Mis Relatos de la Campaña de Vector Secundus

Son mis relatos cortos para la campaña de Vector Secundus que Archipirómano está llevando en Kingdom (con las reglas de la que estáis llevando vosotros).

Llevo un ejército de Eldars del Mundo Astronave de Aqualönde. En fins... ahí tenéis:

[u:30nts345]Introducción[/u:30nts345]

Un eco cristalino rebotó por la Cúpula, amplificándose de forma armónica hasta que volvió a la mente de Lyanna. Con una delicadeza y dedicación sobrenatural, extrajo con sus finos dedos unas cuantas runas de una decorada bolsa que portaba decorade en el cinto. Las runas se retorcían, crepitaban y pulsaban. Algunas lo hacían con furia, otras se movían entre susurros seductores, otras parecían perezosas e indiferentes, y se deshacían como el polvo dispersado pro el viento. Llenando su mente de calma, dejó caer las runas al suelo y cerró los ojos.

Llevaba mucho tiempo en la Cúpula de los Videntes de Cristal. Cuánto no sabría decirlo. "Siempre demasiado, o demasiado poco". Apartó esa idea de la cascada de impresiones, ideas y augurios que luchaban por emerger en su conciencia. Notó cómo los pilares cristalinos que habían sido en otros tiempos los antiguos Videntes de Aqüalonde resonaron junto a la melodía, amplificando su poder. Pronto, el murmullo y el resonar llenaron de luz y vida el Circuito Infinito que nacía de esa misma sala. Los centenares de héroes que descansaban en su médula, aquellos que habían dado sus existencias para salvaguardar su mundo astronave gritaron de furia y ansias de guerra. Otros espíritus de los muertos se unieron al coro lentamente. Prescindiendo de las presencias individuales, trató de canalizar toda esa energía en una única dirección para obtener la respuesta que tanto buscaba y tanto temía.

Abrió los ojos. Miró las serpenteantes runas del destino. Las golpeó con frustración dispersándolas por todas partes. Guerra. Siempre Guerra.

Se alzó con rabia. ¿Cómo había llegado a tal extremo?. "Orgullo" se dijo. pero sopesó la respuesta. "Desinterés", pero no acabó convencido. "¿Destino?". Se rió de su propia ocurrencia. "No, no somos como esos débiles mon-keigh. A nosotros no nos arrastra el destino". Por el rabillo del ojo vio como las runas se arrastraban por el suelo de nuevo, confirmando una vez más que sus augurios no estaban desencaminados. Se volvió hacia la salida de la Cámara y con un ademán de su mano y un leve acto de voluntad los espíritus que allí descansaban se acallaron una vez más.

Cuando empezó a descender las escalinatas hacia la Larga Avenida de las Múltiples Lágrimas, se fijó en que sus aprendices estab reunidos esperándole. Con un ademán autoritario los ordenó seguirle. Ninguno de ellos habló, pues todos habían sentido el duro combate de su maestro con el Tejido del Destino. Mientras las arrebatadoramente bellas columnas pasaban a su lado al caminar hacia el Templo de Khaine, Lyanna rumiaba las consecuencias del execrable acto que iban a cometer.

- Lyashalonna, Maestro. - Radhur su aprendiz favorito atrajo su atención - Consultamos a los Exarcas. Todos ellos han presentido la llamada de la Guerra mientras lanzábais los augurios en ...

- ¡Basta! - gruñó - Sabéis tan bien como yo que la senda de la guerra es nuestro último recurso siempre. Obrásteis mal por hacerlo sin mi permiso, pero dadas las circunstancias puedo entender el por qué de vuestra precipitación infantil.

- ¿Entonces Maestro encontrásteis la manera de engañar de nuevo al Destino?

- No - fue su seca respuesta - Habrá Guerra.

Asaltar y destruír a sus propios hermanos era la única manera de salvar a Aqüalonde de un desastre mayor. Se les advirtió, se les informó y hasta se les suplicó que no siguiesen ese camino, pero Saim-Hann es impulsivo. Impulsivo, ciego y alocado. El camino que lleva al futuro está ya establecido, pero Lyanna no iba a permitir que la estupidez de unos pocos condenasen a muchos. Si tenía que matar a diez Eldar para salvar del desastre a cien, lo haría sin dudarlo tantas veces como fuese preciso.

- Preparaos, mis alumnos. Hoy nos prepararemos para la Guerra. Mañana teñiremos de sangre de dragón nuestras espadas.

El rítmico y lento palpitar del salvaje corazón del Avatar empezaba a resonar de nuevo por todo el Circuito Infinito una vez más.

