Paranoid.

Los cinco exploradores lobo avanzaban cautelosamente a traves de las rocosas dunas de arena blanca que formaban la práctica totalidad de la horografía de Gablis.
Los angulosos riscos que se alzaban en el horizonte les impedían ver la situación exacta del lugar al que se dirigían ; el lugar exacto de la batalla que se desarrollaba frente a ellos.
Hacía unas pocas horas que tenían noticia acerca de un violento enfrentamiento que se producía en el oeste, cerca de uno de los pocos núcleos habitados del satélite, lo que les vino de sorpresa; su misión en el lugar era de simple reconocimiento para establecer alli una base avanzada, no tenían constancia de que hubiera enfrentamientos internos.
A pesar de todo, y sin tener datos exactos de la naturaleza del conflicto, se encaminaron hacia la posición.
A medida que fueron avanzando, los gritos, que al principio pareían sinples ecos fueron aumentando de volumen, y un fuerte olor a corrupción llegaba con cada vez más intensidad al incrementado sentido del olfato de los Lobos Espaciales.
No estaban a distancia suficiente para captar más detalles, pero estaba claro que, o bien era una lucha entre los corruptos o bien que aquellos a los que estos hubieran atacado, estaban en clara desventaja.
no necesitaron llegar a ver el combate para decantarse por esta segunda opción; pronto llegó a sus oidos el familiar sonido de un bolter al dispararse.
Por orden del sargento Brokenfang, los cinco exploradores tomaron posiciones acercándose al campo de batalla ocultos por los riscos. Ya a la vista la lucha, los Hijos de Fenris no pudieron evitar sorprenderse;
Rodeado por un numeroso grupo de cultistas del Caos, todos ataviados con amplias túnicas negras y armados con armas de una tecnología al parecer rudimentaria pero poderosa, un Guardián Lobo luchaba por su vida, con varios hermanos de manada caidos con cuyos cadáveres se tropezaban los combatientes al embestir con furiosas fintas mientras proferían ininteligibles gritos de guerra.
Pero lo más sorprendente no era ver a uno de los suyos pelear allí donde creían ser los únicos Astartes, sino el hecho de que los cultistas del caos, a pesar de ir poco a poco cayendo bajo el tajo de la espada sierra del Guardian Lobo, parecían no disminuir en número. Daba la impresión de que por cada maldición contra ellos que salía de la boca del veterano guerrero, surgían otros tres traidores.
El sargento Brokenfang se sentía confundido, pues no captaba en el Guardia Lobo el característico rastro olfativo que desprendían sus Hermanos Lobos en el campo de batalla.
No dudó por mucho tiempo; uno de los cultistas cayó en el suelo muerto, salpicando de sangre corrupta la armadura del Guardian Lobo, al par que este recibía un salvaje golpe por la espalda, trastabillando hasta casi caer, quedando vulnerable a un nuevo ataque.
A una señal de cabeza del sargento, los exploradores se incorporaron al combate aullando y disparando. Frente a la carga de los seis astartes, tanto el veterano como los cultistas, parecieron momentaneamente sorprendidos. Lo justo para que el ataque fuera contundente, aplastando a una docena de cultistas antes de darles tiempo a reaccionar.
Con la caida de los suyos, los traidores parecieron ganar nuevos motivos, pero la balanza se había inclinado ya por el bando leal; tras unos pocos instantes en los que los lobos espaciales dieron cuenta de gran parte de los cultistas desgarrándolos con sus colmillos y despedazándolos con sus espadas sierra, el que parecía el lider, con voz rasposa, llamó a la retirada.
Los astartes reaccionaron disparando con no meditada eficaciaa la espalda de los cultistas que se dispersaron en huida. Aún asi, el sargento podía seguir con claridad el rastro, pero optó por ocuparse de los caidos y el superviviente.
Pero el Guardia Lobo se le adelantó cuando con un cuchillo de combate y suma perícia, procedió a retirar la semilla genética de sus compañeros caidos.
Tomando su prisa por un rápido deseo de honrar la memoria de sus hermanos caidos, el sargento Brokenfang esperó pacientemente a que terminara de proceder antes de dirigirse a él.
-"Hermano"-inició la conversación el sargento. No se sentía a gusto con el fuerte olor a corrupción que manaba de la sangre que cubría la armadura del veterano, cubriendo casi por completo el olor a camadería que desprendía uno de los suyos.
Sin embargo estaba alli, muy ténue y temió que la repulsa por aquella sangre hiciera pensar al Guardian Lobo que tenía algo contra él.
-"Hermano"-continuó, para añadir, mostrando su hombrera-"soy el Sargento Henrik Brokenfang, de la Gran Compañía de Harald Deathwolf, aqui en misión de reconocimiento. Ni mis hombres, ni yo, ni nadie de mi expedición teníamos noticia de que aqui hubiera actividad herética".
El Guardian Lobo inclinó la cabeza hacia él, dejando entrever sus colmillos, largos, poderosos y con un deje de amenaza al descubierto.
Pareció relajarse un poco antes de contestar, con un suspiro cansado:
-"Me alegro enormemente de que hallais venido a mi encuentro"-su tono era amable, casi amistoso-"Soy Sigfrig Icemane, de la Gran Compañía de Sven Bloodhowl, y estaré encantado de relatar a mis hermanos las blasfemas atrocidades que se estan llevando a cabo en Gablis".

