Bueno, hoy me he levantado un poco "sentimental" y he escrito esto, aunque esta visto desde la perspectiva de un anciano, tiene muchas influencias de mi propia vida personal:P no se es una chorrada pero bueno hay lo dejo, gracias a todo aquel que llegue (lo dudo:P ) a malgastar su tiempo con esto:
Era agosto, ese momento del día cuando la tarde empieza a caer y la noche gana terreno, a pesar de la fecha por la ventana abierta entraba una brisa agradable.
En la calle unos niños, no mas de siete u ocho años, jugaban con un balón, mientras unos ojos, rodeados de arrugas y escondidos tras un grueso cristal, los observaba.
Un hombre, ya mayor, de unos sesenta años reposaba su espalda en un mullido sillón y se deleitaba con la vista que la ventana le proporcionaba.
En la mano derecha, encallecida por años y años de duro trabajo sostenía una copa de vino. En ese momento, como una reacción en cadena, abrumado por sus cinco sentidos
su mente, o mas bien su conciencia, viajo, viajó mucho, pero no a un lugar, no, si no a un tiempo, un tiempo pasado y ya muy distante.
Era agosto, esa fecha del año que muchos jóvenes esperan con ganas, era la feria, tiempo de reír, encontrarse con viejos amigos, rodearse de los nuevos y de disfrutar,
disfrutar de una juventud que nunca, o al menos eso parecía, nunca pasara.Poco a poco se iban formando imágenes, el ruido de las casetas iba penetrando en sus oídos y casi podía
oler aquellas imágenes. Como un charco regresando a su calma tras haber sido molestado por una piedra, las ondas se transformaban en caras, nada al principio, pero poco a poco después
fue recordándolas y poniéndole nombres, amigos y amigas, algunos aun lo eran en la actualidad, otros se marcharon lejos y algunos ya no los volvería a ver jamás, pero seguían siendo parte de el.
Pero el dolor mas fuerte fue cuando la recordó a ella, estaba tan guapa, como siempre, la expresión belleza se llevaba a un nuevo limite cuando se aplicaba a ella. La recordó con ternura, pero también con dolor.
Recordó su pelo, largo y negro como el azabache, sus ojos, oscuros, aun después de décadas se sintió expuesto a esos ojos con solo recordarlos, también recordó sus senos
grandes, pero bonitos, y una risa algo maliciosa se le dibujo en el rostro añoro sus labios, algo carnosos y su voz, como añoraba sobre todo su voz.
El había querido a alguna chica antes que a ella, pero si es verdad que existe eso que llaman amor, de seguro que el estaba enamorado de ella. No porque fuera guapa, no, el no era como los demás, la quería, la amaba
por todo lo demás, su sencillez, su simpatía y amabilidad y predisposición siempre a agradar. Dios, como la amaba. Pero los años pasaron y el jamás se atrevió a decirle nada, solamente un simple me gustas... y se fue...
Maldijo la hora en la que quiso ser un caballero con ella, maldijo la hora en la que no quiso tratarla como las demás y maldijo la hora, la hora que nunca llego, la hora de demostrarle verdaderamente su amor.
Finalmente la noche gano la batalla al atardecer con ella los pensamientos se desvanecieron junto al ultimo rayo de sol.
Estaba lloviendo, el día era frío y para nada apetecía estar en la calle, bajo el techo de la parada del autobús una mujer de pelo cano se frotaba los brazos para entrar en calor, de nuevo, tras unas quince veces
volvió a mirar el reloj de pulsera, y ya no queda nada.
Tras la ventanilla del autobús veía como el agua caía, y le recordó a su cara dos semanas atrás, cuando, por fin, tras tantos años de autoimpuesto alejamiento, volvió a llamar a la chica de su infancia, al amor de su vida,
y tras varias llamadas, la localizo y pudo quedar con ella.
Allí estaba, no había duda, era ella, tenia que ser ella, lo sabia, estaba bajo la lluvia viendo como el chofer aparcaba el autobús y los viajeros que íbamos en el se apeaban, el anciano, dos mujeres, tres jóvenes y dos niños de siete u ocho años.
se quedaron cara a cara, mirándose uno al otro, fue como volver años y años en el pasado, vio su pelo largo, sus labios sintió su perfume y oyo su voz.
-Cuanto tiempo,¿verdad?
-Si, mucho, demasiado. Demasiado para decirte que siempre te ame...nunca te olvide...siempre pensé en ti...dejarte ir, sin decirte nada fue mi mayor error... pero también mi mayor alegría.
Con un gesto de la mano llamo a los niños que junto a el se habían bajado del autobús, eran los mismos que hace un tiempo jugaban a la pelota en la calle...
-Mira, estos son mis nietos...
