Capítulo 1: La Estatua del Alado.

15 años 10 meses antes #12840 por Reverendo
Desde mi punto de vista estas describiendo a los personajes en el momento de la accion lo que en algunos momentos corta la trama y despista. Si hubieras descrito los momentos iniciales al desembarco de las escuadras podrias haber aprovechado para dar una primera pincelada de cada uno.

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15 años 10 meses antes #12842 por Kitiara
Respuesta de Kitiara sobre el tema Ref:Capítulo 1: La Estatua del Alado.
mola el relato! lo acabo de leer entero... y de iron!!! muajajaj!!! se nota bastante la diferencia de lo que estaba escrito antes a lo que has ido continuando y mejorando/revisando... se nota que has hecho evolucionar la historia y los personajes....

Me gusta en especial los pasajes en la nave...<!-- s:evil: --><img src="{SMILIES_PATH}/icon_evil.gif" alt=":evil:" title="Evil or Very Mad" /><!-- s:evil: --> <!-- s:evil: --><img src="{SMILIES_PATH}/icon_evil.gif" alt=":evil:" title="Evil or Very Mad" /><!-- s:evil: --> <!-- s:evil: --><img src="{SMILIES_PATH}/icon_evil.gif" alt=":evil:" title="Evil or Very Mad" /><!-- s:evil: -->


DarthAverno escribió:

Bueno, bueno... aunque sea de otras cosas, que se anime el hilo :unsure: ...

Hay un par de detalles que me llaman la atención, así que... bueno... si yo contamino mi propio hilo, no pasa nada :whistle:

Por un lado, Kitiara... ¿Coleccionas estos relatos? ¿Y te inspiran para qué...?

Por otro... Stephen King no es mal escritor... aunque está sobrevalorado y sus obras pierden demasiado en la última parte del libro... Desde mi punto de vista, Dean R. Koontz o Clive Barker son mucho mejores...

Y de otra temática, que nadie deje de leer algo de Terry Prattchet...

Lo siento, Grimne... ya sabes algo más de nuestro amigo King...

Y veremos si el resto de perezosos que andan por ahí, que me comentaron que colgara el resto del relato, empiezan a dar señales de vida conforme aparezcan las secciones nuevas...

Un saludo...



Eeeeh..... bueno, no me referia solo a estos relatos... a todos!!! digamos que siento avaricia por la literatura....;)

[img:rl5ziuli]http&#58;//i52&#46;photobucket&#46;com/albums/g8/AGRAMAR/demons/tzeench_dow_userbar&#46;jpg[/img:rl5ziuli]
\&quot;I seek that which I will never have in this land. Freedom to dream the dreams that are my own. Freedom to pursue goals that are my own. Freedom to make mistakes. Freedom to repent and freedom to...

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15 años 10 meses antes #12919 por Predator
A mi en general me han gustado todos mucho, es decir, creo que has conseguido darles &quot;vida&quot; y que cada uno encaja bien.
Mi favorito es el Capellán &quot;pasota&quot;, sin duda. Me a resultado hasta surrealista cuando hace malabares en la nariz con el Rosarius.
xDDD

Saludos y el Emperador protege!

\&quot;Su luz es nuestra gu&iacute;a en las tinieblas...\&quot;

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15 años 10 meses antes #13364 por Darth Averno
SECCIÓN 11: SUPERVIVIENTE

El veterano Ángel Sangriento Vaneo tomó aire nuevamente mientras veía como los acontecimientos se desarrollaban ante sí.

Su disparo láser había alcanzado directamente a su objetivo. Además, aliándose con la suerte, había arrastrado al sargento de la escuadra rival. Si la simulación había sido correcta, probablemente había conseguido dos bajas. El orgullo de su certera descarga se empañaba con el recuerdo del impacto directo que había recibido el sargento de su escuadra. Aunque Balisto había decidido actuar de señuelo para permitirle abatir al tirador de la escuadra enemiga, y ahora podía finalmente descansar, Vaneo deseaba con toda su alma que no hubiese llegado a un punto irreversible en su abnegado esfuerzo. Pero ahora mismo lo único que podía hacer era rezar porque la tozudez y orgullo de ambos sargentos no hubiese desembocado en daños irreparables.

