Yo estuve allí el día en que todo comenzó.
Estábamos Agramar y yo de vacaciones, en la casa de campo de mis suegros en los montes de Lugo; yo me hallaba escribiendo una nueva historia mientras Agramar leía los recién adquiridos pdfs de las revistas Dragon, concretamente los divertidos artículos de Ed Greenwood “Wizards Three”, unos relatos muy frikis sobre las veladas de Mordenkainen de Greyhawk, Elminster de Forgotten Realms y Dalamar de Krynn en nuestro mundo.
Mi concentración mermaba por momentos debido a las escandalosas risas que provenían del sillón cercano a mi escritorio, así que abandoné mi puesto y me acerqué a él.
-“¿Qué te hace tanta gracia?”-inquirí.
-“¡Buh!”-respondió con sorna-“Es que a tu elfo lo van a adoptar y le van a enseñar a ser malo de verdad… para que deje de ayudar a las ancianitas a cruzar la carretera…”
Resoplé, entornando los ojos con resignación; a fin de cuentas sabía que Agramar no soportaba a mi colega de Krynn, acusándolo de malo de postal; a sus ojos, el elfo amenazaba con matar con una palabra… y mataba de risa al contrario por su patetismo.
Por fortuna o desgracia, Agramar se dio cuenta de mi gesto y, con su siguiente comentario, desencadenó lo más turbio que nunca ha pasado en 40k.
-“Oye, amiga de los elfos”-me dijo-“Y protectora de los desnutridos orejudos… Ya que tienes amistad con el pusilánime de Dal, ¿No conoces también a algún abrazárboles espacial?”
-“¡Ag!”-suspiré, intentando hacer tiempo… a fin de cuentas, sí que conocía a una eldar. Privilegios de los juntapalabras-“¿Qué te han hecho a ti los elfos? ¿Y los eldars?”
-“¡No!”-alegó-“Si salvo por que son unos estirados no tengo demasiado en su contra”-entonces evadió mi mirada y, tras morder un bocadillo, con la boca demasiado llena para que sus palabras resultaran inteligibles para quien no estuviera acostumbrado, añadió-“Era sólo para que montases un Wizards Three de 40k”- Terminó su frase con un largo trago de Coca-cola, y tres monstruosos eructos. Luego puso rostro inocente y satisfecho y siguió leyendo entre comentarios mordaces y de elevado contenido sexual sobre las costumbres de los elfos.
Esa misma noche, envié a Agramar de vuelta a Bilbao con la excusa de devolverle a Grimne el libro de Red Fury que le había prestado dos meses atrás… jejeje! Mi auténtico objetivo era ponerme en contacto con Q’sandra, la vidente eldar que había sido protegida de Eldrad Ulthran hasta la “muerte” de este.
Mediante un pedazo de hueso espectral que la misteriosa vidente me había obsequiado una vez, me puse en contacto con ella que, con su particular y enrevesada forma de hablar, siempre con incógnitas, respondió que esperaba mi llamada y que dos noches después, estaría allí… con compañía.
Este último comentario no me agradó en exceso y, aunque en un primer momento me sentí entusiasmada con la idea, el hecho de tener que ir hasta la capital para reponer la comida que Agramar había saqueado para el viaje me empezó a hacer plantearme si realmente, imitar el ejemplo de Greenwood había sido buena idea; Elminster se trajo un mago cachondo y un elfo adolescente, pero no estaba tan segura de que la compañía que Q’sandra metiera en mi salón comedor fuera tan inofensiva y agradable.
Por suerte, la casa estaba apartada, construida con enormes bloques de granito sin desbastar, y tenía techos muy altos… además, se había quitado la madera de estos techos y ahora era ignífugo.
En fin, que dos noches después, Q’sandra apareció en mi habitación, bastante antes de lo esperado y dándome un susto de muerte al ver su figura gracil vestida de negro y hueso con un sobreveste blanco que representaba el luto por su maestro y el casco cristalino bajo el brazo, dejando al descubierto un rostro juvenil de ojos ancianos, facciones delicadas, largos cabellos plateados atados en un copete y orejas en punta.
Recordé por momento los crueles comentarios de Agramar en presencia de otras criaturas similares y me alegré de haberlo enviado donde Grimne, pues en ese momento estaría maldiciendo sus dados y haciendo litotes para escandalizar al disciplinado jugador de ultras y guardia… entonces escuché una especie de risa que recordaba el sonido de cristales cayendo de una gran altura y me ruboricé al darme cuenta de que, obviamente, la eldar podía leerme la mente… y lo estaba haciendo.
-“Curioso Mon Kheig ese, tu compañero”-comentó con voz clara y, para lo que suelen ser los de su raza, divertida.
Me encogí de hombros como toda respuesta.
-“No te esperaba tan pronto”-observé, levantándome de la cama; había estado durmiendo un rato para poder mantenerme despierta el tiempo que durase la entrevista…
-“Lo sé”-reconoció ella-“Es evidente que los de tu especie no alcanzáis a ver más que en una sola dirección; no dais valor a la previsión”
Ya comenzaban los comentarios crípticos y me pregunté si sería así toda la noche… cuando de pronto caí en la cuenta de que estábamos las dos solas, mientras que yo esperaba a dos eldars aquella noche.
