Capítulo 1: La Estatua del Alado.

SECCIÓN 10: LÁSER

El hermano Vaneo, veterano tirador láser de la Calavera Negra, se movió todo lo rápido que pudo. Se agarraba con la mano libre a los afilados salientes mientras sus botas resbalaban y arrojaban escombros y guijarros, concentrado únicamente en ascender por el tramo de rocacemento retorcido y levantado, anteriormente una ancha pasarela entre las cúpulas de dos edificios, en busca de una posición más alta. Aunque el afilado extremo se encontraba a una decena de metros del suelo, la fuerza del viento le hacía tener que compensar constantemente su equilibrio. El respirador facial fijado en su rostro se estaba obstruyendo con el polvo gris de la ciudad muerta, por lo que cada vez era un poco más difícil inspirar. Pero continuaría ascendiendo hasta que se ahogara si era necesario. Su lealtad y su deber se lo exigían. Y no fallaría.

Aún escuchando las escuetas órdenes de su sargento a través del intercomunicador, Vaneo había sentido el inmenso dolor que estaba padeciendo su superior. Entre la estática y la modulación de voz, se había filtrado la desgarradora certeza que su hermano de armas estaba al límite de sus posibilidades.

Su sargento ya le había demostrado que no era de los que se rendían. Y todavía podía hacer algo por la batalla. Podía hacer lo suficiente para desequilibrar la balanza a favor de la Calavera Negra. Vaneo sabía de la tozudez de su superior. Y también temía que esta vez estuviese apostando demasiado.

El tirador se concentró en redoblar su empeño. Los servomúsculos vigorizaban sus movimientos. Su pesado generador dorsal zumbaba al límite. Los nervios metálicos rechinaban con cada nueva tensión. Sintiendo su armadura como una extensión viva de su propio cuerpo, comprendía el visceral esfuerzo al que la estaba sometiendo. Hundía los dedos metálicos de su mano izquierda en las rendijas que aparecían, haciendo saltar lascas de su sagrada pintura carmesí. Sus botas acorazadas penetraban en las partes más dañadas del rocacemento para encontrar asidero y poder seguir ascendiendo. Por el Emperador, si su sargento estaba en un precario equilibrio sobre el punto sin retorno, él no se podía permitir el incumplimiento de su cometido.

Estaba llegando al corte de la pasarela, cuya inclinación lo protegía de la visión del emplazamiento enemigo. El aire ardía conforme le entraba en los pulmones modificados genéticamente, sobrecalentado por el respirador. El generador dorsal continuaba irrigando el mayor caudal posible de energía. Su sobrehumana constitución junto a su potente coraza estaban siendo presionadas al máximo. Y su objetivo todavía no había sido cumplido.

-Cuento contigo, hermano.

La voz de Balisto le llegó clara por intercomunicador fijado en su oído. El exterminador había dado lugar a su movimiento. El dolor que emanaban de esas palabras se le clavó como una estaca ardiente en el pecho. Sabía que serían las últimas órdenes que recibiría durante el entrenamiento. Y él no había conseguido llegar a la maldita posición todavía. Ahogándose pero sin parar de trepar, agarró fuertemente el respirador facial, que estaba fallando en su tarea básica, y le pegó un brutal tirón el cual lo partió con un desagradable chasquido de metal y hueso quebrado.

El desgarrador ramalazo de dolor lo hizo clavar las rodillas en tierra. Se rehízo con la fuerza de su Fe y la ardiente necesidad de cumplir su deber. Vio como la sangre salpicaba el suelo antes de que las heridas se cerraran de un modo casi automático, y el aire nuevo entraba por la carnosa y corroída área donde deberían haber estado las mandíbulas de un cráneo normal. Con un desagradable sonido de succión.

Poseído por la necesidad de cumplir su objetivo, saltó los últimos metros, entre guturales sonidos de esfuerzo. Finalmente llegaba al borde. Se arrojó al suelo y utilizando todo su cuerpo de palanca en un impulso desesperado apoyó el cañón en el límite del saliente, mientras un bramido animal surgía de su interior. Tomó puntería y disparó inmediatamente una devastadora descarga.

Un segundo demasiado tarde.

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Ya hacía tiempo que la batalla había levantado sus ecos por las calles destruidas y ennegrecidas de la ciudad muerta, pero el equipo de Petrus había estado ignorante a toda la función. Su misión era bastante diferente al resto de los guerreros que estaban combatiendo en esa masacre.

Petrus sabía que Balisto estaba haciendo de yunque, mientras ellos serían el martillo. Lo que ocurría es que la técnica se había mejorado hacia un yunque increíblemente resistente y un martillo contundente en extremo.

El equipo de su sargento debía intentar absorber el máximo de daño posible, y crear el mayor número de bajas enemigas. Suponían que Morton no se quedaría a la defensiva, por lo que emplearía también un ataque en pinza, lo que le conllevaría a lidiar contra dos frentes.

Lo bueno de combatir contra los dos frentes de la Azul era que si conseguían crear alguna baja en ambos, aunque significara la destrucción entera del primer grupo de combate de la Negra, implicaría que cualquiera de los dos grupos de los hombres de Morton sería más débil que la escuadra de Petrus.

Y si el ataque de Petrus era lo bastante severo, en la posición donde descansaba el objetivo de la misión, conseguirían imponerse.

Habrían sufrido más bajas, pero habrían vencido.

Sería un serio revés para su adversario. Así Balisto demostraría hasta qué punto estaban equivocados los principios de Morton. Lo importante cuando estaban en el combate cerrado era la consecución del objetivo. Exterminar al enemigo no debía ser la prioridad de un Adeptus Astartes. Su objetivo era siempre cumplir la misión que asestara una brutal puñalada en el corazón de las fuerzas hostiles, para que fuesen agonizando entre estertores.