Vio con orgullo cómo el segundo grupo de la Primera Escuadra, comandados por el hermano Petrus, saltaba de una barricada y se abalanzaba furiosamente contra la posición enemiga. Tal y cómo habían sido comandados por el Sargento Balisto. El primer grupo de combate de la Calavera Negra estaba totalmente diezmado. Ahora eran ellos quienes debían terminar la tarea comenzada.

Cada respiración era un poco más pesada. Utilizó su mano para abrir la carne que se encontraba donde debía haber estado su zona maxilar y poder tomar más aire. El sonido de la respiración era repulsivamente profundo. La falta de hueso hacía que sus músculos faciales colgaran flácidos, haciendo que apenas pudiese parpadear. Sin la sujeción de su respirador, la carne insensible que le quedaba en la cara se balanceaba entre los dedos de su guantelete.

No se podía considerar ni tan siquiera como un superviviente del primer grupo. Era prácticamente una baja más. Imposibilitado para realizar ninguna otra acción. Con los enemigos fuera de su rango de disparo y su cuerpo y su armadura exhaustos para cargar con el pesado cañón hacia el combate, sin contar con que debía mantener su mano izquierda ocupada en la vital tarea de respirar.

Triste situación para un auténtico Adeptus Astartes de un Capítulo de Primera Fundación. Un titán entre los humanos, disponiendo de brutales mejoras genéticas y del armamento Imperial más avanzado. Vergonzosamente inútil en el campo de batalla.

Volvió su borrosa mirada a su diestra, por encima de su cañón láser. Localizó a la distancia la barricada que había defendido el hermano Eware, uno de los novatos del grupo. El marine descansaba acurrucado en la base de la defensa, mientras su bólter estaba en la cima. Estaba claro que había caído. Lo que no estaba claro era si había sido por las profundas heridas recibidas o por un nuevo asalto de las fuerzas rivales que les habían atacado al principio.

¡Un momento!

Con un espasmo, el Ángel Sangriento fue consciente de la situación. Maldijo para sí mientras de daba cuenta de que había encadenado un error más. Tanta había sido su atención a la última orden que le había asignado su sargento que se había olvidado de sentir el resto del flujo de la batalla. Habían quedado fuerzas enemigas en esa posición. Y si habían asaltado la posición del hermano Eware, significaba que habían estado a tiro en algún momento.

Furiosamente subió su guantelete intentando ajustar su piel a sus ojos. Notaba pequeñas descargas de dolor donde aún conservaba cierta sensibilidad, pero las soportó hasta que consiguió aclarar su visión.

Como respondiendo a su atención, vio el movimiento de una servoarmadura carmesí pasando de una barricada a otra como una exhalación, todavía a una distancia segura para él.

Era lógico. Vaneo había estado visible ante las restantes unidades del grupo de combate rival, aunque fuera de alcance. Y estos habían decidido acabar con él antes de prestar apoyo al resto de su escuadra. Un tirador con un arma de largo alcance en una posición elevada era siempre un gran riesgo. Y aunque su situación actual le daba ventaja sobre el asalto de los enemigos, el no saber exactamente ni cuántos eran ni dónde se encontraban equilibraba el fiel de la balanza.

Detuvo el movimiento que había lanzado para desenfundar su pistola. Estaban en una maldita simulación. No se fiaba de su visión en esos momentos, y había pensado que, aunque el enemigo se encontraba fuera del alcance de su pistola, la dispersión de los impactos sobre las barricadas le habría ayudado a valorar la distancia.

Con esfuerzo se apoyó de costado en el rocacemento, y movió el pesado cañón hasta dirigirlo hacia la siguiente abertura entre barricadas, por dónde debería pasar el enemigo en caso que continuara aproximándose. El arma, sostenida con un solo brazo, temblaba incontrolablemente. Algo totalmente inaceptable para un tirador. Vaneo se retorció para poder apoyarse mejor, y pudo levantar una rodilla. Fijando su pie firmemente en el suelo, cargó parte del peso del cañón sobre su greba derecha, allí donde aparecía la calavera sobre fondo negro que daba nombre a su Escuadra. Respirando guturalmente se concentró en la abertura que se había convertido en su objetivo. Movió la mano de su cara cuidadosamente para continuar respirando y no perder claridad de visión. La necesidad de supervivencia le agudizaba los sentidos y le ayudaba a estar alerta, aunque era consciente de su inevitable fracaso.

