El Caballero de la Muerte: El Relato de Hans

15 años 8 meses antes #15865 por Alexander
“La taberna del Jinete Errante se encontraba tenuemente iluminada, las pocas lámparas prendidas ubicadas en el centro de la mesa de una figura avejentada, dándole a su apariencia decrépita un aire aún más sombrío. Su nombre era Hans Krasser, y era el único soldado superviviente de una expedición imperial de Talabecland a lo más profundo de las Montañas del Fin del Mundo, con el objetivo de trazar un mapa con vías de cruce que pudieran ser usadas para atacar al Imperio. Aun estaba ataviado con sus ropas de viaje, recubiertas de moho, y manchas de sangre seca recorrían la sección del pecho y de su hombro izquierdo. Su alabarda se había perdido en el camino, y solo traía con el una daga mellada y una pistola con un solo tiro.
A su alrededor, se hallaban los concurrentes normales de la taberna. Entre ellas, se encontraba una figura encapuchada, cuya presencia era aun más inquietante que la del viejo soldado. Todos estaban atentos a su relato, que repetía con una exactitud increíble, como si este se hubiera grabado a fuego en su memoria.
-“Fue durante uno de los descensos, que encontramos una grieta en la falda de la montaña. La hubiéramos ignorado, pero ese pensamiento desapareció de nuestras mentes cuando nos dimos cuenta de que no era una formación natural, era demasiado perfecta. La entrada era suficientemente angosta como para que solo uno pudiera pasar a la vez. Atamos una soga a una gran roca que se hallaba cerca. Yo y los otros 13 hombres que componían la expedición, junto con nuestro capitán Erwin, descendimos. Fue nuestro primer error.”
Hans inhalo aire para continuar, y los oyentes quedaron expectantes, pero la figura encapuchada rompió la atmosfera con una pregunta.
-“¿Y que encontraron allí abajo?”
Hans se sorprendió ante la autoridad que llevaban estas palabras, y también con la falta de respeto del encapuchado. Al parecer, llevaba prisa.
-“Una cámara, pero no estaba tallada en piedra. Estaba tallada en un metal negro, frío como el hielo y mucho más duro que el acero. A nuestros pies, había una densa neblina, que nos heló las extremidades”
Las palabras del extraño, esta vez salieron con curiosidad.
-“¿Era una cámara sellada?”
Hans carraspeó, y respondió:
-“Ojala hubiera estado sellada. La cámara tenía un camino, que se bifurcaba en tres en una intersección. Los caminos eran menos angostos que la grieta de entrada, y podíamos pasar en grupos de dos. En lo más alto de esta, se hallaba un bloque de ese metal oscuro, con la única iconografía que pudimos distinguir en toda nuestra exploración: era una corona de hierro, ubicada en el centro, rodeada de 21 espadas. 20 de ellas apuntaban hacia fuera, pero la que estaba exactamente arriba de la corona, apuntaba hacia abajo. Todo esto, estaba recubierto por un anillo de hielo, y rematado por una brillante gema blanca en la frente de la corona. Adolf intentó sacarla, pero antes de tocarla sus manos se helaron de tal forma que se partieron al momento de raspar la gema. Acto seguido, cayó al suelo, convulsionando por la pérdida de sangre que se estaba produciendo en sus muñones. Su sangre se congeló apenas tocó el suelo. La escena no duró mucho, porque a los pocos segundos, Adolf ya estaba muerto.”
Algunos de los presentes miraron estupefactos a Hans al escuchar esto, aunque en el fondo, el sabía que esto no era nada en comparación con lo que oirían más adelante.
Nuevamente, el desconocido habló:
-“¿Y que camino decidieron tomar?”
En su voz no había el más mínimo rastro de pena por la muerte de Adolf, hecho que molestó profundamente a Hans.
Con voz irritable, continuó:
-“Como los corredores eran muy angostos para nuestras lanzas y alabardas, las dejamos junto a Wilheim, que se quedaría cuidando la entrada de la bifurcación y el cadáver de Adolf, para que podamos darle un entierro más honorable que su muerte. Nos separamos en tres grupos de 6. El grupo de Erwin, tomó el camino central. El grupo de Kurt, el segundo al mando, tomó el camino de la derecha. Nosotros, el de la izquierda.