(Continúa)

Esto tien muy mala pintaaaa... ¡Que alguien llame a la Inquisición! ¡No te fíes Brokenfang!

Uis, uis, uis... yo también conozco al tipo ese...

De momento, leído lo leído, nada que objetar. Te mandaré por MP algunos errores gramaticales a subsanar, si eso.

Espero que, mientras yo estoy de [i:3ldytm5p]retiro espiritual[/i:3ldytm5p] en lo que el tema de escribir atañe, sigas colgando más de este relato...

Un saludo...

Mientras los cinco exploradores rendían tributo a los caidos incinerándolos en una pira tras enterrar sus armas y armaduras, los dos veteranos conversaban en un lugar un tanto apartado de la ceremonia.
Tras sus últimas palabras, Enrik Brokenfang había creido percibir un genuino agradecimiento en el Guardia Lobo e incluso, con la proximidad, podía captar su olor bajo la capa de corrupción.
Seguro de haber rescatado a uno de los suyos, el sargento Brokenfang relajó sus formas, cuando el veterano comenzó a explicar las circunstancias que lo habían llevado hasta allí:
-"Mi expedición y yo tuvimos un...eh... [i:c5oren7m]accidente[/i:c5oren7m]"-esta última palabra la pronunció con amargura, forzado, como si el solo recuerdo fuese una herida abierta.-"Viajabamos a bordo del Orgullo de Morkai cuando sufrimos un ataque por sorpresa. Las lanzas del crucero del Caos nos impactaron cerca de los motores y quedamos momentaneamente sin capacidad de maniobra, nos intentaron asaltar y conseguimos rechazarles. Con los motores apresuradamente reparados y viendo que lo que parecía una nave era una flota, realizamos un salto de emergencia a la disformidad para escapar."-el Guardia Lobo suspiró-"La maniobra casi nos salió bien; cuando salimos, nos hallabamos cerca de aquí, donde, casi en el mismo momento en que desembarcamos para buscar ayuda, nos vimos involucrados en una reyerta contra unos cultistas de Tzeentch"- pareció escupir el nombre del Dios del Caos, con el caracteristico odio de un Lobo Espacial hacia lo relacionado con la magia.-"La conseguimos sofocar... pero aquello sólo era la punta del iceberg".
El sargento pudo oler la tensión en el veterano, su humillación. Aunque no era necesario olerla; su esquiva descripción del ataque del Caos ya lo demostraba.
-"Resultó que una muy bien organizada secta se extendía por todo el satélite, contra la que llevamos luchando tanto tiempo que he perdido la cuenta."-Volvió a suspirar-"Logramos descubrir varios de sus campamentos y eliminamos a muchos de sus miembros, incluso a alguno de los líderes.
Sin embargo, eran demasiados, parecían no acabar nunca... poco a poco fueron cayendo mis hermano.... ahora, tras esta lucha de hoy, sólo quedo yo.!-lanzó una furtiva mirada a la pira funeraria y volvió su rostro al sargento, espectante.
Enrik sabía que el veterano no mentía, pero había algo que lo hacía dudar, no sabía bien que era, pero seguía incómodo en su compañía, con su cortesía y agradecimiento... y nuca había oido hablar del Orgullo de Morkai ni de nadie llamado Sigfrig Icemane.