Pero ganaría tiempo. Mientras el resto de fuerzas de la Primera Escuadra, la Calavera Negra, arrasaba la posición enemiga, el inútil marine se encargaría de detener los refuerzos enemigos. Era lo único que podía hacer en esos momentos. Ofrecer su vida en el entrenamiento como un pequeño peso pasa desequilibrar el sino de la batalla.

El táctico era dolorosamente consciente que había llegado al ocaso de su vida como Marine Espacial. Había sido siempre un guerrero mediocre. Nunca había destacado en ningún campo en particular, salvo en una destreza en el disparo levemente superior a la media. Pero eso no adornaba su limitado potencial al lado de sus Hermanos. Mediocre en fuerza y resistencia física. Mediocre en combate físico. Mediocre para la guerra en general.

Tan sólo se había conformado en seguir el camino de una tropa básica. Había atendido siempre las órdenes de sus superiores con máxima diligencia. Jamás había invertido su tiempo en comprender la táctica de la batalla. Nunca había reflexionado sobre las consecuencias de sus actos. Tan sólo había cumplido su obligación como una leal máquina. Cada vez con mayor dificultad. Cada vez con más heridas. Cada vez más débil.

Notó los segundos pasar mientras los ecos lejanos del combate por el objetivo de la misión se mezclaban con el creciente aullido de la ciudad desgarrada. Tensó los músculos levemente para evitar su adormecimiento. Mantuvo en todo momento su ojo derecho sobre el visor de su cañón láser. Tuvo que abrir unos milímetros su mano izquierda casi al comienzo de su tráquea para poder seguir respirando. Los ojos se le empañaron con lágrimas a raíz de ese movimiento, pero aclaró nuevamente su visión parpadeando furiosamente.

¿Qué pasaría si el enemigo ya lo había avistado? No disponía de capacidad de movimiento para esquivar un ataque en el puente derruido donde se encontraba. Estar totalmente cubierto ante la posición que había asaltado el grupo de Petrus le dejaba expuesto a ataques laterales.

En ese momento, vio a la servoarmadura enemiga cruzar la abertura. Desvió en una décima de segundo el cañón los milímetros suficientes para recortar la distancia a su objetivo.

Disparó.

Sin ver la simulación del disparo, y equilibrando eficientemente el duro retroceso, supo inmediatamente que había acertado.

Por lo tanto, se sorprendió cuando en marine de la Calavera Azul se levantó detrás de la barricada y abrió fuego sobre su posición. Fuera de rango para el bólter, pero aprovechando el tiempo de recarga del cañón láser.

Se recostó lo máximo posible de modo inconsciente, evitando así el impacto de balas perdidas. Perdiendo toda posibilidad de contraatacar. Asombrado y estupefacto. La ira y la desazón por un nuevo error en su cometido, junto con la incomprensión de lo que estaba ocurriendo, le quemaban en el pecho.

-Quieto, Hermano.

Vaneo giró su cabeza a la base de la pasarela. Vio a un componente de la Calavera Azul, a una decena de metros, apuntándole con una pistola bólter en su mano izquierda. Portaba también un rifle de fusión, pero éste apuntaba al cielo plomizo. Lo reconoció al instante. El Hermano Nolial.

–Esto ha terminado, Señor. –La voz surgía por los dispositivos del joven Ángel Sangriento. –No hay necesidad de dispararle. Tan sólo simularemos su baja, mientras tenga su palabra que no tomará ninguna otra acción en este entrenamiento.

Eres estúpido, pensó Vaneo para sí. Por algún motivo, el joven Nolial, componente de la Segunda Escuadra, había invertido la mayor cantidad posible de tiempo para estar al lado suyo. Había tenido que soportar sus charlas interminables mientras Vaneo le había respondido con metálicos monosílabos.

Por eso no comprendía la situación. Había intuido que el novato sentía admiración por él, lo cual le resultaba patético. Él era de todo menos un maldito modelo a seguir. No había conseguido ni tan siquiera una hazaña de la cual sentirse orgulloso. Había perdido la cuenta de su edad. Había olvidado cualquier rastro de su vida antes de convertirse en un Hijo de Sanguinius. Hasta había olvidado muchas de sus batallas y de sus camaradas.