Se fijó en el hermano Alio, que se encontraba a su lado, acunando a su rifle de plasma mientras miraba con su casco picudo por un resquicio de la roca fundida. Atento a cualquier movimiento. Aunque todavía estaban lejos de la posición enemiga. A su lado estaba el hermano Melanius, como siempre dispuesto al avance. Mantenía la culata de su bólter a la altura de su cintura, en la posición que le permitía avanzar a la carrera y poder disparar con precisión. A unos metros, siempre en la posición más avanzada, estaba el hermano Bael, apuntando con su bólter al cielo, mientras esperaba instrucciones.

En todas las Compañías siempre aparecía alguien como Bael. Un guerrero que estaba predestinado a alcanzar los mayores honores dentro del Capítulo, siempre que su humildad creciese a la par que su destreza. Petrus había visto como demasiados novatos prometedores caían por infravalorar el significado del combate en equipo, o por tasar en exceso alguna de sus características.

Bael era un caso excepcional. Destacaba en todos y cada uno de los campos del arte de la guerra. Una precisión de disparo superior a muchos de sus iguales. Una destreza en combate elegante y letal. Una matemática capacidad estratégica.

Pero un defecto, terriblemente común tanto en los novatos como en los veteranos. Pocos Ángeles Sangrientos tenían el don de la frialdad y la reflexión profunda en el fragor de la batalla. Aunque sabía que era ciertamente engreído por su parte, Petrus se enorgullecía de que en ese detalle fuese ampliamente superior al novato.

Quizá por eso encajaba plenamente con él, haciendo que la compenetración entre los hermanos de combate fuese máxima.

Elevó su mirada al cielo plomizo, que empezaba a encapotarse por momentos. El viento, arreciando con mayor fuerza, se filtraba por los escombros levantando olas de polvo muerto a su paso. Las condiciones empeoraban por momentos. Ya apenas podía distinguir la Thunderhawk Deber Ineludible mientras realizaba su mecánica comprobación de perímetro. Lo cual era una ventaja. Debían empezar a moverse ahora.

Ordenó avanzar. Los cinco Ángeles Sangrientos se movieron como un solo hombre, tomando posiciones con cautela pero con determinación. Recorriendo los últimos metros que les llevarían al combate que resolvería finalmente su misión. Sin intercambiar una palabra. Con total confianza en su sincronizado progreso a través de las ruinas.

Llegaron al punto preciso. Se parapetaron con el mayor sigilo posible. La trinchera enemiga estaba a la vista.

La visión mejorada junto con la ampliación de los sensores de su servoarmadura le dieron a Petrus una nítida imagen de cómo el tirador rival descargaba su arma láser. Vio con una mueca cómo la armadura de Exterminador de su sargento, que avanzaba frontalmente por una zona descubierta recibía un impacto directo y salía despedida hacia atrás. Vio cómo Morton, que había llegado hasta su tirador, giraba la cabeza y los descubría, parapetados y acechantes.

No le dio tiempo a maldecir hasta que otro cañonazo láser, desde un ángulo más elevado, impactaba directamente al tirador de la Calavera Azul. Éste saltaba hacia detrás violentamente, arrastrando consigo a su sargento, para que ambos golpearan secamente contra el otro extremo de la barricada.

Bien hecho, Vaneo.

El primer grupo ya podía descansar. Su sacrificio era más que suficiente.

-¡Hermanos, desenfundad vuestras pistolas! ¡A la carga, por la sangre de Sanguinius!

El segundo grupo de combate de la Calavera Negra, entre un compendio de gritos y disparos, saltó de su barricada y se lanzó en un feroz asalto. Cada uno de sus miembros sintió la ardiente ira del legado de su sangre.

Les tocaba golpear. Y lo harían del modo más devastador posible.

FIN DE LA SECCIÓN 10: LÁSER.

Al fin llega una sección nueva... ¿hola?... ¿holaaaa?

Quien deje de leer a Pratchett es alguien sin gusto xD Aunque he dejado ahora 2 libros que me quedan en mi colección suyos para volver un poco a Lovecraft... es que me leí 11 del tirón, es comprensible XD

Me esta encantando por favor sigue colgando partes.

Es un relato magnifico me tienes enganchado, todo y que al principio me costo coger el hilo.

Bueno, después de leermelos todos del tirón, puedo decir que están muy bien, pero prefiero los relatos más cortos, ya que algo leer tanto en Pc me cansa mucho...
Pero de todos modos, felicidades!

Saludos y el Emperador protege!

Al fin, empiezan a salir los "lurkers" del relato...

Agradecido quedo a todos los que opinan del relato (sobretodo a los que opinan bien ). Aunque no escribo a cambio de recibir [i:38wdnave]menciones[/i:38wdnave], la sensación de indiferencia (si el hilo no tiene respuestas) resulta descorazonadora.

Voy a lanzar unas preguntas, que fueron lo último que escribí en el anterior foro (antes de que petara). Obviamente, si ahora vuelve a fallar, ya tendremos claro al culpable... snif, snif...

Como me resulta difícil tener una visión objetiva del relato, y por consiguiente de los personajes, os pregunto... ¿Que escuadra cae mejor? ¿Os parecen las personalidades bien definidas? ¿Y [i:38wdnave]creíbles[/i:38wdnave] dentro de este universo?...

Aunque las respuestas no me hagan variar un ápice de lo que escriba (), si que me resultarán muy, MUY interesantes...

Ale... un saludo...