Dejó al Guardia Lobo repasando y limpiando su equipo mientras los exploradores montaban guardia para dar un corto paseo que le ayudar a despejar las ideas.
Se alejó lo sufiente como para dejar de percibir los olores contradictorios que lo turbaba, planteándose si aquella pantalla de corrupción que captaba sobre el lobo espacial era debida a la sangre derramada de los cultistas, al largo tiempo en aquel lugar o algún otro motivo... se resistía a creer que uno de los suyos fuera corrupto, más aún cuando podía percibir el sufrimiento en los azules ojos del veterano...
Una llamada por el comunicador le arrancó de sus pensamientos.
-"Sargento Brokenfang, ¿me recibe?"
Enrik tardó unos instantes en responder, aturdido e inspirado a un tiempo.
-"Aqui Brokenfang. ¿Me recibes, Olaf?"
-"Le recibo, Sargento"-respondó, casi con alivio, la voz del Cazador Gris Olaf Trollskull, encargado de las comunicaciones de la expedición.-"Llevamos horas intentando dar con usted.."
Contento de tener contacto con sus camaradas del campameto y antes de perder la comunicación por otro motivo, Brokenfang obvió toda la historia, preguntando sin rodeos por la supuesta nave de Fenris.
-"No me suena, sargento"-respondió olaf extrañado-"Pero en el campamento esta el Sacerdote Rúnico Hermann Bloodwolf. Le consultaré."
Pasaron unos angustiosos minutos, en los que el sargento barajaba la repentina opción de tener que arremeter contra el veterano...
-"Aqui Hermann Bloodwolf."-Habló una voz dura y seca por el comunicador.-"El orgullo de Morkai fue una nave perteneciente a nuestra flota, dada or perdida hace unos cientocincuenta años... Iba al mando un tal Sigfrig Icemane, Guardian Lobo recién ascendido a Jefe de Batalla. Por sus últimas comunicaciones, fueron atacados por una flota del Caos..."
-"¡Gracias, Sacerdote Rúnico!"-Lo interrumpió el sargento, de repente entusiasmado- "Hemos rescatado al Jefe de Batalla... es el único superviviente".

En el campamento, antes de responder a la pregunta de Brokenfang, el Sacerdote Rúnico se había preparado, extrañado por esa curiosidad.
Y las runas le habían dicho que algo fuera de lo corriente estaba ocurriendo en Gablis...

Mientras, el sargento comenzó a sentir un nuevo odio hacia los cultistas, que se inflamaba dentro de él; no solo escaparon, sino que le hicieron desconfiar de uno de los suyos. Aquello reclamaba venganza.
Llevado por sus nuevos sentimientos, Enrik Brokenfang se precipitó en su decisión de investigar la raiz del culto caótico de Gablis, desoyendo los prudentes consejos del Sacerdote Rúnico.
-"¡Claro que ocurren cosas extrañas!"-se exaltó ante la revelación de Bloodwolf de lo que le habían dicho las runas-"¡Esto está plagado de cultistas de Tzeentch!"-al otro lado, el Sacerdote Rúnico intentó razonar sus argumentos, pero Enrik no le dio tiempo-"Ya nos hemos enfrentado a ellos otras veces, sabemos cómo actúan... si su actividad está aumentando, deben de estar preparando algún tipo de ritual blasfemo... No podemos permitir que se extienda aún más."
Bloodwolf gruñó. No había forma de hacer que el sargento entrara en razón y comprendía en parte sus motivos, de forma que la única opción que le quedaba era ganar tiempo.
-"De acuerdo, Brokenfang"-resopló por el comunicador-"Pero no debe actuar hasta que podamos reforzar su posición. Comuníquemela en cuanto tenga información de la base enemiga."
Aunque a regañadientes, Enrik aceptó.
Aquello los retrasaría, pero también era cierto que siete astartes poco podían hacer si los cultistas eran tan numerosos como él suponía y demostraban un mínimo de habilidad con las armas.