-“No es uno de los mios quien esta noche me acompañará, sino un Ard Atherakhia, un peligroso Mon Kheig con poderes psíquicos que ha accedido a compartir parte de lo que ha robado a los míos y a los tuyos conmigo…”
Iba a contestar algo, pero no me dio tiempo.
-“Es tu deber apartarte de tu vista y recoger todo de cuanto salga de nuestros labios… para el caso de que esta peligrosa criatura me traicione”
Ya me había arrepentido una vez de haber llamado a la eldar… ahora era consciente de que me había vuelto completamente loca al hacerlo.
De nuevo, Q’sandra sonrió, alargando su mano izquierda hacia mí, entregándome un brazalete de aspecto coralino y cubierto con runas que, miradas con detenimiento, parecían cambiar, dificultando ver su forma auténtica.
-“Esto impedirá que él te vea”-me dijo como toda explicación, mientras me lo ajustaba en la muñeca-“Además, te ayudará a registrar nuestra conversación”
-“Gracias”-dije en voz alta. ¡Una grabadora de invisibilidad! Pensé.
Nos dirigimos al amplio espacio de la planta baja, donde una vieja cocina gallega había sido reformada y, junto a una cocina de chapa había una enorme mesa de madera con bancos y sillas a los lados, un fregadero tallado en la piedra, una gran nevera bien surtida, un arcón congelador, un microondas, un televisor y una puerta que daba a lo que ahora era una despensa y antes fuera una pequeña cuadra para los cerdos.
En aquel espacio me “acomodé”; puse una silla de tal forma que mis ojos podían ver a través del espacio que quedaba entre las dos hojas de la puerta.
-“Es la hora”-indicó la eldar con un ademán de la mano.
Las hojas de las puertas se cerraron y esperé con impaciencia y nerviosismo unos segundos…
Cuando un fogonazo azul verdoso iluminó la estancia casi se me para el corazón:
Ataviado con una túnica azul pálido que envolvía una poderosa servoarmadura azul de ribetes dorados y empuñando su inconfundible báculo rematado en un ojo cornudo pude ver que el acompañante de Q’sandra no era otro que el mismo Ahriman, el Hijo Pródigo, el tipo que peor me caía de mi legión favorita, los Mil Hijos.
Para mi sorpresa, iba también sin el yelmo, por lo que pude contemplar sus cabellos negros, su rostro de porte augusto y sus ávidos ojos, refulgentes de colores iridiscentes.
-“Saludos, Q’sandra, Elthir corannir rhiantha”-dijo este con un deje mordaz y dejando el yelmo con naturalidad en cima de la mesa; entonces pude ver un reflejo de azul, también iridiscente saliendo de sus dientes que me hizo dar un respingo pese a que había leído sobre ellos en los libros de C.S Goto.
Como nueva sorpresa para mí, la eldar respondió con una inclinación de cabeza y, sentándose a la mesa, respondió sonriente:
-“Confundes los lazos que me unían a Eldrad, Arhiman Kal Saim”
El hechicero respondió sentándose a su vez frente a ella en la silla más resistente; un banco tallado en la piedra que, pese a esto, crujió bajo el peso se la servoarmadura.
-“¡Mis disculpas!”-respondió, con una carcajada abierta-“Tal vez mis conocimientos de eldar mejoraran si se me permitiera el paso a la Biblioteca Negra…”
Esperaba que ese comentario provocara la ira de Q’sandra, pero, en lugar de ello, respondió con otra ironía.
-“Aual furta creagleram iam palam? ¡Sabes que eso nunca ocurrirá!”
El Hechicero rió de nuevo y suspiró encogiéndose de hombros, lo que provocó un ruido parecido al chocar de una vajilla.
-“Bueno, eso nunca se sabe con los de GW…”-matizó con un deje de amargura-“En todas las encarnaciones que he tenido nunca he sido menos poderoso que ahora…”
-“Otros con menos experiencia que tú rivalizan contigo en poder…”-añadió ella.
Por la mirada de Ahriman cruzó una expresión de ira fugaz, pero enseguida se desdibujó con un nuevo suspiro.
-“Y ese es el motivo de nuestro encuentro”-indicó, al par que se levantaba de nuevo y miraba en el interior de la nevera.-“Para discernir cual de los psíquicos del Imperio podría encajar en nuestro pequeño proyecto…”
Me sorprendí -una vez más- por el comentario… ¡Y por las cantidades ingentes de comida que Ahriman sacaba de la nevera!: atún en escabeche, frutas, ensaladilla rusa, una fuente con huevos rellenos, jamón serrano en lonchas, chorizos caseros, espárragos con mayonesa, gambas cocidas con salsa rosa, corazones de alcachofa, salteado de hongos con jamón, queso fresco y curado, tarta helada de limón, sardinas en aceite y perejil, aceitunas, un bol de bombones de chocolate que Ahriman miró con evidente aprecio y tres botellas de vino ribeiro y una de orujo de hierbas. Por su parte, la eldar sacó de un armario dos pares de copas que llenó y repartió una de orujo y otra de ribeiro para cada uno.