Era tan sólo un soldado gris que nadie recordaría. Ni tan sólo él se preocupaba de recordar aquello que le había pasado. ¿Cuándo había ascendido a portar la sagrada servoarmadura? ¿Cómo había combatido en la Tercera Compañía? ¿Cuándo había sido degradado a tareas de preparación de iniciados? Pero cuando el novato sentaba a su lado para contarle los sueños que seguro todos tenían sobre el combate, sobre el futuro, sobre la vida, Vaneo había visto la chispa de la admiración en sus ojos. En un guerrero totalmente opuesto a lo que él había sido.

–Por favor, Señor. –Repitió Nolial conciliadoramente, bajando lentamente su arma. –Veo que necesita su mano para respirar. Si le disparo y entra en letargo, puede ser peligroso. Dejémoslo como que ha sido una baja.

¿Qué le quedaría después?, pensó Vaneo. Cuando ya no valiera ni tan siquiera para una Compañía de Reserva, ¿qué harían? ¿Le asignarían nuevamente a una Compañía activa, esperando su muerte o que cayese en la Rabia Negra? Los Lobos Espaciales sacrificaban a sus hermanos que estaban impedidos para evitar males mayores. Pero él era un Ángel Sangriento. No le relevarían de las obligaciones del Capítulo con tanta facilidad. Y eso podría poner en peligro la vida de otros hermanos.

No era extraño que aconteciesen bajas en los entrenamientos. Los Hijos de Sanguinius lo consideraban justo. Alguien lo bastante débil no era bueno para la batalla real. Pero era diferente el pensar en un novato débil que en un veterano débil. Ahí estaba equivocada la percepción.

Sus juramentos al Capítulo habían sido una carga cada vez más pesada. Las heridas se habían acumulado en él. El constante pelear lo había dejado exhausto. Quizá había llegado el momento de descansar. Y, francamente, le alegraría si fuese por mano de Nolial. Dentro de su gris vida, había sido de los pocos hermanos de armas a los que habría llamado amigo.

Podría forzar el disparo de su adversario. Si los restantes sistemas de soporte vital de su servoarmadura se confundían con las instrucciones de la Búsqueda de la Fe, podría finalmente descansar. Tranquilamente. No gracias a un disparo enemigo. No gracias a un error propio. En el seno del Capítulo que había sido su vida y su familia durante su existencia.

Decidió que antes de partir le enseñaría una última lección. Sería su memento a un igual. Quizá no cambiara la rebeldía de Nolial. Puede que no curara su obsesión por la velocidad para entrar en combate, repercutiendo en pequeñas variaciones en su servoarmadura. Pero le enseñaría una verdad inevitable de la batalla.

La duda podía llevar a la muerte.

Con un bramido, despidiéndose de la su propia condena, Vaneo levantó con velocidad el pesado cañón láser a una mano. Su mano izquierda salió con un chasquido de su calavera, y antes de que su propia carne cegara su visión, ya había desenfundado su pistola y había apuntado a la posición que ocupaba Nolial.

Pero éste había bajado su rifle de fusión.

Y había disparado antes que Vaneo hubiese presionado el gatillo.

FIN DE LA SECCIÓN 11: SUPERVIVIENTE.
... Como siempre, espero vuestras críticas...

Envio editado por: DarthAverno, el: 2008/06/16 13:54

T&eacute;meme, pues soy tu Apocalipsis.
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&quot;Nena, que buena que est&aacute;s... &iquest;te vienes a... matar humanos?...&quot;

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15 años 10 meses antes #13365 por Darth Averno
Voy a tomar un instante en responder todo aquello que hemos dejado "a medio hablar", por orden de llegada... ;)

Datox5: Te recomiendo (aunque hace falta tener el diccionario a mano) los libros de Pratchett en inglés. Aunque la traducción al castellano es de las mejores que he visto, el tipo es todavía más inteligente e hiriente en su propia lengua...

Niko1: Muchas gracias, hombre!... seguiré colgando secciones hasta que la tecnología me permita pediros jamones 5 jotas para leerlos...