No tardaron en ponerse en camino.
El Veterano Guardia Lobo los condujo con seguridad a través de acantilados, valles de arenas blancas y lodazales, esquivando las dispersas poblaciones que encontraban mientras era puesto al día de lo acontecido en Fenris desde su desaparición.
Sigfrig y Enrik caminaban parejos, mientras los exploradores los seguían varios pasos por detrás. El sargento había dejado de percibir el olor a corrupción tan pronto como se pusieron en camino, limpia ya su armadura de sangre corrupta; aquel había sido sustituido por el olor a excitación que todos los Lobos desprendían antes de una buena batalla.
Se toparon con dispersos grupos de cultistas que fueron ignorados por la prioridad de llegar al campamento...
Bien entrada la noche del segundo día de viaje, se detuvieron en las inmediaciones del campamento de los cultistas, un pequeño poblacho con casas talladas en las rocas y chozas de piedra ocultas tras una cordillera de riscos.
Tomaron posiciones a una distancia prudencial en espera de la llegada de apoyo, mientras Sigfrig los ponía al tanto de todo cuanto sabía de la forma de luchar de los herejes.
Planearon un ataque por sorpresa; aplastar el nido de la víbora, destruir a su lider y aniquilar después a sus lacayos...
Ya de madrugada llegaron sigilosos las tropas lideradas por el Sacerdote Rúnico; prácticamente, toda la expedición.
Contaban con dos escuadras al máximo de efectivos de Cazadores Grises, otras dos de ansiosos Garras Sangrientas y la inestimable ayuda de una escuadra de Colmillos Largos, además de la propia escuadra de Brokenfang.
Al mando estaba Bloodwolf, que, aun decidido a participar en la liza, se sentía inquieto; colsultadas de nuevo las runas, se le había revelado que algo más peligroso que los cultistas los estaba esperando en el campamento... Pero el intuir la victoria sobre los cultistas le proporcionaba la confianza suficiente como para llevar a cabo la emboscada.
Se planteó sondear mentalmente a Icemane, pues quizás lo hubieran condicionador hipnóticamente con malas artes, pero la cercanía de los cultistas, posiblemente psíquicos, le hizo desistir; Si descubrían sus propios poderes psíquicos, podría arruinar todo el trabajo hecho hasta entonces.
Decidió que lo dejaría para más adelante, cuando todo hubiera pasado, al descubrir en el perímetro del campamento lo que parecían ser runas y fetiches a modo de guarda psíquica; anular un sector suficientemente grande como para poder lanzar la ofensiva, le llevaría un tiempo considerable y mucho esfuerzo, por lo que era preferible ponerse a la tarea sin pérdida de tiempo.

Amanecía en Gablis cuando los Lobos iniciaron su emboscada.

(Continúa)

Bien, bien...

Los Lobos están totalmente engañados al respecto. Su raciocinio se ha visto empañado por su ganas de pelea...

Creo que es difícil que me equivoque. Se van a llevar una más que desagradable sorpresa... ¿verdaaaaad?...

Un saludo.

(ni qué decir que el público [i:2r6p6oec]exige[/i:2r6p6oec] la subida inmediata de más secciones...)

Exactamente Darth Averno, me ha gustado mucho esta parte, espero que continueB) .