con colarse por ella y llevarse todas las riquezas que imaginaba debería de haber allí. Fue una decepción cuando descubrió que en realidad, la ventana daba a un ropero. Al menos ahora estaba escalando la pared del alcázar sin ser visto, sin cuerdas y sin preocuparse por su seguridad. Como las leyendas de los héroes que contaban en la taberna cuando era niño. Salvo por un detalla. En vez de subir, bajaba. Y eso era rematadamente más difícil. Se mordió el labio en cuanto casi perdió el pie, y trató de poner cara de machote mientras se agarraba como podía a la pared. Juraría haber oído a Teti riéndose por lo bajini.

Teti se dejó caer elegantemente y con gracia felina tras una gran gárgola de piedra que había en el primer piso de la forja, y se ocultó rápidamente. Fraxi optó por aterrizar horizontalmente, pero por suerte nadie escuchó sus quejidos.

- ¡Shhhhhhhhhhhhhhh! ¿Quieres dejar de quejarte? ¡te van a oír!
- ¡Ay! Es que creo que me he roto algo. – se quejó Fraxi.
- ¿La cabeza?
- Creo que sí.
- Entonces no hay problema. Tampoco es que la uses mucho – replicó Teti.


Fraxi se sentó algo aturdido en el suelo. Desde luego no era hoy su día de surte. Primero le obligan a escalar una pared de forma suicida. Después le obligan a ir con esta psicópata. Y para colmo, tiene que hacer algo prácticamente suicida. ¡Ah si! Y el rollo este del asedio. Se le olvidaba.

La idea era simple pero efectiva. Si eran lo suficientemente rápidos hasta era posible que alguien sobreviviese. ¿No era genial? Se colarían entre los restos del combate, se aproximarían a los Nigromantes todo lo posible, y cuando Sharisa lanzase un ataque de distracción al patio dejarían a su presa sin protección, y entre la confusión debían acabar con el mayor número de ellos. Le habían dicho que estarían debilitados por los rituales que estarían lanzando, y que por cada uno que cayese los no-muertos irían derrumbándose poco a poco. Sonaba bien. Entonces… ¿a que vinieron esas palmaditas y ese ‘buena suerte, compañero’ que le lanzó Brave?

Sus reflexiones acabaron aquí. Teti parecía inquieta por matar algo, y le preocupaba que fuese él su primer plato. Esperó a que ella se escurriese entre las sombras del patio antes de descolgarse por el lateral de la forja. Con un teatral pose digno de cualquier héroe – Fraxi lamentaba que ninguna doncella de merecer estuviese ahí para verle – desenvainó su espada y se sumergió entre las sombras. Lentamente, el alba despuntaba en Gludio.

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14 años 10 meses antes #31702 por Ragnar
Respuesta de Ragnar sobre el tema Ref:Lineaje II
Hola! en dos palabras im-presionante! me ha encantado el relato, una narración muy fluida, batallas bien desarrolladas, algo de humor, he echado en falta que te detuvieras un poco más en presentar los personajes, pero en resumen, un sobresaliente! xd

Ya estás tardando en continuarla.....jejejje

Un saludo y gracias por tan estupendo relato.

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14 años 10 meses antes #32062 por Iyanna
Respuesta de Iyanna sobre el tema Ref:Lineaje II
[ego OFF]

No has leído más que el 1/3 del primer capítulo. El tercero es el que está sin acabar. Dejé de postear porque el foro me dió un error y supuse que era mejor no andar liándola.

Supongo que recuperaré el texto y postearé más otro día, si quieres.

Esta historia está escrita específicamente para que le guste a un público adolescente, como eran los jugadores de Lineaje de mi clan. Es épico-way, todos los personajes protagonistas son la leche (son lso pjs de los propios jugadores), y los malos son muy malos. Hasta las peleas son coreografías llenas de color y poses chulas.

Al final me rallé. En el segundo capítulo desarrollé una trama con algo más de profundidad sin dejar de ser épica, y podía haber seguido así mucho más. Lo que pasa es que la historia era estéril, no llevaba a ninguna parte. Eran tramas trilladas épico-chungas y salvo repetir escena tras escena que los personajes eran la leche, no había por dónde seguir.

De todas formas, ciertas escenas del segundo capítulo (las concernientes a Shilen) fueron durante un tiempo de lo mejor que he escrito nunca.

Bueno. Dejo de hecharme flores. Si encuentro el resto del relato te pongo más hoy mismo.

[ego ON]

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