Partida de Rol de Warhammer 40K

Era todo lo que queria escuchar.

- Como desee. - dije.

#Chequeo de liderazgo: 4 y 6: 10 no superado, por cierto con Holdstein, qué tengo? ¿Ld 11 ? Lo digo porque me gané el Ld 10 y con el +1...#

El Coronel Khaar se acerca a Eliphus, pero este ya se ha metido en el Leman y no le hace caso.
- Muy bien señores, dirijámonos a las ruinas, todos para dentro del Chimera, pero por favor, que conduzca alguien que sepa Da igual, que lo haga el que quiera. Poneros en el tanque como queráis, la idea de Edard no era mala. ¡A las ruinas!

El raqueteante Lemman Russ se arrastra como puede hacia las ruinas. Afortunadamente, el tanque está hecho para durar, así que parece aguantar el trayecto bastante bien.

Al aproximaros a las ruinas, iluminadas por el obsceno resplandor de las columnas de cristal que parecen seguir creciendo lentamente, os percatáis de que debió ser antaño una fábrica de alguna clase. No le queda más que algún que otro edificio en pie, todo lo demás son escombros y hierros retorcidos. Pozos de residuos tóxicos se esparcen por doquier. Apesta a compuestos químicos.

El Lemman Russ de repente pega un respingo y se cala. Una humareda sale del motor, así que rápidamene abrís la rejilla y veis que se ha desprendido aceite, el origen de la humareda. Decidís deteneros a descansar y limpiar el motor. Está cayendo la noche, pese a la luz de los cristales, y es mejor pasarla a cubierto. Dejáis el tanque contra un muro, con el arma de la barquilla hacia afuera, y montáis en esa cobertura (entre el tanque y el muro) vuestro improvisado campamento.

Mary parece estar frenética. Da una serie de brincos alrededor del campamento, se cuelga boca abajo de los muros y en general se dedica a perseguir sombras de un lado para otro. Si hay alguien oculto cerca, Mary ya lo habría descubierto, así que la dejáis hacer por un rato.

Morgan se niega a comer nada, pero la obligáis a tomarse una ración. Dentro habéis puesto algo de sedante, así que cae redonda y se queda profundamente dormida.

Eliphus dide que no puee dormir. Habla de un incesante murmullo que lo llena todo, y dice que no habrá forma de que él descanse esa noche.

¿Y los demás qué?

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Aprovechad el momento para rolear un poco y planificaos bien, por lo que pueda pasar... XDDDDDDD

Podéis escuchar la radio, tratar de reparar algo del Lemman, hacer que Eliphus cuente qué es lo que percibe... yo que sé.

El Russ es una herramienta de la voluntad del Emperador, como nosotros, y que este en ese estado es una blasfemia. Comienzo a recitar algunas letanias de mantenimiento y reparacion que usaba antes con mi orden, mientra animo a alguno mas a que me ayude, reparo algunos manguitos, enderezo varias piezas e incluso retiro un fragmento de cristal que se quedo encajado junto al bloque del motor, si hubiera entrado con mas fuerza el vehiculo seria historia. Miro el cristal con furia, obra xenos. Lo arrojo lejos con furia, despues de una hora de mantenimiento decido que por el momento para mi ha sido suficiente, es mejor que nadie este muchotiempo seguido con el tanque, porque necesitamos descansar.

Doy algo de comer a Mary. Ella sigue inquieta, pero creo que sera mejor no obligarla a que guarde silencio, en una ocasion se lo ordene y siguio esa orden incluso cuando noto como se acercaban unos atacantes en Paeris III.

Me dispongo a rezar mis plegarias nocturnas cuando algo se me ocurre.

Me levanto hacia el Coronel.

- ¿Coronel, la radio del tanque aun funciona? Si es asi deberiamos intentar escuchar algo, para saber cual es la situacion alli afuera.
- Por un momento crei que queria pedir refuerzos.
- Me ofende con esa afirmacion, coronel, sabe tan bien como yo que soy partidaria del silencia radiofonico, pero no de que escuchemos las noticias del frente.
- Tiene razon, la verdad no se si funciona, o si en este maldito paraje. Consulte con Eliphus.
- ¡E... esta seguro coronel?
- ¿Algun problema?
- No, que el emeprador le guarde.

Me dirijo a Eliphus, estoy algo nerviosa.

- ¿Señor Eliphus? - Él se revuelve inquieto en su saco de dormir.
- ¿Que?
- Usted conoce mejor que nosotros las letenias de mantenimiento y reparación de la radio, he pensado que podriamos intentarla y escuchar como les van a los nuestros.
- Que no pueda dormir no significa que no pueda intentar descansar, además en este lugar no hay radio que valga, no recibiremos señal alguna. La radio esta bien, si recibimos algo es porque el Emperador tendra a bien que lo escuchemos y hara rebotar la señal en la ionoesfera del planeta. Asi que por favor mañana podria ser un dia muy duro, dejame descansar al menos.
- Como ordene. - Me retiro
- ¡Y deja de... ! -Comienza decir que ya me he marchado.