[u:3ve6wsma]Turno 1: Batalla por Troika[/u:3ve6wsma]

- Lyashalonna, Maestro. - su alumno Radhur le sacó de su ensoñación - No entiendo qué sentido tiene atacar al Mon-Keigh en esta desolada roca cubierta de hielo.

Lyanna cerró la mano con fuerza sobre el puño de su Espada Bruja. Imperceptible para todos, un leve crujido de cristal rompiéndose acompañó su esfuerzo. Le desagradaba ese sonido. Aunque avandonar su cáscara mortal empezaba a antojársele liberador, no estaba dispuesto a someterse tan fácilmente. Seguiría soportando todas y cada una de las pruebas de este podrido universo hasta que su cuerpo se consumiese o la llama del templo de Ashur y la de su propio pueblo se extinguiesen para siempre.

- Los mon-keigh no son más que una fuerza primitiva, Radhur. Una energía en bruto que se consume y devora a sí misma con increíble velocidad. Pero bien dirigida es una herramienta tan útil para nuestro pueblo como para un guerrero puede serle una espada, o un pincel a un artista.

- Pero no podemos derrotarlos. Los que se llaman a sí mismo Puños Carmesíes tienen los refuerzos proximos al planeta. A demás, nuestro objetivo no es más que un contingente menor aislado en un pedazo de roca estéril sin importancia.

Lyanna sonrió. Había escrutado muchas veces los confusos y violentos caminos de esas criaturas inferiores y sabía que su orgullo ciego y su ridículo sentido del honor obligarían a los mon-keigh a buscar respuestas y venganza ante semejante ataque quirúrgico.

- Cuando el último de esos Puños Carmesíes esté vertiendo su sangre sobre el hielo - dijo Lyanna con desprecio - el cielo se llenará de sus primitivas astronaves, el suelo temblará bajo el ruido de sus toscos vehículos, y sus botas mancillarán para siempre los delicados glaciares que inundan el mundo. Sí, Radhur. Tomarán posesión del planeta. Y como buenos perros de presa que son no lo soltarán. Para cuando descubran que ya nos habremos marchado, los acontecimientos les obligarán a centrar su atención en otros asuntos. Los necesitamos en ese planeta, mi alumno. Armados, fuertes y cantando canciones de Guerra.

Radhur se inclinó con respeto.

- Perdonad Vidente, mi carencia de visión y mi falta de fé.

Lyanna se volvió hacia Radhur y asintió con fuerza.

- No hay nada por lo que avergonzarse, joven aprendiz. las preguntas te llevan a un entendimiento mayor - alzó la vista - Una vez nuestra raza dejó de hacerse preguntas, y eso casi nos destruyó. Eso no debe volver a ocurrir.

[u:od0lwv4x]Turno 1: Batalla por Troika (Victoria Eldar)[/u:od0lwv4x]

* ¡Sktanck! * * ¡Splurch! * * ¡Skaaaaagtink! *

Lyanna agarró su Lanza Bruja con ambas manos y extrajo su filo cargado de energía del pecho del Comandante de los Puños Carmesíes que yacía bañado en sangre a sus pies. A su alrededor los Vengadores Implacables y los Espectros Aullantes ejecutaban sin piedad a los restos de los insignificantes Marines Espaciales que aún permanecían en pie luchando a la desesperada. "¿Es que no saben cuándo han perdido la batalla?" se preguntó. Sharalasshe, la Exarca Portadora de Muerte dio un salto moral, giró en el aire y segó limpiamente la cabeza de uno de sus acorazados enemigos como una guadaña corta una brizna.

- Vidente. El enemigo está transmitiendo.

El pensamiento de su equipo de retaguardia le llegó instantáneamente. Y en menos tiempo en el que tardó en elaborar el pensamiento, los restos de su contingente reaccionaron al unísono, retirándose como un solo hombre. Retiraron las Joyas Espirituales de sus hermanos caídos y en escasos segundos desaparecieron. Los escasos Marines supervivientes apenas tuvieron tiempo de reaccionar. La tormenta Eldar cesó tan rápido como se había iniciado.

Varios minutos después, una lluvia de cápsulas de desembarco cayeron entorno al campo de batalla. Pero era demasiado tarde. De nada servía ya el poder del Astartes si su enemigo ni siquiera estaba ya en el planeta. Antes de que el Portal de la telaraña de Troika se cerrase definitivamente y se ocultase a la torpe vista de los Mon-Keigh, Lyanna soltó una mueca de desprecio. Sí, tendrían Troika. Una barrera de defensa más para proteger a su pueblo.


NOTA: Gané la batalla, pero dejé que mi rival se quedase con el planeta. Yo sólo quiero pegarme con ejércitos distintos, ganar me la pela. ^_^