Reverendo: Sí, reconozco que al principio el relato puede ser algo lioso, pero es que lo quería escribir así. No me gusta que esté todo claro desde el principio, sino que se vayan resolviendo las incógnitas... (y en breve aparecerán un saco de ellas) <!-- s:evil: --><img src="{SMILIES_PATH}/icon_evil.gif" alt=":evil:" title="Evil or Very Mad" /><!-- s:evil: --> Por tanto, he tenido que amoldar la presentación de los personajes a los momentos en los que aparecen (salvo los mandamases, que han tenido su descripción de un modo totalmente tradicional). De todos modos, si empiezas un relato describiendo veintitantos personajes... ¿quién pasa a la segunda página? :woohoo:

Kitiara: La parte de la nave fue de que más retoqué (puesto que lo necesitaba). Espero que te siga gustando, y espero tus críticas.

Predator: Sobre que el relato sea más corto... ya no puedo hacer nada <!-- s:lol: --><img src="{SMILIES_PATH}/icon_lol.gif" alt=":lol:" title="Laughing" /><!-- s:lol: --> ... Y sobre el bueno del Capellán... indudablemente es uno de los personajes centrales del relato, y tiene un trasfondo trabajado. También hay varios personajes que serán necesarios más adelante, aunque ahora están ocultos (el Sacerdote Sangriento también me cae especialmente bien...)

Bueno, tochopost anterior y tochopost ahora. Como siempre, espero vuestras críticas, de cualquier tipo. Sin piedad si es necesario.

Un saludo.

T&eacute;meme, pues soy tu Apocalipsis.
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15 años 10 meses antes #13902 por Darth Averno
SECCIÓN 12: ASALTO

Las poderosas armaduras blindadas recorrieron los metros como una exhalación. Desgarraban el aire cargado de polvo con fiereza. Las decididas zancadas tronaban junto con el liberador sonido de las descargas. Ambas fuerzas desencadenaban toda su potencia de fuego, mientras sus corazones golpeaban roja sangre hirviente en su interior. Los gritos de ira reverberaban dentro de los cascos sellados y eran reproducidos al exterior.

Petrus comandaba el ataque. A su diestra avanzaba Melanius. A su siniestra Bael. En segunda línea, el portador del rifle de plasma, Alio, acompañaba al novato Nuau. Un avance compacto y decidido. El tantas veces temido asalto de Ángeles Sangrientos.

El aullido de la ciudad descuartizada aumentó hasta un furioso rugido. El viento hacía pequeños remolinos, levantando la tierra y apagando todavía más la poca luz que filtraba el cielo encapotado. Los primeros nubarrones mostraban pequeños brillos, relampagueando levemente mientras acumulaban la energía para desatar la tormenta. Aportando su propia violencia natural a la cólera que exudaban los poderosos guerreros.

En la barricada, el Sargento Morton yacía bajo el cuerpo laxo del tirador láser. Mientras Petrus descargaba su ronco grito de guerra, y su poderosa coraza hendía el iracundo ambiente, dedicó un instante para analizar la situación. El líder rival sufriría intensos daños, tanto por el impacto del arma pesada de Vaneo como por la brutal sacudida que le había propiciado su propio hombre.

Pero el resto de la Segunda Escuadra estaba viva. Replegándose rápidamente hacia la posición que estaba siendo atacada como un solo hombre. Aun sin liderato, los Adeptus Astartes estaban actuando del modo más apropiado.

Petrus sabía que no podían perder la ventaja del asalto junto con el acertado disparo láser de Vaneo. Tardó un latido de sus modificados corazones en decidir la estrategia. Y otro en enviar las órdenes básicas a sus hombres, por rápidos gestos de sus brazos.

Aunque sabía que cuando un Ángel Sangriento cargaba, era extremadamente difícil poder ordenarle nada más hasta que el combate hubiese finalizado.

Aún así, comandó al hemano Melanius que disparara al enemigo en la posición más elevada. Éste se desvió hacia la derecha. El portador del rifle de plasma lo siguió.

Otro gesto hizo que el hermano Bael también se escorara hacia su lado. Lanzado como una fiera mientras descargaba las últimas municiones de su bólter. Disparando a una mano a la carrera. Desenfundando su cuchillo de combate con la zurda. El sistema de entrenamiento al cual estaban sometidas las servoarmaduras no reconocía los daños infringidos en combate físico. Utilizar un arma de combate cuerpo a cuerpo no estaba permitido. Pero su adversario era el iracundo Selus, que ya había saltado la barricada, ignorando los disparos enemigos, y se abalanzaba furiosamente contra su enemigo con la espada sierra de su sargento hendiendo el aire.