Nuestro camino, nos llevó a una sala similar a la primera, pero a diferencia de esta, tenía un obelisco en mitad de la sala. Este, tenía una punta plana, y tenía un metro y medio de altura. Poseía unas runas que brillaban con una luz blanca, ligeramente azulada. Solo un camino salía de esta sala, y estaba a la derecha. Este corredor era igual de angosto que los anteriores, y terminaba en una sala mucho más grande que la primera. Allí, nos encontramos con nuestros compañeros. La descripción de lo que encontró el grupo de Kurt, coincidía con nuestro hallazgo, con la diferencia de que su camino estaba a mano izquierda. El grupo del Capitán, reportó que simplemente era un corredor como los otros, que desembocaba directamente en una antesala, totalmente vacía, pero con un corredor mucho más amplio, como para que 5 personas pasaran a la vez, que conducía a la sala más grande.”
El extraño volvió a interrumpir, con otra pregunta, el tono inquisitivo otra vez presente:
-“¿Hay alguna razón por la cual no has mencionado lo que se encontraba en esta sala?”
Hans se acomodó en su silla, y volvió a hablar, esta vez con tono nefasto, como si hubiera estado esperando todo este tiempo para decir esto:
-“En esta sala, se hallaban dos obeliscos, pero a diferencia de los otros, terminaban en puntas, que se conectaban arriba, unidas a un medallón, que poseía una runa brillante, de mayor tamaño que las demás. Erwin tocó el obelisco, marcando nuestro segundo error. Las runas en los obeliscos de las salas aledañas empezaron a brillar, a la vez que las runas de este… este… portal… hicieron lo mismo, y se formó dentro de este una especie de puerta. De esta, surgió una especia de caballero, protegido por una armadura negra y con una espada idéntica a las del bloque con la iconografía al comienzo de la intersección. Esta también tenía runas similares a las de los obeliscos, pero estaban apagadas. Su apariencia, era la de un hombre joven, pero su pelo era totalmente blanco, y su piel era pálida. Su cara tenía una expresión constante de pena. Aunque en sus ojos negros, solo vi odio. Apenas salió, empezó a matar a mis compañeros. Intenté apuñalarlo con mi daga, pero se melló en cuanto tocó su armadura”
Una voz en la sala se arriesgó a gritar:
-“¿Un vampiro?”
Esta vez, el extraño fue el que río, en tono burlón, y dijo:
-“Si hubiera sido un Vampiro, el no estaría aquí con ustedes. Un Vampiro es una bestia insulsa y sanguinaria que mataría a cualquiera solo por cubrir su mayor debilidad. Lo que el encontró, fue un Caballero de la Muerte, un sirviente de la Corona Oscura, y que fue el culpable de la muerte de sus 14 compañeros. Nuestro amigo aquí presente no hubiera tenido la más minima posibilidad de salir con vida de ese encuentro, a menos que el Caballero hubiera tenido una razón para dejarlo ir”
Hans quedó perplejo frente a la exactitud de los datos del extraño, y se levantó amenazante, con una velocidad que engañaba a su aspecto, diciendo:
-“¿Y cual podría ser esa razón?”
La figura habló con un tono sereno, como si la reacción de Hans no hubiera tenido efecto alguno en el:
-“Un Caballero de la Muerte no quiere que sus víctimas mueran en la ignorancia, a la que están destinados todos los seres mortales, enlazados a los hilos traicioneros de la vida. En su lugar, deja vivo a un solo individuo, para que cuente su historia. Has cumplido tu propósito. Esta noche, solo uno de ustedes saldrá con vida de aquí, para que cuente la historia de la destrucción que causó un Caballero de la Muerte en una taberna del Imperio.”
Un silencio sepulcral cayó en la sala, y solo Hans se animó a hablar:
-“¡Tu… eres… un mentiroso!”
Luego de estas palabras, Hans sacó su pistola y disparó al pecho del encapuchado.
Un resonar metálico fue el único sonido que se escuchó en la sala. Ni un desgarrador grito de dolor, ni el sonido de sangre manando por una herida, lo siguió.
El extraño empezó a reír.
Hans estaba escéptico, y, en un murmullo que el silencio absoluto de la taberna amplificó, dijo:
“¿Cómo… cómo es posible… esto? ¡Deberías estar muerto! ¡Fue un disparo directo! ”
El extraño se levantó la capucha, dejando a la vista de todos los presentes su cabello blanco y sus ojos negros. En su cara, se notaba una expresión de pena constante. A través del agujero de bala, se podía ver la superficie de una armadura negra. Nadie había notado el arma que tenía a sus espaldas, pero que ahora había desenvainado y sostenía en una mano. A la luz de las velas, se podían ver runas apagadas en su filo.
Hans quedó totalmente blanco, y sabiendo lo que se avecinaba, simplemente dijo:
“El venir hasta aquí, fue mi tercer, y ultimo, error.”

Que tal? :D

[b:rl5ziuli]"We bring death, and leave only carrion. It is a message even a Human can understand" [/b:rl5ziuli] -Reqhiel of the Sons of Fuegan, Biel-Tan Crafworld

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