Inmediatamente después, ella comenzó a picotear con aire distraído, sentando sus preferencias en los huevos rellenos y las aceitunas.
-“Había leído, pero evidentemente era un mito”-bromeó Ahriman, dando cuenta de los bombones con rapidez-“Que los eldars limitabais vuestra dieta a una lenteja semanal… Evidentemente, el conocimiento práctico desmiente los mitos”
-“Así es, Ahriman”-abundó ella, haciendo bajar un huevo relleno con un largo trago de orujo-“También se cuenta que tú sólo buscas conocimiento, lo cual es obvio que no, a juzgar por tu ansiedad por los bombones…”
-“Beithir”-corroboró el hechicero de los Mil Hijos, empleando un término eldar demasiado coloquial para que, el mito de las malas relacciones entre los seguidores de Tzeentch y los eldars fuera enteramente cierto…
Como forma de desviar la conversación de su persona, Ahriman propuso la inclusión en el misterioso y no desvelado proyecto de Tigurius de los Ultramarines.
-“¡Bìonnel aofear ciallmar ina thost nuair nà bìonn pioc el rà aige!”-suspiró ella con desprecio.
No entendí lo que significaba, pero me huelo que no era precisamente una plegaria hacia el Emperador…
Ahriman volvió a reír.
-“¡Tienes razón! ¡Demasiado estirado, incluso para un eldar!”-bromeó-“¡Reunirse con nosotros sería una infracción grave del codex de Guilliman… y nunca más saldría del Ojo del Terror, con la Misión de Muerte que le mandarían!”
-“Tigurius es un psíquico poderoso”-comenzó Q’sandra en tono más serio-“Es el único que ha conseguido tocar la mente del Gran Devorador y no enloquecer por completo, pero sus rígidas normas le impedirían abrir su mente a nuestros planes…”
El hechicero había terminado con los bombones y centraba su atención en la tarta de limón, que había dividido en porciones idénticas con el poder de su mente y orbitaba alrededor de la pareja de tal forma que tan solo tenían que alargar la mano –o la boca, en algún caso- para tomar una porción.
-“¿Mephistón?”-propuso distraídamente.
-“Tendríamos que poner carne cruda en la mesa”-desechó ella con desprecio-“Tiene los mismos defectos que Tigurius unidos a su maldición. ¿Qué tal alguien de la rama radical de la Inquisición? ¿Kryptman, tal vez? Los hechos de Tarsis Ultra lo han acercado, a ojos de sus compañeros, a la senda de los radicales…”
-“La ambición de los radicales supera la mía, Q’sandra”-murmuró malhumorado Ahriman-“Además, aún en el caso de que consiguiésemos localizarlo, dudo que quisiera participar en nuestro proyecto… casi preferiría a Czevak”
La eldar bufó y vació su segunda copa de orujo.
-“¡De no ser por el trato que le dispensaste cuando lo tuviste de invitado!”
Ahriman volvió a reírse, mordisqueando pastel de limón y vaciando su quinta copa de ribeiro.
-“¡Aquello fue culpa vuestra!”-se defendió con ironía-“Si no me prohibierais la entrada a la Biblioteca Negra…”
Se hizo evidente que el hechicero estaba disfrutando de la velada y del ambiente jocoso, pues dijo esta última frase ensayando una expresión de perfecta inocencia. Me pregunté que dirían los diseñadores de juegos de Games Workshop si estuvieran en mi lugar y me sentí privilegiada.
-“¡Oh!”-añadió Q’sandra, como si se le acabara de ocurrir-“¿Qué tal Njal Stormcaller? Se moriría de ganas de hablar contigo”
Ahriman dejó de reír bruscamente y puso cara de ofendido ante la expresión también totalmente inocente de la eldar.
-“¡Ah, está bien, nada de bromas al respecto!”-zanjó el psíquico de los Cíclopes Rojos- “Pienso que el más abierto entre los psíquicos astartes sería Ezekiel, de los Ángeles Oscuros…pues entre sus secretos se cuentan la realización de pactos poco aprobados por el Imperio a fin de lograr aquello que tanto ansían y que creen les traerá la liberación…”
-“¡Mon Kheig, insensatos, inocentes y temerarios!”-soltó Q’sandra con una risita.
-“¿Debo asumir que estás de acuerdo conmigo?”-musitó Ahriman con voz suave. La eldar asintió.
A partir de ese momento, ambos comensales centraron su atención en las viandas más cercanas a su mano, de forma que era ya entrada la madrugada cuando la mesa de la cocina recordaba a un campo de batalla y los dos psíquicos se despidieron, desvaneciéndose en el aire, habiendo quedado en reunirse de nuevo quince días después, en el mismo sitio… parecía haberles gustado la comida.
¿Cuál sería el misterioso proyecto en que aquellos dos andaban metidos?
Y, lo que para mí era más apremiante ¿Cómo me desharía de Agramar la noche acordada para le encuentro?
Ya sé que sólo faltan 30 páginas).