El veterano Petrus no interfirió en el choque que se avecinaba entre ambos tácticos. Aunque se vanagloriara de poseer una mentalidad fría en el combate, en el fragor del asalto que definiría el entrenamiento no contendría a uno de sus hombres. Que combatiesen con honor hasta que su corazón estuviese satisfecho.

Se concentró en su propio adversario. Fintó una ráfaga enemiga. Gracias a sus años de entrenamiento pudo continuar su carrera mientras recargaba su pistola. Y la enfundó. Sabía que Aramio no soportaría más tiempo detrás de la barricada. Y así fue. Su enemigo saltó la protección y se lanzó contra él.

Finalmente Petrus se dejó llevar por la adrenalina. Rugió mientras embestía brutalmente a su adversario.


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Vaneo cayó hacia atrás, mientras su pistola bólter volaba por el aire y caía lejos de su alcance. El dolor en su hombro izquierdo era intenso, pero no sentía el resto de su brazo. Tuvo que cerciorarse mediante su visión desenfocada que el impacto de fusión no le había arrancado realmente el miembro.

La carne de su rostro cubría su vía de respiración. El aire entraba y salía entre intermitentes silbidos. Levantó su mirada al marine frente a él.

Nolial había bajado el rifle de fusión hasta la altura de su cintura, para ejecutar un disparo preciso en extremo. De haber sido real, además de su brazo habría fundido parte de la izquierda de su tronco. Pero no hubiese sido mortal de modo inmediato.

Aun asfixiándose, Vaneo soltó su arma láser reticentemente e introdujo su mano derecha hasta el principio de su tráquea. Tomando aire lentamente, tuvo la necesidad de hacer algo que le resultaba imposible.

Sonreír.

-Lo siento, Señor. –Dijo Nuctus.

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Petrus golpeó fuertemente el casco de Aramio con el codo. Éste le respondió con un seco puñetazo en la zona abdominal. Las servoarmaduras creaban una cantidad de daño similar al que absorbían, por lo que el intercambio de golpes a manos desnudas no se decidiría con facilidad.

Y Petrus no dejaría que el resto de la Segunda pudiese venir a ayudar. Debían asegurar la posición antes.

Blocó otro puñetazo de su adversario con la muñeca, haciendo resbalar su propio brazo y aprovechando la inercia para asestar un severo impacto en la zona del cuello del adversario, menos protegida. Pero Aramio se revolvió en el último instante y con su mano libre desvió el golpe.

La incercia hizo que Petrus arrancara una de tantas bolsas de munición que llevaba el otro táctico sujetas a la armadura. Los cargadores se esparcieron por el suelo entre pequeñas nubes de polvo. Pero durante un instante pudo comprobar que no estaban vacíos.

Aramio llevaba toda la servoarmadura parcheada con munición y granadas. Por lo visto no se sentía cómodo si no llevaba proyectiles auténticos. Aunque hubiese utilizado religiosamente cargadores vacíos en el entrenamiento, Petrus sintió la imperiosa necesidad de acabar su duelo. ¿Qué ocurriría si desprendía una granada real?

Sabía lo que debía hacer. Lo único que necesitaba era cumplirlo. Y necesitaba algo de espacio.

Abrió su defensa conscientemente. Recibió varios golpes sobre la ceramita que cubría su pecho, que arrancaron chispas doradas. Dejándose caer hacia atrás, golpeó la rodilla de su adversario con una dura patada, impidiéndole su avance durante las décimas de segundo necesarias.

Mientras caía de espaldas, desenfundó su pistola como una exhalación. Antes que su generador dorsal golpeara en el suelo, ya había descerrajado tres disparos en el cuello de Aramio.

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El Ángel Sangriento de la Calavera Negra, el hermano Alio, ignoró la lluvia de disparos que caían desde la posición enemiga más elevada, mientras mantenía el rifle de plasma pegado al pecho.

Melanius corría delante de él, aullando y zizageando. El tirador enemigo no podría ser fácilmente asaltado, así que tendrían que abatirlo. Y la cobertura favorecía al adversario.