Me siento mal, creo que he hecho algo mal a ojos del Emperador, Eliphus es una agente de la inquisicion el guardian de la humanidad frente a la corruccion. Miro la lata de comida, la cierro, hoy no comere como parte de la penitencia que me acabo de imponer.

Comienzo la vigilia tambien, llevo muchos dias viviendo comodamente, comiendo y durmiendo en el transporte y el olvidado las privaciones de mi orden, y es hora de que vuelva con ellas.

Me arrodillo y comienzo la primera plegaria de una larga noche.

[i:w7c6m11b]A spiritu dominato,

Domine, libra nos,

del rayo y la tempestad,

Emperador, libranos

de la peste, la tentación t la guerra.

Del azote del Kraken...[/i:w7c6m11b]

Paladeo cada palabra intentando degustar la gracia y sabiduria del Emperador que cada una contiene.

Eddard se sienta cerca de Eliphus. Estaba concentrado en sus paranoias mentales. No podía comprenderlas, jamás comprendería a los psíquicos. Para él eran más escoria herética, los únicos que pudieran usarlo deberían ser los inquisidores, para "difundir" la palabra del Emperador.

Pero aquello no importaba. Él no conocería los poderes psíquicos y esas cosas, pero sabía de sobra una ley elemental, fundamental en toda batalla, y tan simple como "Coopera o muere". Ni siquiera uno de los poderosísimos Astartes sería capaz de ganar una batalla solo.

Lo único importante en aquel momento era purificar las ideas, y sacar en claro una conclusión... Pero las cosas estaban muy feas, un Leman Russ destrozado, era el mejor arma que tenían. Tenían un psíquico del que no terminaba de fiarse del todo, un Coronel, un Comisario, un teniente, una herida, y luego eran unos pocos soldados. Aunque volviesen a la guerra en el frente, sería como hechar una aguja en un inmenso campo de trigo, no afectaría en absoluto. Necesitan un objetivo claro, pero no podían derrotar ellos sólos a un ejército enemigo...

Mira a Mary. Parecía absurdamente hiperactiva, iba de un lado a otro. Entre el constante movimiento de un lado a otro y su existencia de hereje, le entró un profundo desde lo más profundo de su corazón. Maldita sea, ¿nunca se iban a librar de la asquerosa mancha del impuro, del Caos? No sólo Mary. No sólo Eliphus. Todos ellos, todo aquel grupo de soldados, reconocidos por algun importante representa dentro de la Guardia Imperial de Collowesta, eran un maldito saco herético. Habían estado en contacto con lo herético demasiado tiempo, y ni siquiera el sagrado rifle láser podía frenar ese contacto, no había suficiente munición en el mundo para purgar aquello. Era desesperante. Tan sólo el sacrosanto fuego del Emperador, impartido por las prestigiosas filas de la Santa Inquisicón, podía eliminarlo. Sin embargo, ésta les había dado la libertad... Todavía tenían una misión que cumplir, y estaba contempletamente convencido de que la cumpliría independientemente de lo caro que sea el sacrificio. No hay suficientes torturas, no hay suficientes herejías para detener algo. Pues pueden detener a miles de guardias imperiales, pero no a la Santa Fe en la Sagrado Emperador, Señor de Terra y de la Galaxia.

Burdden ronda el pequeño perímetro del aún más pequeño campamento. Algo le inquieta y no sabe que es. No es por Eliphus ni por Mary, ha visto tantas cosas raras que nada puede alterarlo mientras mantenga la fe en el Emperador. Su mirada se vuelve continuamente al tanque y de repente nota un bulto en los bajos del vehículo que no debería estar allí. El teniente saca su pistola láser, la única arma para la que le queda munición tras perder el equipo en el desastre del Chimera, se acerca cautelosamente y se agacha. El bulto no se mueve y Burdden lo empuja con la punta del arma. Es curioso, por la textura casi parece...

De repente se da cuenta de lo que es, deja caer el arma y se pone a tirar entre gritos de alborozo.

-¡Mi mochila! ¡Con todas mis puñeteras cargas de demolición intactas! ¡EL EMPERADOR PROTEGEEEEEE!

La mochila sale de un último tirón y Burdden se cae al suelo. Ni él, ni ninguno de los que se acercan por sus gritos ven cómo uno de los pistones externos del bajo del vehículo vuelve a encajar con un chasquido al quitar el obstáculo que lo atascaba. Burdden se pone en pie emocionado.

-¡Así que aquí había ido a parar mi equipo! -dice volviendose hacia el vehículo como si éste estuviera vivo- ¡Y yo que pensaba que no valías para nada, maldito cacharro inútil! -Dice mientras le da una fuerte palmada a la cubierta del motor.

Éste arranca al instante ante el asombro de todos. Ronronea como un gatito. Con una sonrisa en la cara, Khaar le dice:

-Muy bien teniente, no sabía que estuviera tan versado en los Misterios de la Letanía del Despertar del Mechanicus. Bueno gente, parece que nuestro transporte funciona de nuevo, aprovechad el rato que os queda y luego montaremos de nuevo. Partimos al amanecer.