El tirador de plasma tenía una memoria fotográfica para los nombres, caras e incluso servoarmaduras. Así que sabía que el integrante de la Calavera Azul que les estaba disparando era el hermano Griph, uno de los novatos.

Aunque las balas no entendían de rangos. Había visto auténticos titanes del combate caer ante un disparo desafortunado. Además, había hecho volar temibles vehículos enemigos teniendo paciencia de apuntar exactamente donde el plasma haría su función.

La paciencia debía ser la mayor virtud del guerrero. Disparar solamente cuando el daño fuese máximo. Golpear para matar con celeridad. Era de estúpidos el disfrutar del combate. Tan sólo había que arrebatar el máximo número de vidas del modo más eficiente posible. Todo lo demás eran autocomplacencias y apuestas sobre la propia supervivencia.

Y cuando un Adeptus Astartes hacía del plasma su modo de combate, sabía que en cada disparo jugaba con su propia vida.

Notó el sonido del leve chasquido entre la cacofonía reinante. Sin parar de correr, sabía ya de su victoria. El enemigo tenía que recargar. Y tan sólo tenía un sitio por dónde disparar.

El veterano Ángel Sangriento resbaló con la inercia de la carrera y quedó con una rodilla clavada en tierra. Apuntó cuidadosamente a la abertura por donde Griph aparecería. La distancia era óptima, la visión perfecta. La probabilidad de fallo era nula.

Por su visión periférica vio que Melanius no detenía su carrera, y empezaba a trepar hacia la posición enemiga. Aullando nuevamente. También sin munición. El polvo inconsistente desaparecía para mostrar afiladas aristas metálicas. Pero Melanius continuaba avanzando alocadamente, haciendo saltar chispas de su coraza carmesí.

–¡Quieto, hermano! –Gritó Alio.

Melanius ya no le escuchaba. Continuaba trepando engullido por la peligrosa locura de la sed de sangre. Alcanzando la barricada enemiga, utilizó ambas manos para saltarla profiriendo un brutal rugido. En ese instante, Griph se levantó y le disparó a bocajarro en el casco. Una ráfaga completa de bólter a unos pocos centímetros. El cabeza de Melanius se echó bruscamente hacia atrás. El marine se desprendió de la barricada, cayendo a plomo toda la bajada, mientras sus manos en forma de garra intentaban alcanzar el cielo de Sartos IV.

Alio se dio cuenta que no había disparado. La experiencia le había impedido apretar el gatillo cuando había un hermano de armas cerca. Y ahora había perdido gran parte de su ventaja.

Griph reparó en él. Excitado por su atronador éxito, gritó y lanzó su bólter lejos, mientras desenfundaba su pistola y saltaba lejos de la barricada como un vendaval.

La experiencia de Alio le dijo una cosa más. Para impactar con seguridad hay que intuir dónde se va a encontrar el enemigo. Y cuando el enemigo va por el aire, no tiene manera de cambiar su rumbo.

Recortó la distancia para disparar al tronco de su adversario. Griph gritó al recibir el impacto y cayó como un fardo al suelo.

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El marine táctico Dilen, del segundo grupo de combate de la Calavera Azul apareció detrás de Nolial. Era aquel al que Vaneo no había impactado con su descarga láser. Conforme tuvo visión directa, disparó su bólter en dirección al herido tirador de la Primera Escuadra.

– ¡Alto el fuego, Dilen! –Rugió Nolial.

El interpelado detuvo su acción inmediatamente. No es que Nolial tuviese un rango superior al suyo, pero la orden clamaba ser ejecutada inmediatamente.

– ¿Por qué no debo disparar a un enemigo? –Respondió intentando restaurar su orgullo herido por haber acatado una orden de un igual de modo automático.

–Nuestro enemigo ya está eliminado. Es suficiente. Debemos volver a la posición del sargento.

Vaneo, impotentemente recostado mientras soportaba el dolor, vio los trazos inconfundibles de un líder potencial en Nolial. La seguridad en sus palabras y la incontestable creencia de que estaba realizando la acción correcta. Lo cual asombraba todavía más al veterano tirador. El joven era totalmente opuesto a él en todos los aspectos posibles.

Pero su sorpresa se tornó en amargura cuando vio aparecer a otro superviviente de la Azul. Cuando había defendido su posición y había disparado hacia las barricadas enemigas, había supuesto que tan sólo venía una única unidad enemiga. Y finalmente resultaba que tan sólo se había percatado de Dilen. Nolial había sido más rápido y el otro táctico más lento en su avance.

Estaba claro que seguía siendo un peligro para sus propios camaradas. Había obviado dos enemigos. Algo que se podría haber tornado en imperdonable en una batalla real.

–¿Tú entiendes esto, Wighs? –Preguntó Dilen en un tono sarcástico. – ¿Un hermano de batalla que nos pida clemencia de un enemigo?... Me resulta patético.

El hermano Wighs no respondió. Por lo poco que lo conocía Vaneo, parecía un guerrero bastante parco en palabras. Nolial seguía dándole la espalda.

–Debemos apoyar a nuestro sargento en el mínimo tiempo. Saldremos inmediatamente hacia la barricada. La primera fuerza de combate enemiga ha sido eliminada. –Dijo Nolial sin girarse.

–¡Por supuesto que no! –Chilló Dilen temblando con furia –Nuestro sargento nos ha pedido exterminar a las fuerzas enemigas. ¡Y por el Emperador en su Trono Dorado juro que lo haré!

–Las fuerzas enemigas han sido eliminadas, Dilen. Nuestro adversario ya no puede moverse. Estamos malgastando tiempo. –Respondió Nolial.

-¿Pero qué estás diciendo, Nolial?¿Piensas dejar a un enemigo con vida?¿Quién te da derecho a poder decidirlo? –Dilen rugía las palabras. Cambió el cargador de su bólter y lo amartilló. Apuntó a Vaneo. –Toda esta conversación está grabada. Ya veremos que opina nuestro sargento de esta traición

El movimiento fue veloz. El cañón del rifle de fusión apareció a escasos milímetros de los visores de Dilen.

–Estás muerto, Dilen. –Nolial no había girado su cuerpo. Había apuntado echando el brazo hacia atrás, y miraba al otro Astartes por encima del hombro. –Si este entrenamiento hubiese sido real, estarías despedazado en las trincheras. Por el disparo del hermano Vaneo. –La ira por la desafortunada selección de palabras de Dilen era patente en la voz de Nolial. –Cuando un buen tirador ejecuta un disparo a larga distancia, apunta por delante de su objetivo, previendo el tiempo de recorrido del proyectil. El hermano Vaneo disparó a la barricada, justo después del agujero. Un cañonazo láser real hubiese destrozado esa parte más débil de la cobertura y te habría atravesado de parte a parte. Pero la simulación nunca atraviesa coberturas. Así que, quieras o no, estás muerto.

Vaneo se notó sorprendido. Mudo testigo del duelo de voluntades que estaba viendo ante sí. Además que supo que el Ángel Sangriento tenía razón. Había recortado la distancia a su objetivo. Así que, realmente, no debería haber fallado. Una pequeña llama de satisfacción titiló en su interior.

–Así que preguntaremos a nuestro sargento si esta estúpida pérdida de tiempo es más importante que mi atención a un hermano del Capítulo herido. –Sentenció Nolial secamente.

Los dos marines continuaron congelados en su posición. Dilen con su bólter apuntando a Vaneo y Nolial con su rifle de fusión sobre el casco de Dilen. El orgullo de éste último había sido herido nuevamente. No resultaría fácil que echara marcha atrás.

Finalmente, Wighs se movió. Se acercó a sus hermanos y agarró las dos armas, una con cada mano. Sin esfuerzo aparente, obligó a los tensos brazos que las sostenían a que apuntaran al cielo.

–Vamos. –Dijo

Entonces oyeron un fuerte bramido y las explosiones de varias granadas.

FIN DE LA SECCIÓN 12: ASALTO.
... Ayer no pude colgar la sección, el primer lunes que fallo... de todos modos, nadie dice nada... ¿dormidos o embelesados?...

Envio editado por: DarthAverno, el: 2008/06/24 11:17

Envio editado por: DarthAverno, el: 2008/06/24 11:48

T&eacute;meme, pues soy tu Apocalipsis.
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&quot;Nena, que buena que est&aacute;s... &iquest;te vienes a... matar humanos?...&quot;

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